El lenguaje diplomático tiene dos códigos. Uno público, donde a través de circunloquios se dice poco y nada. Y otro privado, que contiene todo lo que no se puede expresar en público. Para este último se utilizan los cables diplomáticos. Allí, las embajadas comunican a sus gobiernos todo lo que tienen que saber. Son, por tanto, reservados.
El secreto sobre la comunicación diplomática en la primera potencia del mundo no es permanente. En forma periódica, los cables se desclasifican total o parcialmente. Y quedan disponibles en un apartado particular del Departamento de Estado denominado FOIA (Free of Information Act), destinado a cumplir con el derecho de acceso a la información.
Para encontrar los cables que la Embajada norteamericana en Montevideo remitió a Washington durante el conflicto por las papeleras, Infobae revisó exhaustivamente durante semanas una maraña de miles de documentos hasta dar con aquellos que contenían información al respecto. Casi todos estaban catalogados como “confidential”.
La mayoría cargaba el rótulo “SIPDIS”. Esto implica que habían sido enviados por la Embajada a DC a través de la red SIPRNET, formato de internet encriptado que utilizan tanto el Departamento de Estado como el de Defensa. Es una de las tres que enlazan al edificio “Harry Truman”, donde tiene sus oficinas el secretario de Estado, con las capitales del mundo. Está reservada para asuntos que pueden comprometer la seguridad nacional de los Estados Unidos. Un nivel de confidencialidad por encima está la JWICS, por donde circulan los documentos Top Secret. Un escalón por debajo se encuentra la NIPRNET, usada para información desclasificada pero sensible para el gran público.
La búsqueda a través de palabras – clave se focalizó entre los años 2003, cuando comenzaron las primeras protestas en la ciudad entrerriana de Gualeguaychú por la instalación de las plantas de la finesa Botnia y la española ENCE (luego reubicada) en el río Uruguay sobre Paysandú, y 2010 cuando la Corte de La Haya dictó su fallo y zanjó el diferendo.
Extraídos los datos, fue necesario hilvanarlos y contextualizarlos en el tablero mundial de entonces.
Los documentos son un testimonio de cómo veía los EEUU, que mantenía prudente distancia, el complejo escenario rioplatense:
- “Argentina reclama que Uruguay ha violado el Tratado del río Uruguay de 1975. Aspectos del caso son analizados por la Corte Internacional de Justicia de La Haya y el Tribunal del Mercosur. Mientras que el Gobierno de los Estados Unidos se ha mantenido neutral, votamos el respaldo al préstamo del Banco Mundial para el proyecto”. (Cable 001017 – Confidencial. De Montevideo a Departamento de Estado – Prioritario. 4 de diciembre de 2007)
- “El Gobierno argentino y los manifestantes reclaman que la pastera dañará ambientalmente las riberas de ambos países; Uruguay y Botnia están confiados en que la Corte fallará de otra manera”. (Cables 000444 y 000489 - Sensibles. De Montevideo a[1] [2] [3] Departamento de Estado. Agosto de 2008)
- “El Gobierno de Uruguay busca mayores inversiones y comercio con Estados Unidos, pero es vulnerable en suministro energético y está muy asustado (”very frightened”) por su disputa con Argentina”. (Cable 000189 – Confidencial. De Montevideo a[4] [5] [6] Departamento de Estado – Prioritario. 27 de febrero de 2007)
- “La disputa por la pastera es parte de una (testado) relación con Argentina, dado que Uruguay explora posible cooperación en gas natural licuado y tal vez incluso energía nuclear en el largo plazo”. (Cable 000611 – Confidencial. De Montevideo a[7] Departamento de Estado – Inmediato. 27 de junio de 2007). La palabra testada (al igual que un tramo siguiente del párrafo de al menos dos líneas) permanecen en secreto. Se aplica al caso la Sección 1.4 (D) de la orden Ejecutiva presidencial 13.526, ya que la información puede comprometer relaciones exteriores, actividades en el extranjero o a fuentes confidenciales de EEUU.
- “Por lejos, el problema más serio del Gobierno de Uruguay ha sido la severa disputa bilateral con Argentina sobre la construcción de una planta finesa de pasta de celulosa sobre un río compartido, no sólo por haber hecho menos amistosas las relaciones de Uruguay con su vecino más cercano, sino también por las implicancias para las inversiones extranjeras, sobre la política exterior independiente, la influencia de las ONG’s extremistas (”radical”) y las relaciones con el Mercosur (…) Manifestantes (“Protesters”) de Argentina han estado bloqueando los puentes entre ambos países intermitentemente desde diciembre 2005, con gran costo para el comercio uruguayo y los ingresos por turismo”. (Cable 000611 – Confidencial. De Montevideo a Secretario de Estado – Inmediato. 27 de junio de 2007)
El miedo de las autoridades uruguayas estaba directamente relacionado con el in crescendo de la virulencia del otro lado del río. Después de que Néstor Kirchner afirmara que el “No a las papeleras” era una causa nacional, se cruzaron varios límites. Uno de los extremos fue cuando ex carapintadas ofrecieron volar la planta de Botnia, según confesó el asambleísta José Pouler.
El presidente Tabaré Vázquez llegó a rodear la planta de celulosa con tropas del Ejército. Y a evaluar una guerra con Argentina, según confesó en 2011. Ante la falta de recursos, pidió ayuda a los Estados Unidos, detalló en su infidencia. La intención no era fondear el portaaviones “USS Reagan” frente al puerto de Montevideo. Con que los EEUU dijeran que Uruguay era un país “amigo y aliado” bastaba, agregó el ex mandatario uruguayo.
Se dio entonces una trama win – win entre la administración republicana y la del Frente Amplio. Es que Estados Unidos tiene intereses permanentes en la región y en el mundo: Y Hugo Chávez y su proyecto de Socialismo Siglo XXI representaban una amenaza abierta. El Uruguay administrado por una izquierda tradicional podría ser la contracara de la “falacia de los regímenes populistas” en la región, como catalogaba el cable desclasificado 001017 de diciembre de 2007 a los gobiernos cercanos al chavismo. Entre estos, la diplomacia norteamericana (o al menos una parte importante) ubicaba las administraciones de los Kirchner.
“Tanto como podamos, necesitamos reasegurar a los uruguayos que son nuestro amigos, incrementar nuestro intercambio cultural y alentarlos para cooperar más asertivamente en asuntos de estabilidad regional y seguridad, incluyendo la lucha contra el terrorismo, contra el narcotráfico y la cooperación militar”. (Cable 001017 – Confidencial. De Montevideo a Secretario de Estado – Prioritario. 4 de diciembre de 2007)
Para terminar de desenmarañar esta historia, apenas una jugada en el tablero mundial del ajedrez diplomático, hay que conocer a los protagonistas y sus contextos.
Los personajes
Los despachos de Montevideo que llegaban al edificio Truman en el Foggy Bottom de Washington, rebotaban también en la Casa Blanca, ubicada a pocos metros. Principalmente en West Wing, donde el presidente George Bush (h) desde la Oficina Oval tomaba decisiones estratégicas y tácticas sobre un escenario nunca antes visto.
Tras vencer en elecciones polémicas al demócrata Al Gore, Bush debió hacer frente al primer ataque en territorio estadounidense desde las guerras de la independencia y al terrorismo global como nuevo factor de riesgo para la seguridad norteamericana. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 sepultaron 400 años de orden mundial construido sobre los Tratados de Westfalia. El nuevo enemigo era un fantasma: no tenía territorio, no usaba uniforme ni respetaba las leyes de la guerra.
En el medio, tuvo que capear la caída de la iniciativa estadounidense más ambicioso para la región desde la Alianza para el Progreso de Kennedy: el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA). “Al carajo”, gritó Chávez durante la Cumbre de Mar del Plata en 2005, poniendo el clavo final al proyecto.
Tuvo junto a él a la dama de hierro: Condoleezza Rice, secretaria de Estado en el último tramo de su presidencia. Forjada en la Universidad de Stanford, fue uno de los pilares para defender la segunda operación militar en Irak que terminó con Saddam Hussein y creadora de la doctrina “Transformational Diplomacy”, que gira sobre la idea de que la seguridad de los EEUU depende en parte de construir y sostener la democracia en el mundo, con Estados bien gobernados que respondan a las necesidades de sus pueblos y que mantengan conductas responsables en el esquema mundial. Tras dejar la función pública volvió a Stanford, donde dirige el Instituto Hoover, un think tank de la derecha norteamericana.
Bush y Rice llegaron a Montevideo en el momento más tenso de la relación Argentina – Uruguay. Evitaron la escala en Buenos Aires. La Embajada envió al Departamento de Estado el cable confidencial 000189 para prevenir sobre lo que estaba pasando en el Río de la Plata.
En la segunda línea de Rice hay que ubicar a Nicholas Burns, actual embajador norteamericano en China. Graduado en Harvard y diplomático de carrera, asesoró a George Bush padre en asuntos rusos durante la debacle del comunismo. Fue a su vez representante de Estados Unidos en la OTAN cuando comenzó la guerra contra el terrorismo.
Un escalón por debajo estaba Tom Shannon, subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental (nombre con el que denominan en Washington al continente que consideran su zona de influencia inmediata) en aquellos años. Especialista en América Latina, fungía como el puente del DC con los Kirchner.
Burns y Shannon estuvieron en Buenos Aires a principios de 2007. En julio arribaron a Montevideo. El cable secreto 000611 es un scennesetter (una especie de descripción) preparado para ambos por la representación diplomática en Uruguay.
El almirante James Stavridis fue colocado como responsable del Comando Sur en 2006, el área del Departamento de Defensa con jurisdicción en América Latina (con excepción de México). Tuvo bajo su mando a 1.200 efectivos de Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Marines, Guardia Costera y Agencias Federales. En diciembre de 2007 visitó Uruguay. Antes de su arribo, la Embajada le remitió un estado de situación, contenido en el cable confidencial 001017. En abril de 2008, Stavridis restableció las operaciones de la Cuarta Flota que habían sido suspendidas en 1950 tras la Segunda Guerra Mundial.
El embajador de EEUU en Montevideo durante el desarrollo del conflicto Argentina – Uruguay fue Frank Baxter. La mayoría de los cables desclasificados llevan su firma. Ex piloto de la fuerza aérea, banquero y hombre de negocios, asesoró a Arnold Schwarzenegger cuando gobernó California.
Por último, pero no menos relevante, está Jacob “Jake” Sullivan, actual consejero de Seguridad Nacional. Con Barack Obama ya instalado en la Oficina Oval y Hillary Clinton en el Edificio Truman, ocupó la subjefatura de gabinete del Departamento de Estado. Está mencionado en los documentos desclasificados en un correo electrónico que el ex embajador norteamericano en Chile, Craig Kelly, remitió a él y a Cheryl Mills, consejera del Departamento, donde se define al matrimonio Kirchner como “aliados de Chávez”.
Los cables secretos
El 4 de mayo de 2006, Bush recibió a Tabaré Vázquez en la Oficina Oval. El eje central de la conversación giró sobre las posibilidades de establecer un acuerdo de libre comercio, un premio consuelo para Washington luego de la caída del ALCA. En marzo de ese año el presidente uruguayo se encontró con Rice en Santiago de Chile durante la asunción de Michelle Bachelet. Según Vázquez, fue en esa oportunidad cuando planteó a Rice la necesidad de que EEUU calificara a Uruguay como país “aliado y amigo”.
En marzo de 2007 Bush llegó a Montevideo. En paralelo, en Buenos Aires, Chávez encabezaba un acto en Ferro, rodeado de gran parte de la dirigencia kirchnerista.
Para dar el marco de situación a la secretaria de Estado, Baxter remitió Washington el despacho 000189 (al que se ya se citó). Refiere a un cable previo del Departamento de Estado, el 022878, que permanece secreto pero que es altamente probable que gire sobre un pedido de información de primera mano acerca de qué esperaría a Bush durante su visita:
CONFIDENTIAL MONTEVIDEO 000189
PARA: Departamento de Estado. Casa Blanca. Secretario de Defensa. Consejo de Seguridad Nacional. Comando Sur.
“Por lejos, el problema más serio del Gobierno de Uruguay ha sido la severa disputa bilateral con Argentina sobre la construcción de una planta finesa de pasta de celulosa en un río compartido, no sólo por haber hecho menos amistosas las relaciones de Uruguay con su vecino más cercano, sino también por las implicancias para las inversiones extranjeras, sobre la política exterior independiente, la influencia de las ONG’s extremistas (”radical”) y las relaciones con el Mercosur. Con u$s 1,2 mil millones (“billion” en inglés) la construcción de la planta representa 8% del producto bruto interno uruguayo y en su operación se espera que las exportaciones incrementen el 2% el PBI. Representa la mayor inversión extranjera directa en la historia del Uruguay.
Funcionarios del Gobierno de Argentina, algunos habitantes de Entre Ríos del otro lado del río y activistas ambientales reclaman que la planta podría dañar la pesca, la agricultura y el turismo en la ribera argentina. Argentina también reclama que Uruguay violó el Tratado del Río Uruguay de 1975. Aspectos del caso están bajo tratamiento de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y del Tribunal del Mercosur, pero Uruguay ha buscado compensación con la OEA (Organización de Estados Americanos). Los Estados Unidos votó el respaldo al préstamo del Banco Mundial para el proyecto. Manifestantes (“Protesters”) de Argentina han estado bloqueando los puentes entre ambos países intermitentemente desde diciembre 2005, con gran costo para el comercio uruguayo y los ingresos por turismo”.
“A pesar de estar liderado por un gobierno de tendencia izquierdista, Uruguay comparte muchos de nuestros valores y es aún una isla de democracia estable y buen gobierno en una región turbulenta. La visita presidencial envía una poderosa señal a la región de que favorecemos las buenas relaciones con gobiernos sensibles (y) pragmáticos que respetan la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley (”rule of law”) más allá de las etiquetas políticas”.
“La vibrante democracia uruguaya resalta la falacia de los regímenes populistas (…) La revista The Economist ubicó a Uruguay como el único país en Sudamérica que disfruta de una democracia plena”.
“Más allá del comercio, necesitamos incrementar las relaciones bilaterales”.
“Uruguay puede ser un amigo valioso en una región se ha distanciado significativamente de nosotros en muchos aspectos. En los últimos dos años, pudimos construir una confianza de nivel considerable con el Presidente Vázquez a través del impulso de iniciativas comerciales y otras medidas de fomento de la confianza”.
Entre el 10 y el 11 de julio de 2007 la misión Burns – Shannon hizo pie en Montevideo. El informe de situación que envió Baxter unos días antes reprodujo en forma casi textual algunos párrafos del cable a Rice. Pero también agregó otros:
CONFIDENTIAL MONTEVIDEO 000611
PARA: Departamento de Estado. Casa Blanca. Departamento del Tesoro. Departamento de Comercio. Consejo de Seguridad Nacional. Comando Sur.
“La disputa por la pastera es parte de una (testado[1] ) relación con Argentina, dado que Uruguay explora posible cooperación en gas natural licuado y tal vez incluso energía nuclear en el largo plazo”.
“Uruguay también juega un papel central (”pivotal role”) en América Latina, donde un número importante de países se han distanciado peligrosamente de Estados Unidos”.
“Tanto como podamos, necesitamos reasegurar a los uruguayos que son nuestro amigos, llevarlos hacia ideas económicas y comerciales más modernas y tratar de alentarlos para cooperar más asertivamente en los problemas de la estabilidad regional y la seguridad”.
Un cable de la Embajada en Brasilia a Washington dio cuenta de la debilidad del planteo argentino frente a la posible contaminación que podría provocar la pastera. Está referido a la remoción del diplomático Raúl Estrada Oyuela, considerado “el padre” de los acuerdos ambientales de Kyoto.
UNCLASS. BRASILIA 002069
Para: Departamento de Estado
“El diplomático argentino Raúl Estrada Oyuela, reconocido por su protagonismo en las conversaciones que dieron origen al acuerdo de Kyoto sobre cambio climático, fue removido de su posición como representante de asuntos ambientales del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina dos días después de que declarara que su país “no tiene política ambiental”.
El Comandante en Jefe del Comando Sur, Almirante Stavridis, llegó a Montevideo el 12 de diciembre de 2007. Ocho días antes recibió un informe de situación de la Embajada en Montevideo, escrito en este caso por el encargado de negocios, Peter Harding. Al igual que en los casos anteriores, reprodujo tramos completos del documento preparado para la secretaria Rice.
CONFIDENTIAL. MONTEVIDEO 001017
Para: Departamento de Estado. Casa Blanca. Departamento de Defensa. Consejo de Seguridad Nacional. Comando Sur.
“Argentina reclama que Uruguay ha violado el Tratado del río Uruguay de 1975. Aspectos del caso son analizados por la Corte Internacional de Justicia de La Haya y el Tribunal del Mercosur. Mientras que el Gobierno de los Estados Unidos se ha mantenido neutral, votamos el respaldo al préstamo del Banco Mundial para el proyecto” (de la planta de Botnia, hoy UPM).
“Las recientes visitas del Presidente Bush; Nicholas Burns; el secretario de Comercio (Carlos) Gutiérrez y del secretario del Tesoro (Hank) Paulson pusieron foco en profundizar el comercio, las inversiones y los entendimientos comerciales entre los dos países. Más allá del comercio, debemos trabajar también en áreas como la cooperación militar”.
Entre agosto y septiembre de 2008, dos representantes demócratas arribaron en misiones legislativas al Uruguay. El primero en pisar Montevideo fue Gregory Meeks (quien años después presidiría la estratégica comisión de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes). El segundo fue Collin Peterson.
A raíz de la llegada de estas delegaciones, el embajador Baxter envió a Washington dos cables (el 000444 y el 000489), catalogados por la información que aportaban como “sensibles pero desclasificados”.
En ambos casos, ubicó un párrafo en el que destacó:
“Argentina demandó a Uruguay en la Corte Internacional de Justicia y los manifestantes argentinos han bloqueado los puentes entre ambos países por más de dos años. El Gobierno argentino y los manifestantes reclaman que la pastera dañará ambientalmente las riberas de ambos países; Uruguay y Botnia están confiados en que la Corte fallará de otra manera”.
El cierre de la información disponible en documentos desclasificados se da con un mail que circuló el 21 de agosto de 2009 entre el funcionariado de Departamento de Estado, cuando Hillary Clinton ya había reemplazado a Condoleezza Rice. Opera como una muestra de lo que pasaba por la cabeza de gran parte de la diplomacia norteamericana en ese momento.
La secuencia comenzó cuando la especialista en Asuntos Públicos del Departamento Sara Mangiaracina le envió a Craig Kelly, ex embajador en Chile y en ese momento vicesecretario de la Dirección de Asuntos del Hemisferio Occidental, un artículo del Washington Post. Se trataba de un editorial firmado por el periodista Edward Schumacher – Matos titulado “Una mano abierta que debilita a Chávez”.
En un párrafo, el columnista del Post indicaba: “Los aliados de Chávez en Argentina, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su esposo, perdieron recientemente las elecciones legislativas y están ahora como minoritarios patos rengos (”lame ducks”) en ese país”. La expresión “pato rengo” se usa en inglés para referirse a quienes están próximos a perder el poder.
Kelly reenvió el documento a Jake Sullivan, a la consejera Cheryl Mills y a otro diplomático, Joseph Macmanus.
“Pienso que a S (Sullivan) le gustará esta pieza sobre nuestra política en la región”, expresó. Luego confesó que proveyeron información de manera reservada para el artículo (“we backgrounded extensively for it”) aunque aclaró que Schumacher – Matos forjó su propia opinión en cada caso (“leans this way in any case”).
Mills reenvió la cadena de correos a “H.” (¿Hillary Clinton?) con un lacónico agregado: “FYI” (For Your Information). testada?