El choque del gobernador de Chubut, Ignacio “Nacho” Torres, contra Javier Milei por el recorte de $ 13.500 millones de fondo de la coparticipación impactó masivamente en toda la política y derivó en una rebelión de los gobernadores. A esto se sumó en las últimas horas un pronunciamiento categórico de la CGT, que se puso del lado del mandatario patagónico y anunció que apoyará a los sindicatos petroleros si deciden ir a la huelga para cumplir la amenaza de cortar el gas y el petróleo a todo el país si no se transfieren esos recursos.
El pronunciamiento de la central obrera se superpone con una pelea de fondo que tienen los sindicatos peronistas contra el Gobierno de Milei por su plan de reformas, que incluye la desregulación del negocio de las obras sociales y una reforma laboral que alivie el costo de contratación y despidos para hacer más dinámico el mercado de trabajo. Esta semana se ejecutaron los cambios en el sistema de salud, que para el oficialismo es “la caja” de los gremios, y escaló la pelea.
Con ese telón de fondo, la CGT se puso del lado de Nacho Torres y avisó que apoyarán a los sindicatos petroleros si deciden lanzar una medida de fuerza que paralice la producción en los pozos. En una suerte de ultimátum, el gobernador de Chubut le dio al gobierno nacional hasta el miércoles próximo como plazo para restituir esos fondos, “sino, no sale un barril más de la provincia”, anticipó. Esa advertencia tuvo una reacción inmediata de Milei, que lo desafió a cumplir su palabra y atenerse a las consecuencias legales ante la Justicia, en caso de hacerlo. “Degenerados fiscales”, le espetó el presidente.
“Desde la CGT nos solidarizamos con el reclamo federal de los gobernadores patagónicos. Rechazamos las extorsiones del gobierno nacional. Los argentinos necesitamos de consensos para atravesar la crisis que estamos viviendo”, advirtió la central obrera, en apoyo de la declaración que firmaron, además de Torres, el neuquino Rolo Figueroa, Alberto Weretilneck (Río Negro), Sergio Ziliotto, de La Pampa; el fueguino Gustavo Melella; y el santacruceño Claudio Vidal.
Además, la Confederación General del Trabajo manifestó que “las provincias argentinas, así como el pueblo en general, están siendo sometidos a una extorsión en pos de un ajuste fiscal que deja de lado a la gente. Nos solidarizamos con la provincia de Chubut y su gobernador Nacho Torres, así como con todas aquellas jurisdicciones que sufren el atropello de la sordera de los necios que ejercen el poder como si fuera una autocracia”.
La foto y la película
Nacho Torres encendió la mecha que detonó en el choque con los libertarios en una protesta que realizaron en el centro de Comodoro Rivadavia los principales sindicatos de la provincia -los petroleros y de la construcción- más militancia partidaria, piquetera y de diversos sectores sociales. La manifestación, que tuvo la presencia también del intendente local, Othar Macharashvili, terminó con un discurso del gobernador, que lanzó la advertencia de que si no se devuelve esa suma de dinero se cortará el gas y el petróleo.
Fue la foto de una película que empezó antes del 10 de diciembre y todavía no tiene escena final. Es que tanto en Chubut como el resto de las provincias están sintiendo el impacto masivo de los recortes de fondos que el gobierno de Milei ejecutó para equilibrar las cuentas. Es la traducción práctica y cotidiana del “no hay plata”, que empezó a tocar un límite a partir del virtual levantamiento de los gobernadores que no están dispuestos a seguir aceptando más recortes.
El apoyo de la CGT fue, primero, en interés propio, habida cuenta de su pelea con el Gobierno por las reformas. Pero también porque los que bancaron el conflicto en Chubut fueron sindicalistas de peso en la interna de los gremios. Jorge “Loma” Ávila, del sindicato petrolero, es uno de los caciques sindicales de fuerte gravitación, al igual que la UOCRA, que estuvo presente en las calles de Comodoro Rivadavia.
“Lo que está pasando en la Patagonia y en la rebelión de los gobernadores están mostrando una dinámica nueva. Se está abriendo un conflicto institucional que nadie sabe cómo puede terminar. Torres dice que van a paralizar los pozos y Milei lo desafía a que lo haga. ¿Quién va a ceder después de poner las cosas en estos términos?”, analizaba la noche del viernes un dirigente influyente en la mesa chica de la CGT.
El conflicto desatado entre todos los gobernadores -incluso los potenciales aliados, como los radicales y del PRO- contra Milei alentó a los sindicalistas a poner en revisión la estrategia que definieron esta semana, de no avanzar con un paro general, sino establecer una estrategia de paros secuenciales, por goteo. “Una guerra de guerrillas”, como se definió la semana pasada y publicó Infobae. Es que para la CGT, a partir de lo que pasó, “se rompió todo equilibrio”.
“Estamos teniendo charlas con los gobernadores de todos los signos. Ellos están sufriendo los recortes que les hacen difícil pagar hasta a los policías y a los médicos. Pero nosotros tenemos a los estatales, a los municipales, a la construcción, el comercio, todos que están sintiendo cómo el salario se les escurre y, encima, empiezan a aparecer los despidos. A todo este panorama se le suma la rebelión de los gobernadores, que va a dejar secuelas”, contó otro sindicalista.
Sobre el conflicto patagónico, en la CGT creen que los gremios lo van a acompañar y “cuando diga Torres que se paran los pozos, listo, se paran todos, y todos los sindicatos de petroleros se van a adherir a la decisión del gobernador”. Y ante esta decisión, confirmaron en la central obrera peronista, que ellos también van a apoyar esas medidas de fuerza.
Lo de Chubut se inscribe en la lógica que la CGT todavía mantiene. La estrategia de acompañar y respaldar los paros que encabeza cada gremio que exige aumentos de salarios y protesta por la falta de respuestas a sus reclamos. “Estamos focalizados en cada uno de los conflictos y apoyando a cada gremio que entran en conflicto por la caída del empleo y la baja de de salarios”, respondió en diálogo con Infobae el vocero de la CGT, Jorge Sola.
Es una estrategia de desgaste que excluye un segundo paro general contra el gobierno de Milei. Al menos por ahora.