Eyectado entre acusaciones informales de espionaje interno, falta de voluntad para defender al Gobierno, voracidad para copar áreas del Estado y obstrucción de designaciones de sus pares de la Casa Rosada y los ministerios, el futuro de Nicolás Posse en el Gobierno está, al menos, en duda. A pesar de que el ex jefe de Gabinete se apuró a aclarar que se quedaba al momento de su renuncia, cerca del Presidente dicen que “no lo ven” en un cargo sino, a lo sumo, en una representación en el exterior.
La última jugada de Posse para presionar a Milei, que plasmó en el comunicado donde anunció su salida, pesó más que el resto de los motivos de reprobación para que haya quedado en suspenso su continuidad en la administración nacional. Y libertarios de la cúpula deslizaron hoy que, si hubiera sido más cauteloso, quizá hubiera logrado quedarse en un lugar de menor rango que la Jefatura. Es que, en todo caso -señalan- la decisión sobre su futuro le correspondía a la Oficina del Presidente.
El Ejecutivo, de todas formas, se ocupó de desautorizar el primer mensaje de Posse, con un aviso prácticamente idéntico, pero donde omitía mencionar si seguiría o no.
Aunque el vínculo quedó herido, Posse cree la relación con el Presidente no está quebrada definitivamente. En su entorno aseguraban que no hay nada definido, y estaba vigente la expectativa de que lo designaran, quizá en honor a los años de amistad y a sus contactos empresariales y políticos en el país como en el extranjero, en la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI) que funciona en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Es decir, bajo la órbita de Diana Mondino, que como la mayor parte de los ministros, eligió mantenerse al margen de la discusión.
La Presidencia Ejecutiva del organismo que busca ocupar Posse está en manos del empresario bursátil Julián Cohen, ex CEO del Grupo Cohen, que integró el gobierno porteño durante el mandato de Horacio Rodríguez Larreta como subsecretario de Desarrollo Económico. Pero en la Casa Rosada dicen que su lugar no está en peligro.
En cambio, dijeron distintas fuentes, Karina Milei planea destinar a Posse a una representación en el exterior. “Lo va a decidir ‘el Jefe’”, deslizó un importante referente libertario. La eventual designación no está definida, pero no sería una embajada, que podría considerarse como un premio, sino un organismo multilateral. “Las posibilidades de que vaya a la Agencia son casi nulas”, dijo un alto asesor en uno de los ministerios. “No lo veo acá”, agregó, despreocupado, un importante colaborador del Presidente.
La salida de Posse, después de un fin de semana de señales de rechazo de parte de Milei, se adelantó al lunes para frenar la ola de incertidumbre que se había desatado sobre el Gobierno. Posse, en tanto, estaba convencido de que el asesor más estrecho de Milei, Santiago Caputo, estaba operando en su contra, y creía que Karina Milei aún lo apoyaba. Finalmente, el consultor, que abogó por el desembarco de Francos en la Jefatura, salió fortalecido. Al punto de que ayer hizo una excepción en su habitual perfil bajo, se sentó en la primera fila de la primera conferencia del nuevo ministro coordinador, luego se sumó a la travesía por la Plaza de Mayo y el desayuno en la confitería Pertutti frente a las cámaras y los periodistas, y se tomó una selfie donde apareció en primer plano con gesto satisfecho.
Tanto Posse como Francos esperan que Milei y su hermana regresen de Estados Unidos para empezar a moldear su respectivos planes. Que, en el caso del segundo, implican llevar a cabo el plan de descentralización de la Jefatura de Gabinete que venían pergeñando en secreto junto a Santiago Caputo, que coincide con el Presidente en que es una entidad obsoleta, al punto de que en privado alguna vez la consideraron como uno de los errores de la reforma constitucional del 94. “No se puede destruir porque figura en la Constitución, pero se puede vaciar”, dijo un funcionario semanas atrás.
Mientras tanto, está en duda el liderazgo de la AFI con el renunciado Silvestre Sívori, y el nuevo jefe ahora responderá directamente al Presidente. Dicen que en el Ejecutivo se habló de eliminarla -“Nosotros no usamos esas cosas”, dijo un colaborador del primer mandatario-, pero en la práctica nadie está seguro de que sea posible y algunos, más experimentados, advierten que tampoco sería deseable.