La convocatoria impulsada por los piqueteros, partidos de izquierda y movimientos sociales al Congreso, contra la Ley Bases que impulsa el Gobierno de Javier Milei, y que se debatía en la Cámara de Diputados, fue escasa. Menguada, si se la compara con la cantidad de asistentes que se convocaron en abril durante los tres días que se debatió la Ley Ómnibus que era más voluminosa que el proyecto consensuado con la oposición dialoguista y que, en cada una de esas convocatorias derivaron en enfrentamientos entre los militantes y las fuerzas federales.
La de ayer fue una concentración pacífica, no hubo incidentes, los piqueteros no desafiaron el protocolo antipiquetes y, en correlato con la cantidad de concurrentes, también la cantidad de efectivos desplegados en los alrededores del Palacio Legislativo, también fue inferior a los acantonados en febrero. Los grupos especiales de Prefectura, Gendarmería, la Policía Federal y la PSA, quedaron a la espera a viarias cuadras de la Plaza Congreso. Ni siquiera hizo falta la presencia de los efectivos de infantería y mucho menos las atemorizantes motos de la Brigada Blanca de la PFA, o los camiones hidrantes.
Quizás la novedad más importante fue esa, la protesta contra la propuesta legislativa del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) fue pacífica, como debería ser siempre. En paralelo, en el recinto, había discursos encendidos y frases subidas de tono.
El mayor despliegue territorial lo hizo el Polo Obrero, el MST, el MST Teresa Vive, y el Bloque Piquetero Nacional y partidos de izquierda enrolados de en el Frente de Izquierda Unidad.
La Unión Trabajadores de la Economía Popular (UTEP), bajo su paraguas abrevan organizaciones como el Movimiento Evita, Somos Barrios de Pie, la Corriente Clasista y Combativa (CCC), el Frente Popular Darío Santillán, y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) también convocaron, llegaron alrededor de las 17 y fueron los primeros en retirarse. Por convicción no decidieron mostrar músculo: enviaron “representaciones”.
Sí, se observó, un importante despliegue de columnas de “asambleas barriales”, que de manera organizada, y sin mezclarse con las con la UTEP y los piqueteros, irrumpieron en la Plaza Congreso casi al mismo tiempo con el Plenario de Trabajadores Jubilados, la Mesa Coordinadora de Jubilados y Pensionados y Jubilados de Izquierda que lo hicieron marchando sobre la Avenida Entre Ríos, pero sin violar el protocolo antipiquetes porque nunca detuvieron su marcha y fueron aplaudidos al sumarse a la concentración.
Dirigentes y diputados de izquierda
Quien mejor reflejó la jornada de protesta de ayer fue uno de sus convocantes, Eduardo Belliboni, líder del Polo Obrero. “La convocatoria no es todo lo importante que debería ser porque la CGT no llamó a una movilización. Si las centrales obreras hubieran convocado, porque acá, lo que se está discutiendo centralmente, pero no únicamente, son leyes laborales que costó mucho conseguir”.
En otro tramo del diálogo con este medio, el referente de la Unidad Piquetera -que ayer cumplió 65 años- apuntó: “La CGT debería haber adelantado el paro del 9 de mayo para el día de hoy”.
Sobre el operativo policial, Belliboni expresó, en diálogo con Crónica TV: “Hay un operativo tremendamente costoso en los alrededores, pero acá están más tranquilos, están con los cascos abajo, y nosotros también. Nosotros no queremos que se pudra y estamos llamando a que la gente venga y que la CGT también venga”.
Lo que dijo Belliboni fue exactamente así. Advertida de que no había desbordes en la Plaza Congreso, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, evitó desplegar a los grupos especiales en los alrededores del Congreso. Tampoco instaló las vallas metálicas negras que quedaron apiladas sobre la Avenida Entre Ríos entre Hipólito Yrigoyen y Rivadavia. Solo una primera columna de jóvenes policías federales desarmados y sin fenólicos oficiaban de barrera humana para rodear la Plaza Congreso y poner un límite a los manifestantes que en ningún momento amagaron bajar a la calzada para interrumpir el tránsito.
Quizás, la mayor, y mejor novedad fue la expresión democrática pacífica. Dentro de los recintos se escuchaban encendidos discursos. Afuera los cánticos de siempre: “unidad de los trabajadores”; “la patria no se vende”; “fuera Milei” y, entre otras, “abajo la Ley Bases”.
A las 21.25 no quedaba ni una sola bandera, ni un solo manifestante. Y los pocos policías que quedaban observaban cómo los operarios del Gobierno de la Ciudad comenzaban a levantar los residuos.
A diferencia de febrero, además de la temperatura veraniega asfixiante, los ánimos de los concurrentes era distinto. Ayer no aparecieron los “infiltrados encapuchados” que, cargados de piedras, palos y objetos contundentes, comenzaron a arrojar contra las fuerzas federales, pero también sobre los piqueteros y militantes de izquierda, periodistas y jubilados y catalizaron el caos que derivó -el 2 de febrero- en fiereza, heridos, Belliboni internado en terapia intensiva porque el gas pimienta policial le cerró las glotis y no podía respirar, y detenidos que poco después fueron liberados.
Antes de las 20, los diputados de izquierda Nicolás del Caño y Myriam Bregman abandonaron por veinte minutos el recinto, se subieron a un improvisado escenario montado en el medio de la Plaza Congreso, le anticipó a la militancia que, al menos hasta esa hora, La Libertad Alianza tenía los votos para imponer la Ley Bases, y recordó que el bloque de izquierda votó en contra de debatir “sin cuartos intermedios y por capítulos, no artículo por artículo” e instó a la militancia a “mantenernos movilizados porque esta lucha recién comienza”, después de los aplausos, dio las “buenas noches” a la militancia y regresó a su banca. Dos horas después, la Plaza Congreso quedó vacía mientras en el recinto el acalorado debate continuaba.