Las tres voces son del kirchnerismo. Son, sin dudas, las más trascendentes de ese espacio político, que sigue teniendo una fuerte preponderancia en el peronismo. Más allá de cualquier discusión interna que atraviesen - que es real y que está activa - los tres se unificaron de cara al público con un solo objetivo: confrontar la gestión de Javier Milei y sus decisiones de gobierno.
Axel Kicillof, Cristina y Máximo Kirchner apretaron el acelerador en los últimos días y se repartieron para cuestionar al Gobierno, desacreditar al Presidente y construir una identidad opositora bien confrontativa. Una situación similar a la que se vivió durante la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada algunos años atrás. Unidos y organizados, como suele rezar una bandera K. Lo primero, es un hecho palpable de la realidad. Aun con acusaciones internas. Lo segundo es, a esta altura del calendario, solo una expresión de deseo.
Ayer la ex presidenta volvió al ruedo para criticar con dureza al jefe de Estado debido al faltante de gas. Además, insistió con que el “superávit está dibujado” y trajo al presente una de sus frases que más polémica generó durante el gobierno de Alberto Fernández: “Funcionarios que no funcionan”. CFK no solo creen que sucede lo mismo en este gobierno, sino que también hay “ideas que no funcionan”.
La ex mandataria está cada vez más presente en la agenda pública y en la trinchera opositora. Apareció tres veces en quince días, después hubo poco más de semana de silencio y este miércoles reapareció con un mensaje en sus redes sociales en el que volvió a apuntar contra el Presidente asegurando que es un “showmaneconomista”. Y cerró: “Con funcionarios que no funcionan más ideas que tampoco funcionan… nada puede salir bien”. El kirchnerismo alimenta la idea de que el plan económico es inviable, que no tiene destino.
En el peronismo no abundan las voces potentes que expandan el mensaje opositor. No hay una línea argumental que atraviese a toda la fuerza política. Más bien, lo inverso. Existen diferencias sobre cómo pararse frente a Milei. Tanto Cristina como Máximo Kirchner y Kicillof decidieron aumentar sus exposiciones públicas para marcar un rumbo. Y lo hicieron con un discurso similar y compacto.
Ayer, además de CFK, también salió al ruedo Kicillof, que criticó la nueva conformación del Gabinete con Guillermo Francos como flamante jefe de ministros. El bonaerense fue de los pocos gobernadores que criticó los movimientos internos del gobierno nacional y no celebró el cambió de nombres en la cúpula de la Casa Rosada. Una postura bien diferente a la de la mayoría de los mandatarios, que celebraron el empoderamiento de Francos, que es la principal vía de comunicación con las provincias.
“Nos toma de idiotas. Nos tiene a los argentinos, a los que no son Elon Musk, como si fuéramos medios tarados. No puede ser. Nos quieren acostumbrar al egoísmo. Al individualismo”, sostuvo Kicillof durante una recorrida de gestión por General Lavalle. El mandatario bonaerense está dispuesto a dar una discusión sobre el plan económico libertario, pero también a inmiscuirse en la batalla cultural que propone Milei.
En su última aparición, Kicillof dio un paso más y advirtió que Milei está “ahorcando la provincia”, mientras dice que “todos los problemas los tiene que resolver la provincia”. Y agregó: “Tenemos que atender necesidades sin recursos”. El mandatario bonaerense está convencido que el plan económico libertario está destinado al fracaso. No ve un plan productivo y de reactivación económica que permita desandar el camino de salida del proceso recesivo que está sufriendo la Argentina.
Se lo dice a todos con los que se reúne. Al mismo tiempo, hace malabares con las cuentas públicas. Por eso en La Plata no hay cambio de Gabinete que conmueva. El enfrentamiento con Milei no tiene grises ni matices. Es a todo o nada. Quizás por eso algunos dirigentes de la oposición vean en la figura de Kicillof la posibilidad de un recambio generacional en el liderazgo de la fuerza política.
Un par de días antes de la embestida K contra Milei, el que hizo brotar nuevos cuestionamientos fue Máximo Kirchner, que brindó una extensa entrevista con el diario El País, en lo que fue su primer contacto con un medio internacional. El líder de La Cámpora está apareciendo en público cada vez con más frecuencia con un discurso que tiene dos ejes: bajar la espuma de la interna K y redoblar las críticas contra la gestión económica de Milei.
“Milei es un conservador. Si corremos las luces, apagamos las cámaras y lo bajamos del escenario, lo que queda es un viejo conocido. No hay nada nuevo: ajuste, privatizaciones, entrega de recursos y tres flexibilizaciones: la laboral, la impositiva y la ambiental”, sentenció el líder camporista.
Lo que están haciendo los tres es tapar los resquemores internos con los que Andrés “Cuervo” Larroque sacudió el mundo K y apuntar hacia el jefe de Estado. En definitiva, ese es el pedido público y privado que viene haciendo la ex presidenta a cada uno de los dirigentes con los que conversa.
Poner el foco en el oficialismo y no en la oposición. De eso se trata. Darle forma al discurso opositor y tratar de desacreditar las políticas libertarias con las alternativas de la agenda diaria. Y abrazar a los sectores de la oposición dialoguista que, una vez que salga la ley ómnibus, prometen rebelarse contra los destratos del Gobierno. Nuevas alianzas, nuevos tiempos de conversación para polarizar el escenario político.
En paralelo, las discusiones internas siguen. No van a parar. En todo caso, van a quedar muteadas por un tiempo. Ese sería el mayor logro que podría obtener CFK y su hijo. En el horizonte aparece una discusión por la nueva conducción de PJ Nacional y el PJ Bonaerense, que despierta tensiones dentro del peronismo, más allá de que muchos dirigentes intenten bajarle el precio a la actividad partidaria. Pero esa es otra historia, aunque tenga a los mismos protagonistas.