Dialoguistas y combativos se sacan chispas en la CGT para definir cómo luchar contra el gobierno de Milei

Pablo Moyano insistió en que esta semana se definirá un paro general para abril, pero sus colegas-rivales enfrían la decisión. Qué hay detrás de estos tironeos. La polémica amenaza de un líder de la CTA. Contactos cegetistas con la Iglesia, el embajador de EEUU y la Corte

La CGT está unida contra Javier Milei, pero dividida a la hora de definir cómo lo enfrentará

La CGT da vuelta un viejo lema radical en su dilema de cómo enfrentarse a Javier Milei. “Que se rompa, pero que no se doble”, fue la frase que inmortalizó Leandro N. Alem y que signó al radicalismo. Hoy, la central obrera la aplica al revés: se dobla en más internas que nunca, pero no se rompe (por ahora, al menos). El mérito es del gobierno libertario, cuyas políticas de ajuste y achicamiento del Estado lograron que las diferencias de la dirigencia cegetista se disimulen. ¿Hasta cuándo?

La postal que construyen los sindicalistas en estas horas no es nueva: todos son opositores, aunque algunos quieren establecer algún tipo de negociación con la Casa Rosada y otros sólo apuestan a frenar las medidas del Presidente con paros y movilizaciones. Es la clásica división entre dialoguistas y combativos, que marcó a fuego la historia del movimiento obrero argentino, aunque también hay quienes se atrincheran en la vereda de enfrente de Milei con posturas extremas y destituyentes.

El mejor ejemplo es el del titular de la combativa CTA Autónoma, Hugo “Cachorro” Godoy: “Debemos acelerar los tiempos de lucha porque si bien el Gobierno asumió por la legitimidad del voto popular, hoy esa legitimidad de origen Milei la está perdiendo por el ajuste, el saqueo y la entrega de la soberanía nacional. A los déspotas y dictadores el pueblo argentino los echa como ya lo hicimos a lo largo de la historia”, advirtió en un congreso realizado este sábado por esa central obrera.

Javier Milei avanza con decisiones que ponen al sindicalismo en pie de guerra (Foto EFE)

Entre los invitados especiales que escucharon la amenaza de Godoy había representantes del kirchnerismo como el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi; el ministro de Trabajo bonaerense, Walter Correa; los líderes de la otra fracción de la CTA, Hugo Yasky y Roberto Baradel, y el titular de la UOM y dirigente de la CGT, Abel Furlán, además de dos exponentes del trotskista Partido Obrero como Eduardo Belliboni y Néstor Pitrola, entre otros. Si ninguno tomó distancia de esos dichos, podría suponerse que están de acuerdo. ¿Habrán resuelto de qué forma piensan echar al Presidente?

Godoy pertenece a la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), aunque de una fracción distinta a la de su actual jefe, Rodolfo Aguiar, uno de los más encarnizados enemigos sindicales de Milei porque las medidas oficiales implican un fuerte ajuste en la estructura estatal. Ahora, confirmó una huelga de 48 horas este martes y miércoles que paralizará los controles en puertos, aeropuertos y aduanas, lo que implicará frenar las exportaciones, en protesta por el despido del 30% del personal en el SENASA.

En la cúpula de la CGT, de todas formas, la grieta está a pleno. De un lado, Pablo Moyano (Camioneros), uno de sus cotitulares, anunció que esta semana evaluarán realizar el segundo paro general contra Milei, que estaría previsto para los primeros días de abril. Pero en el sector mayoritario de la CGT (”Gordos” e independientes”) insistieron en que se trata de una posición personal, sin el consenso de sus pares. “Está pidiendo una reunión de la mesa chica, pero quedó aislado y busca diferenciarse con una postura muy dura que, por ahora, no compartimos. Hay que medir los tiempos en la pelea con Milei para no equivocarnos”, señaló un miembro del ala dialoguista.

Hugo "Cachorro" Godoy, el líder de la CTA Autónoma que acuñó una polémica frase contra Javier Milei

La alianza sindical que maneja la CGT (capitaneada por Héctor Daer, de Sanidad; Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de UOCRA, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias) prefiere mantener una estrategia de desgaste del Gobierno mediante una serie de acciones antes de llegar a otro paro: luego de la impugnación judicial del DNU 70, que logró frenar la reforma laboral que contempla, los líderes cegetistas reforzaron la presión sobre los gobernadores y los legisladores para que rechacen el Decreto de Necesidad y Urgencia, jugada que ayudó a que el Senado votara en contra de la norma que dictó Milei y que repetirán para tratar de que suceda lo mismo en la Cámara de Diputados.

A la vez, desde la CGT se decidió priorizar los planes de lucha resueltos por cada sindicato contra el Gobierno y demorar la definición del nuevo paro general. Los motivos de esa postergación son varios. La cúpula cegetista cree que, por más opositora que sea, no puede llevar adelante una huelga por mes. Se desgastaría una herramienta clave para canalizar la resistencia hacia las medidas gubernamentales. La repetición de protestas generales trae demasiadas reminiscencias de los 13 paros contra Raúl Alfonsín. Y en ese caso se hicieron a lo largo de 6 años. Milei lleva tres meses en la Casa Rosada y la CGT superó todos sus récords: sólo esperó 17 días de la asunción presidencial para protestar ante el Palacio de Tribunales y 45 días para su primer paro de 12 horas con movilización. A este ritmo, y si las medidas no consiguen resultados, será imposible que mantengan el apoyo.

Pero, además, los directivos de la CGT están desconcertados: no entienden cómo Milei conserva buena imagen en las encuestas pese a una caída de la economía y del consumo que no generó ni un cacerolazo entre esa clase media castigada por las medidas oficiales. Sus propias bases son las que votaron mayoritariamente al líder libertario, pese a la fuerte apuesta sindical por Sergio Massa, y ahora perciben que allí no hay un clima tan virulento contra el Gobierno por más que sus políticas impliquen no homologar aumentos salariales mayores al 15% y despedir empleados públicos.

La Confederación de Trabajadores del Transporte (CATT), presidida por Sergio Sasia y Juan Carlos Schmid, realizará un plenario nacional para analizar su estrategia contra el Gobierno

¿Significa que la CGT no hará otro paro general? Sólo significa que no quiere apresurarse, como admitió Sergio Sasia, el líder de la Unión Ferroviaria y de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT), además de secretario de Vivienda de la CGT: “Van 100 días de gobierno, sabemos la aceptación que tiene el Presidente y cuáles son las decisiones que tomó. Sobre esa base trazamos una agenda. Hay que ser sabios y prudentes, dijo el general (Juan Domingo Perón). Nunca descartamos una medida, pero no la estamos analizando en este momento”, dijo a Infobae.

El sindicalista ferroviario encabezá este martes un plenario nacional de la poderosa confederación del transporte que analizará la estrategia por seguir. Pablo Moyano también aseguró que en ese encuentro “va a surgir la necesidad de llevar adelante una acción en abril”, aunque Sasia afirmó que “no hablamos de medidas de fuerza” y destacó: “Venimos acompañando la agenda de la CGT”.

Habrá que ver qué sucede en el plenario, pero Pablo Moyano no integra la CATT: el secretario Gremial es Omar Pérez, dirigente de confianza de Hugo Moyano en la Federación de Camioneros. Y se sabe que los Moyano siguen peleados y llenos de discrepancias políticas y sindicales. Otros integrantes de esa entidad del transporte son el moyanista Juan Pablo Brey (aeronavegantes) y el kirchnerista Pablo Biró (pilotos), aunque ambos acaban de rubricar un acuerdo salarial y levantaron el paro que iba a paralizar los vuelos en Semana Santa. Curiosamente, o no tanto, un jefe de la CGT del sector dialoguista ayudó con sus contactos oficiales a que el Gobierno accediera a darles un incremento a los aeronáuticos. Todo sirve para descomprimir las presiones de los más duros en favor del paro general.

El secretario de Trabajo, Julio Cordero

Más allá del mediador secreto, la administración libertaria comenzó a ceder en algunas decisiones tajantes. Así como postergó el aumento del gas y de los boletos de colectivos y trenes, homologó algunos aumentos que se apartaban de la estricta pauta salarial de Economía y así como accedió a una mejora para los aeronáuticos en las paritarias hizo lo mismo este viernes con los ferroviarios (en los dos casos se habían alcanzado acuerdos que fueron frenados por el ministro Caputo). Y los aprestos para privatizar AYSA se desaceleraron porque ahora el Gobierno analiza la viabilidad de un plan de reestructuración de la empresa elaborado por el Sindicato de Obras Sanitarias, que conduce José Luis Lingeri, y que permitiría una reducción de gastos de alrededor de 160 mil millones de pesos.

El flamante secretario de Trabajo, Julio Cordero, mantiene un perfil muy bajo: aún medita cómo armar su equipo (la subsecretaria Mariana Hortal se quedará hasta que designen a su sucesor y el libertario Luis Palomino continuará al frente de la Subsecretaría de Empleo), mientras prometió revisar paritaria por paritaria para homologarlas sólo si verifica que el aumento se otorgó en función de una mayor productividad. Y hay sindicalistas que deslizan que el ex abogado de Techint y la UIA ya comenzó a tener encuentros secretos con algunos de ellos. Cordero tiene en mente un llamado al diálogo a la CGT y a los empresarios. ¿Tendrá luz verde de Milei y de Caputo para hacerlo?

Las señales de ese tipo no llegan a todos los sectores. La intransigencia libertaria mantiene el cepo sobre los salarios docentes y por eso, más allá del paro de 24 horas que hicieron el 4 de marzo, los sindicatos educativos agrupados en la CGT tuvieron la semana pasada un sugestivo encuentro con el titular de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea. La voz cantante la llevó Sergio Romero, el líder de la Unión Docentes Argentinos (UDA) y secretario de Políticas Educativas de la CGT: le planteó junto con sus pares de otros gremios la situación de unos 340.000 docentes que cobran sueldos por debajo de la línea de pobreza y el titular del Episcopado, según dijo, “se ofreció a llevar nuestras palabras de preocupación y reclamo al secretario de Educación, Carlos Torrendell”.

El titular del Episcopado, Oscar Ojea, y el líder de UDA, Sergio Romero

Otra reunión significativa fue la que mantuvo la plana mayor de la CGT (sin Pablo Moyano ni el barrionuevista Carlos Acuña) con el embajador de EEUU, Marc Stanley. Los dirigentes gremiales celebraron como si hubiera sido un guiño de apoyo el mensaje que el diplomático publicó en X: “EE.UU. sabe que la protección de los derechos de los trabajadores es crucial para la salud de una sociedad democrática y una economía sólida. Tuvimos una excelente conversación nuevamente con @cgtoficialok sobre el importante papel de los sindicatos en la protección de esos derechos”.

Contactos similares, pero en forma reservada, hicieron emisarios de la CGT con la Corte Suprema de Justicia para exponer sus argumentos contra la validez del DNU 70. Milei confiaba en que el alto tribunal iba a expedirse en favor de la constitucionalidad del decreto porque tenía algunas señales en ese sentido: se le hizo saber al oficialismo que los ministros de la Corte no tenían objeciones a casi toda la reforma laboral que impulsa el Gobierno, menos dos de los artículos que chocan con la jurisprudencia. Se tratan del que establece los servicios esenciales en la educación y el transporte y el que limita las cuotas solidarias. “El problema es cómo están redactados”, fue el mensaje que le llegó al Presidente. Por eso en la Casa Rosada se confiaron en que la Corte podía darle una buena noticia acerca de la validez del DNU 70. Sin embargo, los tiempos se alargaron y Milei se cansó de esperar. Así se gestó la “venganza” libertaria: dejando atrás la promesa que hizo de consultarles los nombres para el tribunal, el Presidente sorprendió a los integrantes de la Corte al proponer postulantes sin siquiera avisarles y, para colmo, al incluir a un juez que genera resistencias como Ariel Lijo.

Por eso en la CGT hay un clima de contenida euforia: están convencidos de que el gobierno de Milei comenzó a dar marcha atrás en algunas de sus decisiones más duras y que incluso el gesto que representa postular al polémico Lijo para integrarse a la Corte simboliza un gesto de hostilidad hacia el máximo tribunal que terminará beneficiando directa o indirectamente al sindicalismo. Después de todo, como los jefes cegetistas, en el Poder Judicial también saben cómo doblarse sin romperse.