Del Senado a Diputados: la suerte del DNU está atada a la real voluntad del Gobierno para hacer política y cerrar un pacto

En la Cámara baja, especulan sobre números parejos para el caso de llegar a votación sobre el decreto. Pero el tema depende antes que nada de las tratativas por el pacto político y fiscal. Y en eso se juega la capacidad de negociación con bloques legislativos y gobernadores

Guillermo Francos, en el encuentro con diputados del PRO. También hubo reunión con la UCR y se sumará HCF

Apenas votado el rechazo al mega DNU en el Senado, los cálculos sobre sus chances de sobrevida coparon despachos y circularon rápidamente en la cámara de Diputados. Nadie arriesga un desenlace porque el primer golpe de vista registra números apretados y, sobre todo, poco margen para jugar pronósticos en el ámbito que más expone la fragmentación política. No es ese el único análisis: parece claro que la suerte del decreto se juega también en la mesa más amplia de negociaciones del pacto político, con los bloques considerados “dialoguistas” y con los gobernadores, no sólo de ese heterogéneo espacio.

Dicho de otra forma: el establecimiento de una base de funcionamiento legislativo y de una relación razonable con las provincias -sin suponer el fin de las tensiones- está atada a la real voluntad de hacer política y cerrar acuerdos por parte de Javier Milei y su gobierno. En las últimas horas y en la previa al desenlace en el Senado asomaron señales contradictorias, pero a la vez diferentes a la reacción y la “narrativa” dura posteriores a la caída de la Ley Ómnibus.

Resulta evidente cierto cuidado en el discurso oficialista y también continúan los gestos negociadores, al menos en principio. Y al revés, llama la atención que en la reunión inicial con los jefes provinciales y en los contactos legislativos no haya existido un planteo de “tregua” en el Congreso. Por el contrario, se produjeron dos hechos que eran previsibles y que, aunque de diferente modo y en distinta escala, expusieron síntomas de una realidad compleja en las dos cámaras.

Diputados tuvo su capítulo en un tema sensible: el debate pendiente sobre un cambio de la fórmula previsional, que como arrastre de la pésima reforma del peronismo/kirchnerismo y por efecto “licuadora” de esta gestión viene esmerilando las jubilaciones. El oficialismo logró el fracaso de la sesión especial, pero la oposición de variado origen estuvo apenas cuatro asientos por debajo del quórum y forzó la integración de la comisión que debe tratar el tema, con presidencia cedida a la UCR.

En la cámara baja quedó expuesto el resultado de negociaciones con eje en el despacho de Martín Menem, aunque no en solitario, porque pesaron los contactos desde el Gobierno con jefes provinciales para frenar la movida y esperar que evolucionen las tratativas por el pacto político y fiscal. En cambio, según se quejaron en reserva algunos legisladores de LLA y señalaron desde bloques dispuestos al acuerdo, el salto en el Senado fue sin red externa.

El resultado de la votación, 42 a 25 en rechazo del DNU, exhibió acompañamiento del PRO, que al igual que en Diputados se mueve ya como socio político. Y respaldo amplio de la bancada radical, aún sabiendo que el resultado asomaba irreversible. Diez de los trece integrantes del bloque se pronunciaron de ese modo. En cambio, Martín Lousteau votó en contra, con la única compañía del fueguino Pablo Blanco, mientras que el bonaerense Maximiliano Abad optó por abstenerse. Una postal de las internas, ampliada después por un comunicado de cuatro de los cinco gobernadores y los presidentes de bloque de las dos cámaras que cuestionaron de hecho la posición del presidente partidario.

Esos matices surgen como datos significativos, del mismo modo que las señales de legisladores de fuerzas locales -rionegrinos, misioneros, santacruceños- que se repartieron entre el voto negativo y la abstención. El panorama en Diputados es igualmente complejo y afecta además a formaciones flamantes como Hacemos Coalición Federal, con Miguel Angel Pichetto a la cabeza. Es un tablero difícil de acomodar sobre todo, según reconocen y trasmiten algunos legisladores, si no avanza un acuerdo más amplio.

Victoria Villarruel, en la sesión para tratar el DNU. Fue en medio de las tensiones con Javier Milei

Con todo, el elemento más potente de lo ocurrido en el Senado fue la tensión con Victoria Villarruel, que por evidentes razones inquieta además en el plano institucional. Hubo después desde la Casa Rosada y desde el Senado mensajes públicos para tratar de evitar la expansión del impacto. De todos modos, quedó claro que los trascendidos sobre la escalada de malestar entre Milei y Villarruel fueron puestos a circular desde despachos del oficialismo. La artillería en redes sociales sobre la vicepresidente expuso la versión extrema.

Es posible que haya sido registrado tardíamente que el hecho, además de no ser menor integra una lista más que inquietante en términos políticos y económicos, con proyección externa. Unos días antes, por ejemplo, pasó algo inadvertida una señal fuerte, por el autor, por el lugar del discurso y por el mensaje en sí mismo. Horacio Rosatti expresó en el encuentro de AmCham el repetido clima de malestar de la Corte Suprema ante la judicialización de temas que la política no resuelve. En esta etapa: DNU y recorte de fondos a las provincias, en primer lugar.

La sucesión de hechos terminó pintando un cuadro que pone a prueba la contención de las reacciones de Milei y de su círculo más estrecho. La votación contra el DNU en el Senado -como dato político, antes que por su parcial efecto práctico- agregó su pincelada a un cuadro que incluye la referida judicialización de decisiones centrales del Gobierno, el malestar de la Corte -con el añadido de trascendidos sobre su rechazo a la aceleración de los trámites-, la caída de la Ley Ómnibus y el combustible a las versiones sobre el estado de las relaciones entre el Presidente y la Vice.

A eso se suman la lectura y los mensajes del frente externo. La necesidad de sostén político para el rumbo económico y las reformas que impulsa el Gobierno fue expresada con cuidado diplomático pero sin vueltas por el FMI. Por lo demás, no se trata exclusivamente del comportamiento cambiante de los “mercados”, que ayer mismo contradijeron los negativos pronósticos previos, sino de la evaluación de inversores y de empresas con intereses en el país.

Las movimientos del oficialismo en las últimas horas parecen proyectar un cambio, tal vez como efecto del contexto referido. La reacción después del freno a la Ley Ómnibus estuvo marcada por una carga sin matices sobre los diputados y, en líneas generales los gobernadores. En esa descalificación masiva, Milei no sólo apuntó como un todo contra la “casta”, sino que escaló con acusaciones de “traición” y calificó al Congreso como un “nido de ratas”. La idea de abrir la negociación para un acuerdo político con alivio fiscal a las provincias -con destino al “Pacto de Mayo”- llegó casi un mes después, en el discurso del 1° de marzo ante la Asamblea Legislativa.

Ahora, hubo declaraciones fuertes y, al mismo tiempo, comunicados con señales a posibles aliados -más de fondo o coyunturales- y también inmediatas conversaciones para tratar de avanzar con el acuerdo sobre temas centrales del megaproyecto que resultó frenado y medidas de alivio para las provincias. Conversaciones con el PRO, la UCR y seguramente a principios de la semana que viene con HCF. Nada sencillo -asoman diferencias importantes sobre jubilaciones y Ganancias, por ejemplo-, en un camino que corre junto a las tratativas con las provincias.

La combinación es compleja: Milei cuenta con el capital de su enorme triunfo en el balotaje pero debe convivir con un Congreso en el que es minoría y con los 24 distritos del país en manos de otros espacios políticos, también surgidos de las urnas. Por eso mismo, no sólo se discute el DNU, sino, antes, la capacidad para cerrar un acuerdo político.

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