La salida del ex jefe de Gabinete , Nicolás Posse, rompió un récord. El ex funcionario del gobierno de Javier Milei ostenta el lugar de la renuncia más rápida en ese puesto estratégico desde que se creó ese puesto en la reforma constitucional de 1994.
El dato se desprende del informe “La devaluada figura del jefe de gabinete de Ministros. Guillermo Francos, el 22″, difundido por el Observatorio de la Calidad Institucional de la Escuela de Gobierno de la Universidad Austral.
“Paradójicamente, las dos peores marcas de permanencia de un Jefe de Gabinete al servicio de un presidente de elección democrática, las ostentan el primero en funciones, Eduardo Bauzá con 275 días (1995-1996); y el último, Nicolás Posse con 169 (2023-2024)”, reflexiona el investigador Marcelo Bermolén, a cargo del estudio.
Desde su creación, hubo 21 jefes de Gabinete ocuparon ese cargo, siendo el entrante Guillermo Francos el número 22. El conjunto de esos funcionarios atravesaron 12 mandatos presidenciales y 11 presidentes, donde Cristina Kirchner fue la única mandataria reelecta.
El análisis excluye de la lista histórica a los dirigentes Humberto Schiavoni, Jorge Obeid y Antonio Cafiero, que estuvieron pocos días en la función de manera excepcional y provisoria, ante la crisis política y social que desembocó en la caída del gobierno de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001.
Mientras Nicolás Posee se constituye en el jefe de gabinete que menos tiempo duró en el cargo (169 días), en el otro extremo, Alberto Fernández fue quien tuvo ese rol con un total de 1886 días acumulados. Era un funcionario poderoso. “Para muchos, un fuerte contraste entre aquella fortaleza y su débil gestión presidencial”, apuntó el investigador.
El informe señala que, desde la sanción de la constitución argentina, cada mandatario argentino tuvo su cartera política de Interior -esencial para la relación con los gobernadores-. Incluso aquellos que accedieron al poder por vías no democráticas y que, según el artículo 100 de la Constitución Nacional, “el jefe de gabinete no podrá desempeñar simultáneamente otro ministerio”.
“La decisión de Guillermo Francos de poner aquellas competencias bajo la órbita de la Jefatura de Gabinete de Ministros podría leerse como una maniobra para retener y ejercer ambas funciones”, analizó Marcelo Bermolén.
Aunque el promedio de duración de un jefe de gabinete en funciones es de 585 días, Bermolén destacó que en las últimas presidencias se observa una notable disminución en la duración de esos cargos. Desde que Marcos Peña finalizó el mandato completo de Mauricio Macri con 1461 días, se observa una notable caída en la permanencia: Santiago Cafiero (650 días); Juan Manzur (513 días), Agustín Rossi (298) y Nicolás Posse (169 días).
Otro indicador en el mismo sentido es la cantidad de funcionarios que pasaron en un solo mandato. El gobierno de Alberto Fernández igualó, con la designación final de Agustín Rossi al frente de la Jefatura, el récord de Cristina Kirchner de contar con tres ministros coordinadores en cada mandato presidencial.
“Este deterioro notable e incipiente constituye un desafío para el nuevo jefe de gabinete Guillermo Francos”, apuntó el investigador.
Bajo consideración de cada ejercicio individual, sólo seis jefes de Gabinete superaron ese promedio: Alberto Fernández -1660 días con Néstor Kirchner-, Marcos Peña -1461 días con Mauricio Macri-, Jorge Rodríguez -1341 días con Carlos Menem-, Aníbal Fernández -886 días en el primer mandato de Cristina Kirchner-, Juan Manuel Abal Medina -711 días en el segundo mandato de CFK- y Santiago Cafiero -650 días con Alberto Fernández-.
Otro dato destacado apunta a que ninguna mujer ocupó el rol.
“Los responsables de doce (12) diferentes intervalos presidenciales -a lo largo de casi 29 años de funcionamiento de la Jefatura de Gabinete de Ministros-, muchos de ellos encabezados por mandatarios que abogan (o han abogado) por la igualdad de género y el cupo femenino en la función pública, no hallaron idónea a una mujer para ejercer el cargo y promover su designación”, señala Bermolén.
Las debilidades de la función
Pese a que fue pensado para tener un rol protagónico en el Poder Ejecutivo, Bermolén apuntó que aquella figura resultó ser “un ministerio más”.
“Su pretendido rol de instituto de una democracia semiparlamentaria, con superioridad sobre sus pares, manejo pleno del gobierno y moción de censura por parte del Congreso, es en la práctica una utopía, más allá de los deseos de los convencionales constituyentes autores de la reforma de 1994. A casi 29 años de su puesta en funcionamiento, no ha logrado afianzarse con el rol que imaginaron los convencionales constituyentes a la hora de implementar la reforma”, consideró.
Esta particularidad se desprende del sistema hiperpresidencialista, donde el Presidente sigue concentrando su carácter de jefe político, titular del gobierno y cabeza del Poder Ejecutivo Nacional, apunta el investigador en su análisis.
“El Jefe de Gabinete no es más que un ministro coordinador al mismo nivel del resto de los ministros, aunque tiene competencias específicas en materia de presupuesto, decretos de necesidad y urgencia, legislación delegada y veto parcial. En las materias propias de cada uno de los Ministros, el Jefe de Gabinete carece de autoridad para impartirles órdenes. Y en su relación con el Presidente es un subordinado de confianza”, remarcó.
“Como tantas innovaciones controvertidas incorporadas por la constitución de 1994, que la política se ha encargado de trastocar alterando su espíritu (ej. Consejo de la Magistratura), la figura del Jefe de Gabinete ha perdido brillo, prestigio y peso real”, concluyó Bermolén.