Javier Milei se encontró a la medianoche del jueves con Laura Richardson, jefa del Comando Sur, para fortalecer su alianza estratégica con los Estados Unidos. Allí el Presidente aprovechó la cita institucional con la general para transmitir una clara señal diplomática contra las intenciones de China en Tierra del Fuego, en medio de la creciente preocupación del país norteamericano por las operaciones de los representantes orientales.
Milei decidió congelar todos los emprendimientos que proyectaba China en Argentina para consolidar su fortaleza geopolítica: suspendió las obras de las represas hidroeléctricas en Santa Cruz, descartó que empresas chinas participen en la Hidrovía, canceló la construcción de las centrales nucleares en Buenos Aires y descartó que Beijing acceda a mayores yacimientos de litio y minerales raros, un insumo clave para futuros desarrollos tecnológicos.
En su última comparecencia en el Capitolio, Richardson alertó sobre las intenciones de China de construir un puerto multipropósito en Río Grande destinado a monitorear el paso bioceánico y clavar una pica en la entrada de la Antártida.
Milei no está de acuerdo con la construcción del puerto, y planteó su rechazo con una finta diplomática: hizo referencia a una base naval que Argentina levanta con el respaldo de los Estados Unidos.
“Hoy estamos aquí para ratificar nuestro esfuerzo en el desarrollo de nuestra base naval integrada. Se trata de un gran centro logístico que constituirá el puerto de desarrollo más cercano a la Antártida y convertirá a nuestros países en la puerta de entrada al continente blanco. Esta obra nos permitirá desarrollar la economía local, brindar un servicio logístico que permita las reparaciones y apoyo a los cruceros de buques comerciales que operan en el Atlántico Sur”, señaló el Presidente.
Con la nueva base naval, China ya no tendrá argumentos para financiar un puerto multipropósito en Río Grande que pensaba controlar como actualmente lo hace con la base espacial en Neuquén. El gobernador de Tierra del Fuego, Gustavo Melella, que está a favor del puerto financiado por Xi Jinping, no recibió al Presidente como indica el protocolo de estilo.
Milei aterrizó cerca de la medianoche a Usuahia junto al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, el ministro del Interior, Guillermo Francos, el ministro de Defensa, Luis Petri, y la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei. Hacia frío en la pista -casi cero grados- y la comitiva llegó en caravana a la base militar.
El encuentro bilateral empezó con el Himno Nacional -que Stanley cantó de memoria-, el himno de los Estados Unidos y al final, en un evidente gesto de ratificación política, la Marcha de las Malvinas. Milei defiende la soberanía en las Islas del Atlánticos Sur y cuestiona la ocupación territorial del Reino Unido.
En este contexto, el jefe de Estado conoce la historia del conflicto en Malvinas y afirma que no es posible proyectar en este tiempo la relación política que en esa época tenía Ronald Reagan con Margaret Thatcher. Milei considera que Estados Unidos ahora tiene una mirada diferente respecto a la Argentina y que lo que sucedió en 1982 no tendrá una continuación en el futuro próximo.
“Más allá de los vaivenes políticos y diplomáticos que han tenido los gobiernos de distintos signos políticos, tanto aquí como allá, los argentinos, como pueblo tenemos una afinidad natural con los Estados Unidos. Ambos pertenecemos a la tradición occidental, con una cultura, una historia política y una forma de vivir en sociedad en buena parte compartida”, describió el presidente cuando promediaba su discurso.
MIlei cree en la necesidad de aliarse con Washington, y por eso hizo el gesto político de viajar 2350 kilómetros para reunirse dos horas con la general Richardson. Fue un viaje fuera de agenda que sorprendió en el Ala Oeste de la Casa Blanca, el espacio de poder que habitan los principales asesores de Biden.