La llegada de Guillermo Francos a la Jefatura de Gabinete fue una buena noticia para los gobernadores. La mayoría de ellos mantienen una relación intermitente con el Gobierno, casi no se hablan con Milei y durante estos primeros cinco meses de gestión, siempre encontraron en el ahora ex ministro de Interior al principal interlocutor con la Casa Rosada.
La definición que dio Francos en su primera entrevista como Jefe de Gabinete retrata con exactitud lo que piensan los mandatarios provinciales. “El Presidente me elige a mí porque se da cuenta que con la política argentina a él se le hace complicado porque no la entiende, porque tiene diferencias, por x motivos y yo tengo una posibilidad mayor de dialogar”, sostuvo.
Los gobernadores siempre vieron en Francos al principal canal de comunicación del Gobierno. Es lógico, porque su rol como ministro del Interior tenía esa misión. Pero lo extraño era que no había ningún tipo de vinculación con la Jefatura de Gabinete. “La política la maneja Francos”, repetían en Balcarce 50 cada vez que algún tema de los mandatarios rozaba el espacio físico del ministerio conducido por Posse. Eso se terminó. Ahora la pelota irá siempre a Francos.
La determinación de Milei de empoderarlo es una señal consistente para los gobernadores. Es blanquear que necesita más capacidad para gestionar la política y tener a las personas indicadas para hacerlo. La relación con los mandatarios ya viene desgastada por la extensa negociación de la Ley Bases y la quita de fondos a las provincias. Es un polvorín que no explota por responsabilidad institucional, pero eso no quiere decir que no haya mal humor entre bambalinas.
En ese contexto, la llegada de Francos es la certificación de que los gobernadores tendrán un contacto viable con el Gobierno a través de un funcionario que aumentó su poder dentro del esquema oficialista. Está apenas al costado de ese triángulo de hierro del que habló Milei, que compone junto a su hermana Karina y el asesor Santiago Caputo.
Hasta aquí el ex ministro del Interior arregló lo que el Presidente rompió. Pudo reconstruir la relación con gobernadores que se habían mostrado amables en el inicio de la gestión y que después fueron acusados por el círculo presidencial más chico como traidores, debido a la caída de la Ley Ómnibus. Francos tejió un vínculo con la mayoría de los mandatarios que le dio la posibilidad de mostrar gestión política productiva, todo lo que Milei no quiso o no pudo hacer.
Uno de los temores que atraviesan a los mandatarios es que Francos no quede en off side durante su gestión, como pasó durante las negociaciones por la Ley Ómnibus. Muchos gobernadores vieron en el ministro a un funcionario con el que se podían buscar acuerdos, pero que siempre tenía que pedir validación para tomar determinaciones. Y que muchas veces prometía respuestas que nunca llegaban.
“Es un hombre de diálogo y esa es una buena noticia. Es una figura conciliadora”, indicaron en una provincia del centro del país. Hasta aquí, Francos ha sido uno de los nexos claves para negociar los artículos delicados de la ley ómnibus y para trasladar a las provincias los objetivos del Gobierno en el Congreso.
El diálogo siempre es un valor en la política, pero es aún más importante cuando el Gobierno no se caracteriza por tener capacidad para negociar con los distintos sectores de la política. Y eso fue lo que le pasó al oficialismo en la mayoría de los diálogos que tuvo con los legisladores de la oposición para poder sancionar una ley que ya lleva cuatro meses de negociaciones.
“Esperamos poder entrar al plano de la discusión para que haya soluciones para las provincias. No perdemos las esperanzas”, advirtieron en uno de los distritos más grandes del país respecto a la llegada de Francos. No hay ilusión, pero sí tranquilidad. Hay, sobre todas las cosas, convicción de que el camino para generar un buen vínculo con la Casa Rosada es, sin dudas, a través de Francos. Nadie espera nada del resto de los ministros. Ni siquiera del propio jefe de Estado, con el que tienen poco contacto.
Hubo un puñado de gobernadores que expresaron en público su satisfacción por el nuevo jefe de Gabinete. “Es un buen interlocutor el que tuvimos en estos primeros meses de gestión y es positivo que pase a ocupar un lugar de mayor relevancia aún. Tenemos buen diálogo y comunicación”, sostuvo el mandatario de Entre Ríos, Rogelio Frigerio.
“Estoy muy contento. Tengo una muy buena relación con Guillermo Francos. Ha aguantado y soportado de todo, y creo que es un merecido reconocimiento a un hombre del Gobierno que en las buenas y en las malas está acompañando. Nos da la posibilidad de conversar, de hablar y de poder resolver muchas cuestiones”, afirmó el gobernador de Salta, Gustavo Sáenz.
El otro canal de comunicación viable y resolutivo es el que los une con Santiago Caputo, el estratega comunicacional, que tiene cada día más injerencia en los temas políticos, y que se ha encargado de moldear la identidad del Gobierno y del Presidente. Además, de idear la construcción del relato que identifica la gestión y la batalla cultural que lleva adelante Javier Milei en forma permanente.
“Lo que tienen que cambiar son las políticas, no los nombres”, sentenciaron en uno de los gobiernos peronistas más enfrentados con Milei. Los gobernadores que forman parte de la línea dura del peronismo no visualizan demasiados cambios con la llegada de Francos porque entienden que Milei asfixió a las provincias financieramente, y que lo seguirá haciendo pese a la renovación del gabinete y el empoderamiento del ex ministro del Interior.
Los gobernadores celebraron la llegada de Francos a la Jefatura de Gabinete, pero saben que la relación pasará por varios momentos de tensión, debido a que el proceso de recesión está avanzando en todo el país, la actividad económica está cayendo y el Gobierno sigue sin transferirle fondos a las provincias. Es un combo delicado que pone en alerta a varios mandatarios, que esperan encontrar en Francos una vía para lograr una relación menos conflictiva entre las provincias y la Nación.