“Nos miramos demasiado el ombligo. El ego de la dirigencia política es terrible. Eso tiene que cambiar. Tuvimos una interna destructiva durante más de dos años. Tenemos que reconstruir nuestra identidad y dejar de hacernos zancadillas”. La definición pertenece a una legisladora nacional del peronismo, influyente y conocedora de los forcejeos de poder en el submundo de la política. La frase es la foto del peronismo actual.
La autocrítica será uno de los carriles por donde transite el Congreso del PJ que se realizará este viernes en el estadio cubierto de Ferro. A las 10 de la mañana será el primer llamado. La convocatoria final se hará cerca de las 12, cuando se prevé que el encuentro comience con la presencia de unos 900 congresales, además de los consejeros y vicepresidentes.
Alberto Fernández, presidente del partido en uso de licencia, no será de la partida. El ex jefe de Estado presentó su pedido de licencia el 5 de marzo y dio un paso al costado. A la par, su imagen quedó marcada luego de quedar involucrado en una causa – que crece día a día – que se generó por la denuncia del Gobierno por la contratación de seguros para darle cobertura a los jubilados que tomaban créditos del ANSES.
“Mejor que Alberto se quede en la Puerta de Alcalá”, dijo, con ironía, un histórico dirigente del PJ, en referencia al monumento histórico que se encuentra en el centro de Madrid, España, donde Fernández decidió instalarse junto a su mujer y su hijo. Si la imagen del ex presidente se había desgastado fuertemente en el final de la gestión, el escándalo de los seguros la deterioró aún más. En el peronismo toman distancia del ex mandatario. Entienden que el futuro inmediato es sin él.
Fernández está en Buenos Aires pero igual no irá al congreso partidario. Era esperable. Parte del debate que habrá en Ferro será sobre cómo dejar atrás el último gobierno y moldear un nuevo programa político y económico que modernice al peronismo, y que le abra la puerta a una renovación de la agenda distintiva de la fuerza política.
En lo formal se concretarán dos pasos. Se le aceptará el pedido de licencia a Fernández y se conformará una mesa de acción política, tal como se hizo durante el gobierno de Macri, luego de que el partido sea intervenido. Una mesa donde estén representados todos los sectores y de donde salgan mensajes para todas las aristas del heterogéneo mundo peronista.
En el comienzo del año hubo una reunión de distintos exponentes del partido en la sede histórica de Matheu 130. Un encuentro que sirvió para poner sobre la mesa lo que ya muchos venían hablando, en forma unilateral, sobre la necesidad de reactivar el PJ como un núcleo político donde se concentre la resistencia a las políticas de Javier Milei. Además de ser un punto neurálgico para comenzar la reorganización del peronismo.
Allí estuvieron Axel Kicillof, Gildo Insfrán, Eduardo “Wado” de Pedro, Ricardo Quintela, Juan Manzur, José Neder, Lucía Corpacci, Santiago Cafiero, José Luis Gioja, Cristina Álvarez Rodríguez y Juan Manuel Olmos. Esos dirigentes fueron los encargados de poner en discusión las posturas de las diferentes terminales de la coalición.
De aquel encuentro salió la necesidad de constituir la mesa de acción política con representación de los diferentes sectores y abrir el camino a la elección de autoridades para este año. El mandato de Fernández – y de todos los vicepresidentes y consejeros – vence en abril del 2025, por lo que la intención es concretar el acto eleccionario antes de que culmine este año.
También se puso de manifiesto la intención de concretar una elección sin acordar una figura de unidad. Es decir, que todos los habilitados presenten sus listas y candidatos, y que haya una competencia real en el partido. Sin dedos, sin lapiceras y sin imposiciones. Abrir el juego para todos más allá de los límites de Unión por la Patria. Esa idea fue impulsada por Alberto Fernández y tuvo el aval de Cristina Kirchner. No se hablan, pero lograron un punto en común que tuvo el consenso mayoritario.
“Tenemos que estar todos adentro. Hay que discutir un nuevo camino, como se hizo durante el gobierno de Cambiemos. Las diferencias que se traten en la intimidad”, sostuvo un histórico dirigente peronista, respecto a la necesidad de que el PJ oficie de punto de encuentro para comenzar a dirimir las posturas encontradas del pasado y construir una nueva estrategia en el campo opositor. La dirigencia peronista tiene, en su mayoría, la necesidad de empezar a suturar las heridas de la tumultuosa interna del último gobierno.
Una reunión similar a la de hace un par de semana tuvo lugar el último miércoles a las 18. Algunos participaron en forma presencial en la sede partidaria y otros a través de una videoconferencia. Allí se terminaron de cerrar los detalles del encuentro que se concretará este viernes en el barrio porteño de Caballito. La catamarqueña Lucía Corpacci y la bonaerense Cristina Álvarez Rodríguez jugarían un rol importante en la composición del nuevo esquema partidario.
Si bien hay varios dirigentes que piensan que el congreso no moverá la aguja de la vida interna del peronismo, algunas voces disidentes pueden abrir el juego para una discusión más amplia. El caso más emblemático es el del intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, que tiene pensado estar en las instalaciones del microestadio para marcar su postura.
El jefe comunal bonaerense pedirá la renovación del partido y de los conductores del último proceso político. Es uno de los pocos que cuestiona a Máximo Kirchner en público y que pide su renuncia a la presidencia del PJ Bonaerense. Fue también de los primeros en plantear la necesidad de que Alberto Fernández dé un paso al costado una vez que concluyó su mandato en la Casa Rosada.
“El peronismo está perdido. Sin radar, sin líder y sin un rumbo”, se sinceró un ex gobernador peronista en las horas previas al congreso. Esa mirada tiene el aval de un sector importante de la dirigencia, que nunca dirá en voz alta lo que aceptan por lo bajo, respecto al presente del espacio político.
Otros, entre ellos muchos legisladores, advierten que lo que ha mantenido unido y activo al peronismo hasta aquí fue el trabajo conjunto de diputados y senadores. Ambos bloques fueron importantes en la caída de la Ley Ómnibus y en el rechazo al DNU en la Cámara alta, dos de los pilares de la gestión libertaria.
Diferente es la situación de los gobernadores, que tienen una división marcada respecto a su postura con el gobierno nacional. De un lado están los más duros, como Axel Kicillof (Buenos Aires), Ricardo Quintela (La Rioja), Sergio Ziliotto (La Pampa) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego). Del otro aparecen Raúl Jalil (Catamarca), Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Osvaldo Jaldo (Tucumán), el ala negociadora más proclive al consenso con el Gobierno.
El bloque de mandatarios no está tan aceitado como en los años de gestión de Alberto Fernández y existen algunos resquemores internos que no han pasado a mayores. Pero hay diferencias claras respecto al posicionamiento sobre la forma de confrontar y tratar con el gobierno de Milei. Tensiones internas normales del inicio de un proceso de cambio.
Del encuentro de este mediodía los dirigentes esperan que se active la discusión para definir un rumbo nuevo. La fecha de la elección, los integrantes de la mesa de acción política, el contenido de algún documento que pueda emitirse y el rol que deben ocupar los nombres propios con más peso y apellido dentro del peronismo.
Massa inicia un proceso de cambio en el Frente Renovador
También a las 10 de la mañana, pero en Parque Norte, el Frente Renovador llevará a cabo su congreso partidario para renovar autoridades. La intención de Sergio Massa es que haya un cambio en la cúpula de conducción y que aparezcan dirigentes jóvenes en puestos de importancia.
El ex ministro de Economía no estará presente ni enviará un mensaje, tal como anticiparon en su entorno. La que si estará será Malena Galmarini, que desde hace varios días está a cargo de los pormenores logísticos y de organización del Congreso.
Durante el encuentro se ejecutará un cambio de la marca del Frente Renovador – una cuestión estética – y se tratará la situación del partido en distintas provincias, además de apuntalar el comienzo de una nueva campaña de afiliación. Aún no hay certezas sobre quién podría ocupar la secretaría general el partido, hoy en manos del santiagueño Pablo Mirolo.
Massa aspira a renovar el esquema político que construyó en el 2013 y que se mantuvo a lo largo de los años teniendo lugares importantes en la discusión del peronismo. En este tiempo en la oposición cada sector debe revalidar su poder, su influencia y su capacidad de negociación para estar cerca de la mesa de definiciones.