En medio de la pulseada entre el gobierno de Javier Milei y la CGT, con marchas y un paro general en ciernes, la vicepresidenta Victoria Villarruel se mostró en una reunión que organizó un sindicato porteño y que contó con la participación líderes y funcionarios del PRO. Allí pronunció un discurso con pasajes de inconfundible narrativa peronista y envió una fuerte señal a los caciques gremiales.
“Dejamos de hablar del trabajo como el principal ordenador social de la comunidad organizada y terminamos hablando exclusivamente de alimentar con impuestos abusivos a un Estado paquidérmico enfermo, decadente, que estaba más interesado en arrancarnos de las entrañas nuestros valores, nuestras tradiciones, la dignidad de la persona humana, nuestras creencias, la importancia de la familia, de las organizaciones sociales y, principalmente, lo que quisieron arrancarnos fue la visión colaborativa entre el capital y el trabajo para construir la felicidad del pueblo y la grandeza de la Patria”, afirmó Villarruel.
El anfitrión del encuentro fue el secretario general del gremio de Gastronómicos de Buenos Aires, Dante Camaño, quien celebró el Día del Trabajador en una comida en la que, además de Villarruel, estuvieron dirigentes políticos del PRO y referentes sindicales alejados de la CGT. Entre los asistentes estuvieron el ministro de Seguridad porteño, Waldo Wolff; el ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad, Roberto García Moritán; el ex ministro de Trabajo Jorge Triaca, y el ex senador y fugaz presidente Ramón Puerta.
Villarruel participó tras ser invitada por la dirigente peronista Claudia Rucci, que es funcionaria del Senado y está vinculada a un mundo sindical que no rivaliza con la central obrera de la calle Azopardo, que mientras se desarrollaba este encuentro con la vicepresidenta, marchaba por el centro porteño para repudiar las reformas impulsadas por el gobierno de Javier Milei.
“En las últimas décadas pasamos de sostener que gobernar es crear trabajo y pasamos a un modelo empobrecedor donde nos quitaron la dignidad y el orgullo a todos los argentinos, donde nos pusieron de rodillas en nuestra propia tierra, bajo las migajas de los subsidios y de un mal llamado asistencialismo”, empezó su discurso Villarruel, que lo llevó escrito y lo leyó con el objetivo de expresar su posición política.
“Todos estos años se llenaron la boca con los derechos humanos y la inclusión, mientras los argentinos emigraban, se morían de hambre, no comían, nos fragmentábamos como sociedad y cada vez perdíamos más la conexión como pueblo”, aseguró la vicepresidenta y agregó: “No hay nada más inclusivo que un plato de comida en la mesa de todos los argentinos. No hay nada más inclusivo que tener salud, educación, seguridad, justicia en tu propia tierra junto a otro argentino, con libertad y con trabajo”.
Villarruel manifestó que “el trabajo ordena y dignifica. Es lo que da la capacidad para que podamos sentirnos parte de algo más grande, que nos trasciende, que trasciende nuestra propia individualidad y que es el pilar que sostiene esta casa común que es nuestra Patria. No creo que lo individual y lo colectivo sean irreconciliables. Somos seres únicos, pero tenemos mucho para ofrecer en pos del bien común”.
A la vicepresidenta le preguntaron ayer, antes del acto, qué opinaba sobre la jornada de movilización organizada por la Confederación General del Trabajo (CGT), pero evitó referirse al tema: “Estoy en el sindicato con los trabajadores, espero que la CGT también esté con los trabajadores”, respondió la presidenta de la Cámara alta.
Durante el discurso, de todos modos, expuso una narrativa alejada de las ideas libertarias. “Creo, como ustedes, que uno no puede realizarse en un país que no se realiza. Por eso no le escapo al debate frontal. Estoy convencida que debemos llevar adelante todas las batallas que haya que dar contra las ideas del atraso y de la decadencia. Salir de la trinchera, dejar de mirar atrás, mirar hacia adelante, en el diálogo con todos los argentinos, aún en las diferencias, para construir y para generar el futuro que nos albergue a todos los argentinos en nuestra tierra”.
“En nuestro país y en nuestro continente está todo por hacerse y el pleno empleo es un imperativo moral y un instrumento ineludible para el desarrollo de las naciones. Pero para desarrollarnos como soñamos necesitamos a los trabajadores y necesitamos que los trabajadores tengan educación y salud de calidad. Ellos y, por supuesto, sus familias”, aseguró.
Y continuó: “En este proceso que va a ser sacrificado, que va a ser difícil, no me vean como alguien alejada de sus preocupaciones, de su cotidianeidad, de sus problemas, sino más bien como una amiga, como una colaboradora que está dispuesta a trabajar con ustedes codo a codo para volver a recuperar la Argentina que nos han arrancado”.
Finalmente, Villarruel cerró su discursos: “Hoy, como ayer, tenemos la responsabilidad histórica de definir el país que deseamos. Solo falta que asumamos la decisión irrevocable de realizar la empresa que tenemos adelante. Por eso, feliz día del Trabajador. Feliz día del Trabajador para todos aquellos que con su esfuerzo y el de sus familias reconstruyen la Argentina. ¡Viva la Patria!”. Parecido, pero distinto, a la marca registrada de Milei y su “Viva la libertad, carajo”.