Liliana Archimbal, una ex funcionaria del Ministerio de Trabajo en el gobierno de Cambiemos, será la nueva subsecretaria de Trabajo en reemplazo de Mariana Hortal Sueldo. De esta forma, el secretario de Trabajo, Julio Cordero, eligió para secundarlo a una abogada que integró el equipo de Jorge Triaca.
Así, Triaca mantendrá su influencia en la estructura laboral del Gobierno: de su equipo surgieron, entre otros, Omar Yasín (ex director del Seclo y luego secretario de Trabajo del gobierno libertario), Horacio Pitrau (secretario y subsecretario de Trabajo), Hortal Sueldo (ex integrante del área de Seguridad Social, a la que volvió como subsecretaria en 2023, y luego subsecretaria de Trabajo) y Miguel Angel Ponte (ex secretario de Empleo del macrismo y miembro del equipo laboral de La Libertad Avanza).
Lo curioso es que, a comienzos del gobierno de Milei, la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, vetó dos nombres que había sugerido Yasín para su equipo (Karina Palacios y Mercedes Gadea) justamente porque habían integrado el Ministerio de Trabajo en épocas de Triaca.
Ahora, dicen que el nombre de Archimbal fue sugerido por Ponte. Se trata de una funcionaria de carrera en la cartera laboral, que comenzó allí cuando Jorge Triaca padre, dirigente del Sindicato de Plásticos, fue ministro de Trabajo durante el gobierno de Carlos Menem. En Trabajo fue directora de Sumarios Administrativos y cuando asumió Triaca fue ascendida a directora de Asuntos Jurídicos, puesto que mantuvo hasta después del cambio de gobierno porque siguió durante algunos meses en la gestión de Claudio Moroni, algo que le reprocharon al ex ministro desde el kirchnerismo.
“Conoce mucho, es buena persona, muy católica”, la definen quienes la conocen desde hace mucho tiempo. Archimbal, según figura en su perfil de Linkedin, se recibió de abogada en 1986 en la Universidad de Buenos Aires, fue profesora titular de la Escuela del Cuerpo de Abogadas y Abogados del Estado y consultora de la Organización Iberoamericana de la Seguridad Social (OISS). De todas formas, la nueva funcionaria laboral ya se estaba desempeñando como asesora del área de Asuntos Jurídicos de la Secretaría de Trabajo por sus conocimientos y experiencia en el tema.
Como Hortal Sueldo, Archimbal tiene un perfil más técnico que político, como el del primer subsecretario de Trabajo del gobierno libertario, Horacio Pitrau, quien contaba con experiencia en la gestión (fue secretario de Trabajo de Triaca) y fluidos contactos en el sindicalismo y en el empresariado, pero fue echado en enero de este año al ser responsabilizado por el ala dura del Gobierno de haber intentado un acercamiento con algunos dirigentes gremiales.
En realidad, Yasín y Pitrau pusieron en marcha una jugada para dividir a la CGT y lograr acuerdos con importantes sindicatos en medio de las tensiones por la reforma laboral que figuran en el DNU. La máxima expresión de esa maniobra fue la foto de Pettovello con el líder del Sindicato de Comercio, Armando Cavalieri, quien maneja el gremio más numeroso del país, con 1.200.000 afiliados.
El DNU de Milei puso límites a las cuotas solidarias, un sistema adicional de recaudación sindical a través de los convenios colectivos, al establecer que podían cobrarse sólo si había un “consentimiento explícito” de los trabajadores. La clave de ese recurso de financiamiento de los sindicatos es justamente que una vez que se pacta con los empresarios en los convenios se descuenta un porcentaje determinado de los salarios a todos los trabajadores de una actividad, sean afiliados o no.
Tras alertar que ese cambio en las cuotas solidarias iba a llevar a “la quiebra” a su sindicato, Cavalieri se reunió con Pettovello para plantear su reclamo sobre las cuotas solidarias y obtuvo la promesa oficial de una solución a su reclamo. En rigor, le dijeron que, a pedido de él, podía emitirse un dictamen de interpretación para que siguiera cobrando sin cambios las cuotas solidarias.
Yasín y Pitrau imaginaron esa jugada como una forma de meter una cuña en el mundo sindical porque cada dirigente se vería obligado a gestionar una audiencia para pedir el mismo dictamen que había obtenido Cavalieri, ya que esa decisión oficial no tendría alcances generales. En el fondo, era una forma de intentar debilitar a una CGT que empezaba a pintarse la cara contra el Gobierno, sacándole respaldos como, en este caso, el del gremio más numeroso de la Argentina.
Pero, además, Cavalieri le anunció a Pettovello su decisión de adherir desde su convenio al nuevo sistema de indemnizaciones previsto en el DNU con la creación de un Fondo de Cese Laboral como el que rige en la UOCRA. Esa decisión iba ser imitada por otros importantes sindicatos.
Sin embargo, el acuerdo entre Pettovello y Cavalieri desató una tormenta en el Gobierno. Primero fue Federico Sturzenegger, el cerebro del plan para desregular la economía, quien le planteó a la ministra su rechazo a la decisión que benefició a Cavalieri para el cobro de las cuotas solidarias. De una primera charla entre ambos surgió un encuentro presidido por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse. Allí se resolvió llamarlo a Yasín para “pedirle la cabeza” de algún responsable del “error” que flexibilizó el pago de las cuotas solidarias porque entendían que había que endurecerse ante el sindicalismo luego de que la CGT avanzara con su ofensiva judicial contra el DNU (que finalmente logró frenar la reforma laboral) y dispuso el paro con movilización al Congreso del 24 de enero.
Por eso finalmente se decidió desplazar a Pitrau de la subsecretaría de Trabajo, quien fue reemplazado por Hortal Sueldo. Ahora la tocará a Archimbal la tarea de pilotear, junto con Cordero, una de las etapas más difíciles de la relación conflictiva entre el sindicalismo y el Gobierno.