La jornada de hoy fue vertiginosa y caótica en el Senado: funcionarios del Gobierno que casi ni durmieron para presentar los borradores con modificaciones de la Ley Bases y el paquete fiscal; ingresos y salidas apresuradas de legisladores del despacho de la vicepresidenta, Victoria Villarruel; e insólitas operaciones desde algunos sectores libertarios para deslizar el intento mil para firmar los dictámenes. Sin embargo, el baño de realidad de este miércoles pinceló un escenario delicado para el Gobierno: la Cámara alta se encuentra bloqueada por la Ley Bases y el paquete fiscal.
En las últimas 72 horas, el Gobierno dio sobrados gestos de apertura para llegar a la instancia de dos nuevos textos, tras recolectar solicitudes de cambios de todos los bloques dialoguistas. El primero fue finalizado en la madrugada de hoy; el segundo, cerca del mediodía. El problema es que, mientras todo esto ocurría, el plenario de comisiones se reunía y debatía las iniciativas con el objetivo irreal de avanzar. Si bien algunos conocían los retoques, el resto estaba a ciegas.
Como anticipo de lo que luego se consumó, un par de legisladores clave que integran las comisiones partieron hacia galaxias desconocidas y/o desconectaron sus teléfonos, según el caso. El plenario entró en un cuarto intermedio al mediodía y volvió a juntarse a la tarde. Bastaron pocos minutos para darse cuenta, a esa altura, que la discusión estaba más que trabada.
Por caso, el titular de la de Asuntos Constitucionales, el peronista disidente Edgardo Kueider, apareció con casi 30 reclamos. Minutos más tarde lo superó el titular de la Unión Cívica Radical (UCR), Martín Lousteau. A él se sumaron también los 20 de su compañero de bancada, el chaqueño Víctor Zimmermann.
La postura de Kueider significó un golpe de nocaut a las pretensiones oficialistas: exigió que se quitaran capítulos enteros de las leyes, como el de procedimientos administrativos y el Régimen de Incentivos para Grandes Inversiones (RIGI).
En tanto, Lousteau puso sobre la mesa el tratamiento de temas ajenos, algo que se previó y contó días atrás Infobae. “No podemos no incluir la recuperación de haberes jubilatorios, la actualización del financiamiento universitario o un plan de educación. No podemos no incluir la finalización de obra pública que tiene el 90% de avance y que se va a echar a perder”, manifestó el porteño. Es decir, las visiones de país se introdujeron por una ventana en la compulsa, algo que el Ejecutivo considera inviable.
“¿Cómo van a querer sacar dictámenes si recién veo los borradores? ¿Me están cargando?”, fue la queja de un dialoguista a este medio. Mientras tanto, en el plenario, el presidente provisional de la Cámara alta y titular de la comisión de Legislación General -cabecera-, Bartolomé Abdala, aseguraba que muchos de los pedidos realizados habían sido contemplados en los flamantes textos.
Lo que queda por preguntarse en base a todo esto es, como contó Infobae el fin de semana pasado, es qué pensaron los diputados de muchos bloques -con representación en ambas Cámaras- al aprobar los hoy tan tironeados proyectos, y qué cara pondrán sus colegas de bancada si las iniciativas regresan en segunda revisión. Y, los senadores, por qué no actuaron en espejo y advirtieron a sus fuerzas sobre las fallas de las leyes analizadas durante casi cinco meses. Incomprensible.
Por otra parte, también queda claro que no existe ningún tipo de liderazgo opositor en el Congreso -por eso las picardías para sacar ventaja con estas leyes, en modo cuentapropista- y la Casa Rosada ya sabe, con anticipación, lo que le pasará cuando en septiembre envíe el Presupuesto 2025: ventanillas abiertas en ambos lados del mostrador parlamentario, sin importar si se responde o no al mismo espacio o gobernador. O, mejor dicho, exprimir al máximo la inusitada realidad de un Ejecutivo en amplia minoría legislativa. De allí las declaraciones recientes, erradas o no, de Javier Milei y el eventual veto de iniciativas.
Lo que se empieza a delinear en el Congreso es que, ante la falta de respuestas sobre cómo combatir a La Libertad Avanza, gran parte de la oposición hará esfuerzos para que no avancen leyes que la Casa Rosada considera clave y se cumpla la advertencia de asesores económicos sobre potenciales nuevos impuestos, en caso de fracasos para sancionar leyes. A partir de ahí se activará la fase dos: que estos movimientos políticos -sin resultados exitosos, por ahora, contra Milei- se trasladen con sutileza hacia la sociedad y la balanza se incline, más temprano que tarde, contra el jefe de Estado.
Algo positivo para el oficialismo, en medio de todo este embrollo: el cuarto intermedio hasta la semana próxima le da un respiro más que considerable para negociar. Un grupo cercano a Villarruel -el más serio y sincero, a la hora de trabajar- recomendó paciencia desde el día uno. El problema radica en legisladores que ni siquiera comprometen la firma en disidencia de los dictámenes. Durante el fin de semana estarán atentos a las declaraciones del Presidente.
También aparecen otras, más negativas. Antes que finalizara el plenario de esta tarde, el libertario Juan Carlos Pagotto demandó modificaciones y denostó, de manera encubierta, a un sector del oficialismo. El legislador riojano intenta reformular la puja por la jurisdicción y arbitrajes ante un conflicto por inversiones y dijo: “Hay que ser preciso en el lenguaje, le guste a quien le guste. El otro día quise hacer una precisión y casi me han crucificado. La técnica legislativa debe servirnos para no caer en interpretaciones de jueces que no siempre son las adecuadas”.