Este lunes por la noche se llevó a cabo la cena anual de CIPPEC en la Rural. Allí asistieron dirigentes de todo el arco político y sindical, además de empresarios, sindicalistas y funcionarios de organismos sociales. La línea discursiva principal estuvo a cargo de la directora, Gala Díaz Langou, que hizo referencia al costo que está pagando gran parte de la sociedad por el fuerte ajuste económico del gobierno libertario.
La titular del CIPPEC pidió que haya mayor diálogo político entre las diferentes vertientes y dijo que observaron durante estos cuatro primeros meses de gestión que “hay algunos síntomas de desapego a hábitos democráticos”, en referencia al comportamiento del Poder Ejecutivo, que lidera el presidente Javier Milei.
Antes del clásico discurso central, la dirigencia política y sindical compartieron miradas, preocupaciones y cuestionamientos sobre la realidad política. Fue durante el cóctel de bienvenida, que suele ser el momento donde los invitados tienen más espacio y tiempo para poder intercambiar pareceres. Un repaso de pasillo sobre los temas centrales de la agenda política.
Entre los invitados estuvieron varios de los diputados de la oposición dialoguista, clave en esta etapa para que el Gobierno pueda aprobar la nueva Ley Ómnibus. Por la cena pasaron Nicolás Massot, Emilio Monzó, Juan Manuel López, Maximiliano Ferraro, Oscar Agost Carreño y Martín Tetaz. Uno de los temas centrales de la noche fue el futuro de la iniciativa parlamentaria, que comenzaría a ser tratada la semana que viene en la Cámara baja.
“El diálogo político mejoró. Pero aún sigue sin haber acuerdos sólidos”, explicó uno de los legisladores presentes. Y agregó: “La interna de ellos dificulta todo. Es un gran desorden”. La oposición mira con desconfianza el tramo final de la negociación por la nueva ley porque aún falta que haya un acuerdo político sólido para defender en las comisiones y, posteriormente, en el recinto.
“Esa ley ya no es nada. Habrá que ver si pasa el filtro de Diputados esta vez”, dijo, con un poco de ironía, un legislador del peronismo, al que le cuesta entender los tiempos y las formas de la política libertaria. En general, la sensación que hay en la dirigencia es que esta vez el proyecto saldrá, más por voluntad de la oposición dialoguista que por pericia oficialista para cautivar voluntades.
Sin embargo, en paralelo a la falta de confianza, el Gobierno intenta avanzar en la búsqueda de votos. En las próximas horas el ministro del Interior, Guillermo Francos, viajará a Santiago del Estero para reunirse con el gobernador Gerardo Zamora, de Unión por la Patria (UP). En la Casa Rosada saben que es necesario construir alianzas más sólidas con el norte y el centro del país para poder sacar la ley, ya que no cuentan con el aval de la mayoría de los gobernadores patagónicos.
“Creo que la vamos a sacar. Aprendimos de nuestros errores y esta vez está todo dado para que la aprobemos”, sostuvo un diputado de La Libertad Avanza (LLA) que estuvo presente en la cena. Hay optimismo y convicción de que se hicieron los cambios necesarios para que el proyecto sea aprobado sin tantos cuestionamientos como el anterior.
Otro de los temas que giró por el salón de La Rural fue la interna libertaria, que derivó en la salida de Oscar Zago de la presidencia del bloque de diputados y que enrareció el clima en el oficialismo. “¿Qué es lo malo de que se haya cambiado el jefe del bloque?”, se preguntó uno de los referentes de LLA presentes. En el Gobierno le bajan la espuma al conflicto interno y aseguran que no habrá más filtraciones y que la diputada Marcela Pagano, en conflicto por su lugar en la comisión de Juicio Político, seguirá en el bloque.
Entre los dirigentes presentes coincidieron que los próximos dos meses del Gobierno serán determinantes para saber el respaldo de la gente que, hasta el momento, ha dado muestras claras de querer tolerar el fuerte ajuste fiscal, la profundización de la recesión y la caída de los ingresos. En las semanas que vienen la clave estará en el aumento del gas, la luz y el transporte. Y, sobre todo, en la reacción de la sociedad ante tantos aumentos.
Entre los comensales también se habló de la crisis interna que está viviendo el peronismo y que explotó después de que Andrés “Cuervo” Larroque apuntara contra Máximo Kirchner y La Cámpora, y discutiera la conducción de Cristina Kirchner, a la par de asegurar que hay sectores de la fuerza política que quieren desgastar la imagen y gestión del gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof.
“La gente no nos quiere ni ver. Esto es una rencilla entre los K. Hay que resignificar el peronismo. Así como está, no va a ningún lado. Seguimos discutiendo sobre lo mismo”, indicó un dirigente del peronismo. La autocrítica está a flor de piel y el fuego cruzado también, debido a que las culpas van y vienen por el subsuelo de la oposición.
La mayoría de los peronistas presentes coincidieron en que no es momento de afrontar una nueva interna, después de las peleas interminables que se vivieron durante el gobierno de Alberto Fernández. “Todo se da por lo que viene. Es una discusión anticipada sobre el cierre de listas del año que viene”, se quejó uno de los pocos dirigentes peronistas que estuvo en el encuentro. Y agregó: “Esta tensión, a esta altura del año, no tiene demasiado sentido”.