Argentina y Estados Unidos tienen idéntica agenda geopolítica: enfrentar a China, Irán y el narcotráfico, que profundizan su influencia regional y ponen en jaque la estabilidad de la democracia en América Latina. La similitud de intereses en seguridad nacional quedó ratificada durante la reunión que mantuvieron el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), William Burns, en Balcarce 50. Burns elogió la posición de Javier Milei en el tablero internacional, que comparte la perspectiva global de la Casa Blanca.
El director de la CIA recorrió una trayectoria diplomática que es respetada por demócratas y republicanos. Inició muy joven con un destino en Jordania, fue embajador en Rusia con Vladimir Putin en el Kremlin, asesor de George Bush (h) cuando cayeron las Torres Gemelas y estuvo junto a Barack Obama al momento de iniciar la “Operación Jerónimo”, que terminó con la vida del terrorista Osama Bin Laden.
La experiencia de Burns más los dossiers secretos de Langley ratificaron su opinión sobre la administración Milei. El director de la CIA considera que Argentina es una aliada fiable en América Latina para enfrentar la ofensiva regional desatada por China, Irán y los carteles del narcotráfico.
Burns asume la afinidad política que tiene Milei con Donald Trump, y no le gusta nada, pero en Oxford entendió que la diplomacia consiste en manejar las crisis. Esa lección le llegó de Hedley Bull, que escribió La Sociedad Anárquica, un libro clave para entender cómo funciona el mundo bajo las reglas de Hobbes.
-Ustedes los americanos tienden a ser impacientes por las imperfecciones del mundo, y están convencidos que todos los problemas tienen solución-, acicateó Bull a Burns durante una clase semanal.
-¿Y cuál es el problema de eso?-, replicó el joven estudiante de Oxford.
-Ninguno. Yo admiro la ingenuidad americana. Pero la diplomacia habitualmente es manejar problemas más que resolverlos.
Burns aprendió la lección de Bull y puso entre paréntesis las relaciones personales y políticas que Milei mantiene con Trump, el adversario de Joseph Biden en las próximas elecciones presidenciales.
En este contexto, Posse y Burns definieron una hoja de ruta que se basará en la cooperación mutua y en el apoyo sistemático de Washington a la Casa Rosada cuando se trate de asuntos vinculados a la seguridad nacional e internacional, las operaciones de China, las amenazas terroristas de Irán, el narcotráfico y el lavado de activos.
El Plan Posse-Burns tiene un capítulo a cargo de Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, que aterrizará en Buenos Aires a principios de abril. El Comando Sur es clave para la estrategia de defensa que ejecuta la Casa Blanca en América Latina, y Richardson apuesta a profundizar la relación bilateral con el gobierno de Milei.
“Tuvimos una relación muy fuerte con la administración anterior en Argentina y ahora, con el nuevo gobierno, solo se ha duplicado en términos positivos. Inmediatamente, desde que asumió la actual administración, la colaboración y la coordinación que han tenido han sido muy fuertes. Así que esperamos continuar doblando los esfuerzos entre el Team USA y Team Argentina. Estoy muy emocionada por eso”, afirmó ayer Richardson durante una entrevista en el Atlantic Council.
Posse recibirá a la general Richardson el 3 de abril en Balcarce 50, a quien conoció durante su viaje por Estados Unidos. El jefe de Gabinete y Richardson -como sucedió con Burns- se reunirán para prevenir y combatir la ofensiva del régimen chino en América Latina y enfrentar las operaciones regionales de los carteles de narcotráfico y sus vínculos con el grupo terrorista Hezbollah.
Desde esta perspectiva, la general Richardson sugiere cerrar la base espacial que China tiene en la Patagonia. Una posibilidad remota por los acuerdos firmados entre la Argentina y el régimen comunista, que tienen una vigencia de cincuenta años.
En las próximas horas, el ministro de Defensa de Dinamarca, Troels Poulsen, llegará a Buenos Aires para cerrar la compra de 24 aviones F16 destinados a la Fuerza Aérea. Las naves de combate fueron fabricados por la compañía estadounidense Lockheed Martín, y sin la aprobación de la administración Biden no hubiera sido posible cerrar el trato comercial que tendrá financiamiento de Washington y se cancelará en cuotas anuales.
Xi Jinping ofreció a Alberto Fernández 34 aviones de guerra JF-17 a un precio de ganga y una financiación atípica en el mercado mundial. El líder comunista está en una ofensiva geopolítica destinada a desplazar a los Estados Unidos de sus áreas de influencia, y la venta de esos aviones era una pieza clave en su estrategia de competir mano a mano con Washington.
Desde el Consejo de Seguridad de la Casa Blanca se bajó la instrucción secreta de ayudar a la Argentina en la compra de los aviones fabricados por la Lockheed Martín y en posesión de Dinamarca. Esa instrucción fue conocida por Milei cuando viajó a DC antes de asumir como Presidente.
Posse y el ministro de Defensa, Luis Petri, recibirán Poulsen para coronar un acuerdo comercial que permitiría a la Fuerza Aérea recuperar el potencial bélico perdido durante la Guerra de Malvinas. Se trata de una visita de cortesía del ministro danés: Reino Unido ya aceptó que Argentina accediera a los F16, y Estados Unidos financiará la adquisición de los aviones de combate.
El Salón Oval considera a Milei un aliado regional, pese a su cercanía con Trump. Esa connotación geopolítica se puede comprobar con las visitas sucesivas de Antony Blinken -secretario de Estado- y el director Burns, más la llegada de la general Richardson y la luz verde de DC para firmar la compra de los 24 aviones de combate.
Sólo faltaría un encuentro entre Milei y Biden, una instancia política que sucedería si el Presidente es invitado a la cumbre del G7, organizada por Georgia Meloni hacia mediados en junio en el sur de Italia.