En la Argentina de Javier Milei el tiempo está girando más rápido. Un día parece un mes o incluso varios. En apenas 17 días, las imágenes sonrientes del presidente y el papa Francisco en la escenografía vaticana se transformaron en un áspero lenguaje de comunicados duros y frases crípticas que trataron de retrasar un conflicto previsible. El mensaje que se conoció ayer del sumo pontífice ante jueces, fiscales, juristas y políticos de todo el arco ideológico -excluidos los libertarios- puede marcar un punto de inflexión en una relación que empezó mal, pareció encarrilarse y tiene ahora pronóstico reservado.
El vínculo del sucesor de Pedro con el primer mandatario no atraviesa su mejor momento. Atrás quedaron las sonrisas y los gestos paternales que Francisco expuso en público durante los actos por la santificación de Mama Antula entre el domingo y el lunes 12 de febrero último. Repitió en esa oportunidad la misma receta que con Cristina Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández: olvidó viejas ofensas y propuso restablecer una relación de cooperación mutua. Milei no fue la excepción a esa regla, ya que todos y cada uno de sus antecesores llegaron a Roma con alguna cuenta pendiente.
Desde ese intercambio afectuoso a este presente se acumularon, para Bergoglio, una serie de desaires y frustraciones. Repelente a los conflictos y peleas, el Papa evitó desautorizar las interpretaciones que transmitió Milei de lo que ocurrió en esos 70 minutos de charla a solas en el Palacio Apostólico del Vaticano. Pero sus primeros movimientos y lo que pasó en Argentina no dejan dudas de que no hay nada más lejos del sumo pontífice que las ideas y las medidas que está tomando el jefe de Estado.
En esto hay que ser claro. El papa Francisco nunca dejó de criticar al sistema capitalista como injusto e inhumano, siempre defendió el rol del Estado como promotor del desarrollo individual y comunitario, y promovió de manera incansable formas y lógicas económicas que están en las antípodas del credo libertario de Milei. Pero a esa diferencia macro se le agregaron en las últimas semanas diferencias profundas y urgentes que explican, de algún modo, el mensaje que ayer transmitió el sumo pontífice. La agudización de los conflictos políticos como forma de construir poder, las descalificaciones de los adversarios y el drama de la pobreza y la falta de comida encendieron todas las alarmas. Son algunos, pero no todos, los problemas que llegaron a oídos de Francisco.
Es sabido que el Papa tiene con Argentina una diplomacia oficial, una comunicación formal y una red sigilosa de contactos reservados diseminados en todo el país, pero sobre todo en los barrios más humildes de los conurbanos, allí donde la miseria, cuando pega, pega más fuerte. Los curas villeros son como los canarios que hasta el siglo pasado usaban los mineros para saber si faltaba oxígeno: el aviso era cuando dejaban de cantar. De esos territorios están llegando alertas de que la ayuda social escasea y que cuando llega lo hace tarde y mal.
Son situaciones que se dispararon tras el plan de ajuste y estabilización económica que puso en marcha Milei para evitar una escalada hiperinflacionaria que empeorara todo a niveles aún más insoportables. Es un plan que tiene un costo social creciente, que se superpone con una reforma de todo el sistema de la asistencia social, que en la transición está dejando manchones de marginalidad, donde la mano del Estado ya dejó de llegar.
Mensaje de alto voltaje
Todo lo anterior es el telón de fondo para el impactante mensaje que envió el Papa y que tiene una enorme significación por dónde lo hizo, ante quiénes lo hizo y cómo lo hizo. Francisco decidió enviar el mensaje para ser leído en la inauguración en Buenos Aires -más precisamente en la avenida Huergo al 1000, ex zona portuaria de CABA- del Comité Panamericano de Juezas y Jueces por los Derechos Sociales y la Doctrina Franciscana (COPAJU) y del Instituto Fray Bartolomé de las Casas. Se trata de una ONG de juristas y jueces progresistas que, con el liderazgo del ex juez Raúl Eugenio Zaffaroni, creó en el ámbito de la Iglesia, y que se rige por el Código Canónico.
Es una institución que tiene como sus primeros fundamentos la Doctrina Social de la Iglesia y un concepto que genera una reacción muy crítica de Milei: la justicia social y la perspectiva de que “ante una necesidad insatisfecha hay un derecho vulnerado”.
El Papa habló ante un auditorio que se convocó, expresamente, para contener a los que están a favor de Cristina Kirchner y los que están en contra; los que apoyan a Mauricio Macri y los que lo critican; radicales y de otros orígenes partidarios. Pero también a jueces que condenaron a CFK, como Andrés Basso; o que interpretan las causas judiciales como una persecución política, como los enrolados en Justicia Legítima. Fueron invitados sindicalistas, como Héctor Daer (CGT) o Hugo Yasky (CTA), camporistas como Juan Martín Mena o macristas como Martín Ocampo. Y ante la mirada de Juan Grabois, un dirigente de afecto entrañable de Bergoglio.
Fue un encuentro “casi” ecuménico, porque estuvieron todos, pero no hubo presencia de ningún simpatizante de Milei ni de La Libertad Avanza. Es el sector político que ganó dos de las tres elecciones nacionales que se hicieron el año pasado y que tuvo en la segunda vuelta casi 15 millones de votos. Le ganó al kirchnerismo por más de 11 puntos.
El mensaje no fue improvisado. Fue elaborado con tiempo, escrito, grabado y recibido a principios de semana por los organizadores del encuentro -donde tiene un lugar prominente Roberto Gallardo, un dirigente político que hace más de 15 años ejerce como juez porteño-, que lo mantuvieron en secreto hasta la mañana del miércoles, cuando lo empezaron a transmitir pero recién a la tercera vez lograron que se viera sin interrupciones, ni cortes. El calor y la pésima señal fueron inoportunos obstáculos que, sin embargo, pudieron ser superados.
De todo su mensaje, lo más saliente del papa Francisco fueron las siguientes frases:
1- “El Estado, hoy es más importante que nunca. Está llamado a ejercer ese papel central de redistribución y justicia social. Las normas, queridos jueces, ya han sido dictadas, rigen. El problema es su vigencia efectiva, su concreción. Y ahí empieza vuestro rol”.
2- “Los derechos sociales no son gratuitos. La riqueza para sostenerlos está disponible, pero requiere de decisiones políticas adecuadas, racionales, equitativas”.
3- “Todos los que ejercen un poder público tienen que tener presente que no alcanza con la legítima legitimidad de origen. No, el ejercicio debe también ser legítimo. ¿Qué justificación puede tener el poder si se aleja de la construcción de sociedades justas y dignas?”
4-”El Dios mercado, la diosa ganancia, son falsas deidades que nos conducen a la deshumanización y a la destrucción del planeta”.
5- “Les pido firmeza y decisión frente a los modelos deshumanizantes y violentos. Porque la paz es una construcción de todos los días y ustedes son obreros de la paz”.
¿Qué hizo el Gobierno?
El discurso del papa Francisco, con conceptos tan contrapuestos a las ideas y al propio Milei, tuvo de parte del gobierno de La Libertad Avanza una respuesta sobria y ajena a los desbordes de otros conflictos. Sólo el vocero presidencial, Manuel Adorni, se refirió a sus dichos, con una diferenciación que de ningún modo perdió las formas. No hubo otro ministro -ni siquiera la canciller Diana Mondino, que al ser el Papa la cabeza de otro Estado podría haberse pronunciado- ni dirigente, diputado o senador libertario que opinara sobre el tema.
Pero también llamó la atención el silencio sugestivo que hubo en redes sociales. Ninguna de las cuentas con nombres de fantasía que sí estuvieron hiperactivas cuando la pelea fue con el gobernador de Chubut, Ignacio “Nacho” Torres, o la artista pop Lali Espósito, o Axel Kicillof emitió un solo mensaje o meme, ni like o retuiteó. En el caso del Papa Francisco, el único que opinó fue el encargado principal de la comunicación presidencial.
“Con algunas de las frases no estamos de acuerdo y está muy bien que así sea. El Papa es un líder espiritual y nosotros gobernamos la Argentina, una Argentina con problemas en absolutamente todos lados. El Estado, hay que ver cuál es la definición de un Estado”, dijo Adorni en su habitual conferencia de prensa en la Casa Rosada.
Y apuntó contra uno de los conceptos de Francisco que más irritan a los libertarios: “Entendiendo que la Justicia Social, en esta lógica de sacarle a unos compulsivamente a criterio del funcionario provocó lo que hoy estamos viviendo, que es un 50% de pobres”. Para concluir: “A muchos millones de argentinos el bendito Estado presente evidentemente les ha quitado todo y no les ha dado absolutamente nada. Veintipico de años hablando de Justicia Social, la verdad es que la gente no quiere eso, lo demostró en las urnas. Parte de su campaña del Presidente fue contarle a la gente cómo iba a ser para achicar el Estado y dejar de gastar dinero”.
Fue lo único que se dijo del papa Francisco. Después, silencio.