Corría mediados de diciembre y la vicepresidenta de la Nación, Victoria Villarruel, caminaba por el primer piso de la Casa Rosada. Hacía poco había asumido en el cargo y estaba recorriendo los despachos en busca de lo que pretendía que fuera su oficina en Balcarce 50.
No fue la única vez que hizo esa rutina. Pero, pasadas las semanas, desistió y decidió hacerse fuerte en el despacho del primer piso del Senado. Los inconvenientes que no logró sortear en el edificio donde está Javier Milei la hicieron desistir.
Villarruel se apostó en el Congreso y empezó a definir una estrategia propia sobre la base de un dato clave: no forma parte de la mesa chica del Gobierno. Esa mesa solo tiene sillas para Milei, su hermana, Karina, Nicolás Posse y Santiago Caputo. El resto no forma parte de ese círculo íntimo.
“Karina no le tiene confianza. Cree que está haciendo su propio juego”, explica una fuente palaciega. “Caputo tampoco confía en ella. Desde la campaña cuando hizo un acto con un logo propio mientras Milei estaba de recorrida”, agregó.
A esto se le suma que la Vicepresidenta suele tener una agenda propia que no cae bien en la Rosada. Un ejemplo es lo que sucede con los gobernadores. Mientras el Presidente no pasó a saludar por el salón de Casa Rosada en donde estuvieron los mandatarios provinciales reunidos por el llamado del Gobierno, Villarruel recorre los distritos, se reúne con ellos y se saca fotos amigables. Mientras uno elige el látigo, la otra apuesta a la rosca. El problema es que en la mesa chica desconfían cuánto de esa rosca es por el “bien común” y cuánto es por el proyecto propio.
Parte de esa desconfianza quedó plasmada esta semana cuando la ex diputada incluyó en el temario de la sesión del Senado el DNU que desregula la economía. En el Ejecutivo sabían que no iba a pasar, que no tenían los votos: la propia Villarruel fue la encargada de comunicarlo hace tiempo atrás. “Ella fue y le dijo a Santiago Caputo que no podía estirarlo mucho tiempo más y que no contaban con los votos para sostener el DNU, que ellos -por el Ejecutivo- tenían que negociar con los gobernadores para poder blindarlo. Le dijeron que no, que no les importaba”, explicó una fuente del Senado al tanto de las negociaciones. “Prefieren el relato a las herramientas y esto es un quilombo”, agregó.
En la previa a la sesión, desde las cuentas en las redes sociales que algunos sectores de la oposición señalan que son financiadas por el Gobierno, salieron con fuerza a atacar a la Vicepresidenta. En 24 horas arremetieron contra su vida privada y pusieron en duda su lealtad a Milei. El comunicado de la oficina de la Presidencia en donde se hacía referencia a incursiones individuales e inconsultas que sólo buscaban una “victoria” y no un triunfo parlamentario, y que el vocero Manuel Adorni dijo que todos, sin excepción, entendieron mal, les abrió la puerta para ese ataque.
Tanto fue así que la misiva se conoció mientras en el Senado se realizaba la reunión de Labor Parlamentaria y LLA -junto a Villarruel- intentaba negociar para sacar el DNU del temario. Los legisladores se lo mostraron y ella dijo que no estaba de acuerdo con el tono. Pidió posponer el tratamiento del DNU por dos semanas, pero el comunicado cerró cualquier oportunidad.
Antes de que comenzara la sesión ya estaba casi seguro el resultado. Villarruel se sentó en la presidencia y dio inicio al trámite parlamentario. Se mostró tranquila, no respondió a ninguna chicana y escuchó. La solidaridad por los cruces con la Casa Rosada llegó de donde no lo esperaba: el senador José Mayans, jefe del interbloque K, se solidarizó con la Vicepresidenta y Luis Juez, presidente del bloque del PRO, explicó que el llamado a sesionar se hizo “cumpliendo” con el reglamento. Desde el oficialismo no hubo comentarios.