En una semana cargada de homenajes del Gobierno a los caídos y veteranos de Malvinas, el arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, envió un mensaje político en su homilía por el 2 de abril, donde hizo una extensa reflexión sobre el conflicto y las víctimas y pidió no usar ideológicamente la guerra. Desde el púlpito de la Catedral Metropolitana, el arzobispo lamentó además la situación de pobreza, especialmente de los jubilados, y se refirió sutilmente a las dificultades en el acceso a los medicamentos, ejes de controversia actual derivados del fuerte ajuste que ejecuta Javier Milei.
“Cada 2 de abril es también motivo para llorar. Porque, a pesar de que vivimos en una cultura que quiere esconder la muerte, el dolor y el sufrimiento, al mundo de hoy le falta llorar. Lloran los marginados, lloran aquellos que son dejados de lado, lloran los despreciados, pero aquellos que llevamos una vida más o menos sin necesidades no sabemos llorar”, razonó frente a un templo colmado de fieles, muchos de ellos con banderas celestes y blancas, y uniformes militares.
“Ciertas realidades de la vida solamente se ven con los ojos limpios por las lágrimas”, continuó. E invitó a los presentes a preguntarse: “¿Yo aprendí a llorar? ¿Yo aprendí a llorar cuando veo un niño con hambre, un adolescente drogado en la calle, un padre desesperado por llevar el pan a su familia o un jubilado que no puede comprar su medicación? ¿O mi llanto es el llanto caprichoso de aquel que llora porque le gustaría tener algo más?”, deslizó García Cuerva, días después de la larga discusión por las erogaciones previsionales en el marco inflacionario que el Gobierno terminó de saldar tardíamente con un DNU para actualizar la fórmula.
No es la primera vez que un miembro de peso de la Iglesia hace un llamado de atención sobre la delicada situación social. El más reciente lo hizo el propio papa Francisco, que pidió la semana pasada un abordaje “integral” en la lucha contra el narcotráfico en Rosario, con especial enfoque en la prevención, en contraposición al “silencio del Estado”. Y el propio García Cuerva había dicho en la víspera de las Pascuas que la inflación “es un tema de todos” y había advertido por las “víctimas” de las medidas económicas, aunque con la aclaración de que la situación “es muy complicada desde hace mucho tiempo” y que no es un problema solo “de este Gobierno o del anterior”.
Si bien en la misa había pocos miembros del Congreso -además de Araujo, el correntino Lisandro Almirón y la legisladora porteña Montenegro-, sólo asistió una representante del Poder Ejecutivo. La canciller Diana Mondino escuchó las palabras del primado desde la primera fila, sentada junto a su secretaria de Malvinas, Paola Di Chiaro, y el Secretario General y de Relaciones Internacionales de la Ciudad, Fulvio Pompeo. Al final, mientras dejaba el templo, la ministra ponderó el mensaje y relativizó los sutiles cuestionamientos del Arzobispo en diálogo con Infobae: “La Iglesia siempre se preocupó por los pobres. No es de ahora solamente”, contestó sobre las alusiones a la indigencia. Luego admitió, con una mano sobre el pecho: “Está claro que tenemos un problema con eso (por la pobreza en general), nos duele y estamos poniendo cuerpo y alma para solucionarlo”.
La presidenta del Senado, Victoria Villarruel, hija de un veterano y especialmente había confirmado que formaría parte de la ceremonia religiosa, pero finalmente no asistió. Había sido invitada por la diputada libertaria y hermana de un veterano, María Fernanda Araujo, quien participó de la organización y llevó a sus compañeros de militancia a la Catedral. En el entorno de la vice aseguraron que decidió quedarse porque estaba “emocionada” por los inusuales “gestos de afecto” del Presidente más temprano, en el acto que compartieron frente al cenotafio de la Plaza San Martín, luego de la fuerte discusiones públicas por una diversidad de desacuerdos. De todas formas, mañana protagonizará su propio acto, en el salón Azul de la Cámara alta, por la entrega de diplomas de honor a ex combatientes que organizó de manera independiente a la Casa Rosada.
Mondino tuvo un día largo. Por la mañana había asistido al acto frente a la Cancillería con Milei y Villarruel. Y por la tarde al que organizó la hermana del jefe de Estado, Karina Milei, en la Casa Rosada, para inaugurar el nuevo nombre del Salón de los Pueblos Originarios, que desde hoy fue llamado oficialmente “Salón Héroes de Malvinas”. La secretaria de la Presidencia no emitió palabra, pero le encargó el discurso a Adorni, que habló largamente de cómo el Gobierno pondera a los ex combatientes, en contraposición a otras fuerzas políticas que no mencionó pero sí criticó por “populistas”.
Justamente, el arzobispo pidió esta tarde no utilizar de manera partidaria la historia de las Malvinas. “Nos duele la guerra y el uso ideológico de Malvinas. Lloramos fracasos, frustraciones y los muertos de la pandemia. Lloramos de tristeza y bronca porque nos duele la patria. Es díficil cuando ideología se apropia”, insistió. Y leyó un réquiem que había citado Francisco, titulado: “Se nos murió la patria”.
Al final, pidió que los combatientes en el conflicto sirvan de inspiración para la unidad: “Que nuestras lágrimas y la sangre de nuestros héroes fecunden nuestra amada Argentina para que, de una vez y para siempre, germinen frutos de solidaridad, justicia, y paz para todos sus habitantes. Que Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, interceda por todo nuestro pueblo, y como Madre, acaricie y cure las heridas aún no cicatrizadas de la guerra”, finalizó.