Anoche, Javier Milei confirmó por televisión que no está conforme con el rumbo de su gobierno y que solo su hermana Karina y el consultor Santiago Caputo tienen garantizada su continuidad en el mismo rol que asumieron cuando desembarcaron junto a él en Casa Rosada. En LN+, al final de una jornada plagada de versiones, el jefe de Estado decidió hacer pública la crisis interna en el gabinete que desde hacía varias semanas trascendía por canales subterráneos, y la salida de algunos de sus colaboradores que antes integraban el lote de inamovibles era ayer un hecho casi consumado.
Anoche, todas las fichas estaban puestas en el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, cuya continuidad en el gobierno se había puesto en duda hace varias semanas. “Cuando uno gestiona tiene hitos, nuestro primer hito de gestión terminaría con el desenlace de la Ley Bases. La Ley Bases puede salir bien o puede que no salga. Esa situación va a llegar a que, marcado ese hito, nosotros tenemos que hacer toda una evaluación de resultados, queda bajo análisis todo el Gabinete. No (Nicolás) Posse solo, todos los ministros. Se revisan todos”, aseguró Milei entrevistado por Luis Majul.
Es la primera vez desde que se hizo cargo de la Presidencia que el jefe de Estado destrata de manera pública a su jefe de Gabinete, un viejo amigo desde que compartieron trabajo en la Corporación América, de bajísimo perfil que, en teoría, debería gozar de su plena confianza pero que en los últimos meses se enfrentó puertas adentro con los dos funcionarios más influyentes del gobierno: Karina Milei y Caputo. Los únicos intocables. “El triángulo de hierro”. Así lo definió el propio mandatario el fin de semana, en su controvertida gira por España, en una entrevista con El Observador de ese país: “El triángulo de hierro es ‘El Jefe’, o sea, mi hermana, Santiago Caputo y yo”, dijo.
En oficinas de la Jefatura de Gabinete la confusión era total el jueves por la noche. No había ningún tipo de confirmación. Ni de renuncias ni de despidos. Tampoco plazos. El miércoles, en el show del Luna Park, en la presentación del jefe de Estado de su último libro, el ministro coordinador fue el más notorio ausente. Ya había pegado el faltazo a la cena de la Fundación Libertad, el mes pasado, en contraposición al resto del gabinete. Los rumores sobre cortocircuitos ya estaban instalados por entonces.
También fue la primera vez que el líder libertario convalidó que Federico Sturzenegger, el cerebro del DNU 70 rechazado por el Senado, tendrá próximamente un lugar destacado como ministro del gabinete. Es uno de sus asesores preferidos. Una ventaja que el ex funcionario macrista tiene sobre el resto, al igual que el diputado José Luis Espert, “El profe”, que cerró de palabra con el presidente ser cabeza de lista en territorio bonaerense el próximo año.
¿Cuál fue el pecado original de Posse para que cayera en desgracia? Las versiones son variadas. Desde la polémica por los aumentos de sueldos para el presidente, los ministros y los secretarios de Estado que fueron avalados por la Jefatura de Gabinete hasta una sórdida disputa de poder con la secretaria General y el consultor discípulo de Jaime Durán Barba que, según trascendió, tuvo un último capítulo con los recientes movimientos en la cúpula de la Aduana.
Lo cierto es que Posse nunca terminó de hacer pie, y su estilo de toma de decisiones generó un profundo malestar interno.
Circuló, además, un creciente entusiasmo del ministro coordinador con cuestiones vinculadas a áreas sensibles de la administración que, por caso, habrían fastidiado a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, una funcionaria que tiene un trato preferencial por parte de Milei, similar al de Sandra Pettovello, amiga del mandatario, presente todos los días, desde el 10 de diciembre, en un portarretrato en el despacho presidencial.
Esta semana, colaboradores de Bullrich la vieron mucho más activa y acelerada que de costumbre. Desde hace meses circula internamente que una puja entre la ministra y el jefe de Gabinete. Se mencionó incluso que ella quería ese lugar, una versión que negaron en su entorno: “No quiere saber nada”. La ministra conoce esos trascendidos, y sabe también que su nombre figura en torno a una supuesta candidatura en la Ciudad el próximo año.
Anoche, los WhatsApp eran un hervidero. Las apuestas giraban en torno a posibles enroques. Por ejemplo, Guillermo Francos, al que Milei calificó como “una palomita”. Francos y Posse mantienen desde hace años, por su paso por la Corporación América, una relación cercana. De hecho, el jefe de Gabinete fue uno de los invitados al festejo de cumpleaños del ministro del Interior de hace más de un mes, en su casa de la zona norte del Gran Buenos Aires, un agasajo que no pudo ser retratado porque se les prohibió a los invitados el uso de teléfonos celulares.
Hace varias semanas que circula además la posibilidad de que Eduardo “Lule” Menem, un incondicional de Karina Milei, un funcionario que amplió su red de contactos en los últimos meses, tenga un rol mucho más relevante en la estructura del gabinete. Anoche trascendió también la posible incorporación de un diputado del PRO que participó del show de Milei en el Luna Park, y que hace tiempo que se postula para el gabinete con una defensa desembozada del gobierno.
A Mauricio Macri, cuya visión del rumbo de la gestión es cada vez más crítica, no le hizo ninguna gracia que un grupo de legisladores del PRO diera el presente en ese evento artístico del miércoles por la noche.
En usinas libertarias, los comentarios en torno al futuro del staff presidencial se multiplicaron una vez que el presidente decidió anunciar públicamente que se avecinan cambios cuando se termine de dilucidar la suerte de la Ley Bases y el paquete fiscal que se demoran en el Senado.
En el seno del gobierno están nerviosos por el futuro de ese paquete de leyes que es incierto en el Senado, y por la marcha de la gestión. Los cambios en la Cámara alta se demoran, y la Casa Rosada ya hizo muchas más concesiones de las que esperaba. Ayer aún se pasaban por despachos legislativos borradores con las potenciales modificaciones en aspectos claves como el RIGI, el blanqueo, Ganancias y privatizaciones. Motorizados, en buena medida, por Martín Lousteau, del que Milei solo dijo anoche que “perdió la brújula”, mucho más light que en ocasiones anteriores. El senador y jefe de la UCR abrió junto a sus operadores, hace más de dos semanas, un diálogo fluido con Caputo, “Lule” Menem y Francos.
Que Milei haya confesado en el prime time televisivo que su equipo está “bajo análisis” revela su debilidad. Y exhibe que, a pesar del regodeo constante de las últimas semanas por su posicionamiento global como “máximo exponente de la libertad” -”Estoy en otra liga”, se ufanó el pasado lunes-, de la portada de la revista Time o del concierto del Luna Park, solo con eso no se resuelven los problemas domésticos.
Las críticas al rumbo de la gestión, más allá del ordenamiento de la macroeconomía, son cada vez más feroces. En especial, en los propios aliados. A pesar del acompañamiento innegable que registran todas las encuestas. Ayer, por ejemplo, horas antes de la confesión televisiva de Milei, los docentes eran reprimidos frente a la Legislatura misionera y se manifestaban en la casa del gobernador.
En los últimos días, sin embargo, no fue Posse el único ministro bajo la lupa. Según fuentes inobjetables, en el seno del poder se resaltaban al menos otros dos ministros con futuro incierto. Uno de esos casos, al frente de un área en la que Santiago Caputo, uno de los tres integrantes del “triángulo de hierro”, tiene un predominio absoluto. Al igual que en otros rubros. El otro, en cabeza de una cartera que hace algunas semanas sufrió un cambio sustancial en la administración de sus recursos.