La idea común entre los funcionarios y colaboradores que se mueven cerca del presidente Javier Milei es clara. Diferenciarse lo máximo posible de las maneras y de las acciones que desplegó el peronismo en las últimas décadas, en la mayoría de los ámbitos de la política. En esa mesa chica que conforman básicamente su hermana, Karina Milei, y su principal asesor, Santiago Caputo, consideran que todo lo relacionado con el kirchnerismo tiene una connotación negativa para la sociedad. Para ello, buscan alejarse lo máximo posible de los temas y símbolos de una época reciente.
Dentro de ese marco, de la denominada en la intimidad libertaria como “batalla cultural”, aparece el cambio de nombre de edificios públicos. Los rumores sobre un probable cambio en la denominación del Centro Cultural Kirchner circularon desde el comienzo de esta gestión como símbolo de “un cambio de época”. En una conferencia de prensa lo reconoció el vocero presidencial, Manuel Adorni, a finales de marzo. Y ahora, el Gobierno, en este proceso de “deskirchnerización”, le pondrá Palacio Libertad, aunque todavía no se conoce el mecanismo legal a utilizar.
Uno de los primeros pasos se había dado con la Casa Patria Grande, en Carlos Pellegrini y Juncal, que la ministra Sandra Pettovello usa como sede del ministerio de Capital Humano. La funcionaria que maneja el área que antes se denominaba Desarrollo Social -con su icónica ubicación en medio de la avenida 9 de julio donde reluce la imagen de Eva Perón- y que absorbió secretarías como Trabajo, Educación y Cultura, prefirió el traslado a ese lugar y casi inmediatamente se decidió que pasaría a llamarse Casa Patria Libertad.
El ministro de Economía, Luis Caputo, había sido uno de los que celebró esa medida. “Excelente, nunca más un edificio del estado llevará el nombre de la corrupción, y la decadencia”, publicó el funcionario en la red social X (ex Twitter) en esa ocasión.
A esos movimientos se sumaron otros gestos como el de la vicepresidente Victoria Villarruel que en el Senado decidió retirar en febrero el busto del expresidente Néstor Kirchner que se encontraba en el Salón de las Provincias del Congreso. “Lo sacamos porque no fue senador, no fue vicepresidente, no soy su viuda y aquí tiene que haber igualdad de todos los espacios. Simplemente por esa razón”, fue lo que adujo Villarruel cuando legisladores peronistas le cuestionaron su actitud.
En marzo hubo otro movimiento en la búsqueda de despegarse de las imágenes asociadas con el kirchnerismo. Fue el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, cuando se cambió la denominación del Salón de las Mujeres por Salón de los Próceres. Quitaron las imágenes de figuras vinculadas a la mujer que iban desde Tita Merello a Mercedes Sosa pasando por Alicia Moreau de Justo o María Elena Walsh. Se reemplazaron por, entre otros, fotografías de Julio Argentino Roca, José de San Martín, Manuel Belgrano, Domingo Faustino Sarmiento, Juan Bautista Alberdi y hasta el ex presidente Carlos Saúl Menem. Allí instalaron las oficinas de comunicación digital del gobierno.
El 2 de abril, en coincidencia con el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas, hubo otra acción similar. El Salón de los Pueblos Originarios fue rebautizado como “Héroes de Malvinas”, para homenajear a los caídos en la contienda bélica que se produjo en 1982 en el Atlántico Sur.
Once días después decidieron retirar del CCK la placa en la que figuraban los datos de los funcionarios que habían formado parte de la inauguración en 2015. Además de Cristina, allí aparecían el entonces ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, de su secretario de Obras Públicas, José Francisco López y de la ministra de Cultura, Teresa Parodi. De Vido y López resultaron condenados por hechos de corrupción.
Ahora será el turno del edificio de más de 100.000 metros cuadrados de superficie que se transformó desde su apertura en 2015, en uno de los centros culturales más importantes de América Latina. También se lo utilizó en numerosas oportunidades para eventos políticos durante los sucesivos gobiernos. Habrá que ver cómo se concreta legalmente, ya que el nombre original de Centro Cultural del Bicentenario se cambió en 2012 mediante una ley y se necesita otra ley o un DNU aprobado por el Congreso Nacional para derogarla.
En el hall central del CCK había una estatua de Néstor Kirchner confeccionada por el escultor Miguel Gerónimo Villalba que Cristina Kirchner había donado a la UNASUR y que después decidió repatriar. Dos días antes de la asunción de Milei, acaso porque ya tenía información de lo que podía ocurrir, por orden de CFK la sacaron. La trasladaron al municipio de Quilmes, en la zona sur del Conurbano, distrito dominado por La Cámpora.