El Gobierno nacional se anotó su primer triunfo parlamentario bajo la gestión del nuevo jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Sin embargo, el experimentado hombre de la política sabe que fue una victoria precaria e inestable y que el verdadero partido se jugará dentro de dos semanas, en el recinto del Senado de la Nación.
Pasado este primer tramo, que les llevó cuatro semanas y un desguace de la ley original, el oficialismo obtuvo las firmas pero las disidencias que presenta el dictamen son más del 50% y esto anticipa una sesión en la que habrá más cambios. La clave estará en los senadores “del medio”, que no se encolumnan con La Libertad Avanza ni están con los 33 kirchneristas.
La Ley Bases tuvo 21 firmas, pero 10 lo hicieron en disidencia. En el paquete fiscal, en tanto, se registraron 9 rúbricas, de las cuales 7 fueron en disidencia. Esto significa que los senadores acompañan la idea de la norma en general, pero entienden que hay capítulos o artículos que necesitan modificaciones. Una lectura rápida sugiere que hay grandes chances de que, si el oficialismo no acepta cambios, en el debate en el recinto se desate una catarata de votos en contra.
Este es el nuevo escollo con el que tiene que lidiar el oficialismo. El bloque de Unión por la Patria rechaza el proyecto en su totalidad, por lo que cada debate arranca con esos 33 votos en contra. Si a este número se le suman cuatro de los que firmaron en disidencia el dictamen, lograrían “bajar” artículos que pueden ser vitales para los objetivos con los que llegará el Ejecutivo al recinto.
Pero ese no es el principal problema al que se enfrentan los libertarios. El Jefe de Gabinete prometió en las reuniones uno a uno que lo que se cambiara de consenso en el recinto no iba a tener marcha atrás en Diputados. La duda que queda flotando es si eso se podrá cumplir y si, frente a la posibilidad cierta de que eso no se respete, el kirchnerismo decida ir modificando las estrategias y aporte sus votos para apoyar un cambio relevante y ayude a la oposición dialoguista a alcanzar los dos tercios.
Es por eso que Francos y los operadores de la LLA buscarán aceitar lo más posible la estrategia parlamentaria durante los próximos días para no tener fisuras. Así buscan navegar sin tantos sobresaltos una sesión que prevén complicada, para que la vuelta a Diputados no se vuelva tan compleja.
Descontado que ambos proyectos volverán a la Cámara Baja, LLA tiene que lograr que ningún cambio sea aprobado por los dos tercios porque si eso sucede necesitaría la misma cantidad en Diputados para reponer el articulado original, algo que es naturalmente imposible teniendo en cuenta que Unión por la Patria cuenta con 99 diputados sobre un total de 257.
Los puntos en donde se podría dar esa situación se concentran en cuatro capítulos. El primero tiene que ver con las facultades delegadas al Presidente. En este punto, no sólo el bloque de Unión por la Patria no quiere acompañar sino que hay radicales que no se sienten cómodos con darle tanto margen de acción a Javier Milei.
El segundo punto tiene que ver con el blanqueo de capitales: en este apartado hay mucho ruido porque en los cambios propuestos se despeja la posibilidad de que entren al sistema los familiares directos de los funcionarios.
El fin de la moratoria jubilatoria es el tercer punto. Hay senadores que proponen cambiar la eliminación por la extensión hasta fin de año, pero el oficialismo no aceptó esa modificación. Además, el proyecto reemplaza la moratoria por uno en el que se crea una prestación que deja desprotegidas a las mujeres que cumplen los 60 años y no tienen los aportes completos.
Por último está el caso de las empresas a privatizar. Varios senadores quieren la continuidad de Aerolíneas Argentinas y el Correo Argentino como empresa estatal; en especial, los patagónicos.