Mientras explora alternativas jurídicas y legislativas para avanzar con las reformas que quedaron frustradas con el fracaso de la Ley Ómnibus en el Congreso, el Gobierno ensaya un nuevo acercamiento con el interior, pero elige con cuidado a sus interlocutores. En los últimos días reactivó los diálogos con aquellos gobernadores con los cuales los puentes no quedaron detonados en el inicio de febrero, a través de su -prácticamente- único funcionario dialoguista, Guillermo Francos, de cara al inicio del año legislativo.
Si bien no ocultan sus esfuerzos para mejorar el vínculo, a diez días de la Asamblea del 1ro de marzo en la Casa Rosada aseguran que la disposición para retomar las negociaciones es mutua en varios distritos. Citan, por caso, las charlas con el referente de Pro, Ignacio Torres por los incendios en Chubut, la invitación que les extendió el mendocino radical Alfredo Cornejo a la fiesta de la Vendimia, la semana próxima; la visita del chaqueño Leandro Zdero a Guillermo Francos, la semana pasada; la recepción en forma personal que organizó el correntino Gustavo Valdés a Javier Milei ayer a pesar de que su destino era una visita a un club liberal; y el encuentro de hoy en Salta organizado por Gustavo Sáenz con el ministro del Interior.
De hecho, fue Sáenz, en un gesto conciliatorio, quien se ocupó de convocar a varios de sus pares del Norte Grande para que se sentaran con Francos. Aceptaron el misionero Hugo Passalacqua, el tucumano Osvaldo Jaldo, el catamarqueño Raúl Jalil (todos ellos peronistas); y el jujeño radical, Carlos Sadir. El resto de los mandatarios provinciales no fueron de la partida por su distancia ideológica - el formoseño Gildo Insfrán y el santiagueño Gerardo Zamora, por caso, siguen más identificados con el kirchnerismo que con el peronismo-, o bien ya tuvieron un acercamiento recientemente, como el caso de Valdés.
La relación con los Ejecutivos de la mayor parte de las provincias quedó severamente dañada después del fracaso de la ley Bases, hace más de dos semanas, y en Gobierno apuntan a los mandatarios más proclives a tender puentes para reconstruirla. Es que se aproxima el inicio del año legislativo, y a partir de marzo tienen planeado impulsar nuevos paquetes de medidas que incluirían los puntos que no pudieron aprobar en Extraordinarias, entre ellos una reforma previsional, el recorte de fondos fiduciarios, la declaración de la educación como servicio esencial, entre otros.
En el entorno de Milei son conscientes de que, después de la implosión del comienzo de febrero necesitarán empezar a reunir adhesiones prácticamente desde cero, pero aseguran que perciben cierta intención positiva para compatibilizar intereses desde el interior. De eso se trató el almuerzo que protagonizó Francos este mediodía, a puertas cerradas, con los cinco representantes de las provincias que se mostraron dispuestas a conversar para sentar las bases de la nueva etapa de negociaciones. En Balcarce 50 resumieron el conflicto en pocas palabras: “Ellos necesitan fondos en la crisis. Y nosotros necesitamos ciertas reformas estructurales, que no quieren apoyar sin esos fondos. Ahí está la puja”, repasaron, aún sin un solo atisbo sobre la posible solución. Incluso, sin dar precisiones sobre lo conversado -excepto por el menú, que consistió en asado y empanadas- aclararon especialmente que Francos no se comprometió a nada, para evitar que se repita el malentendido del CFI cuando las discusiones sobre el impuesto PAIS seguían en marcha. “No se llegó a acuerdos concretos respecto de ningún eje, el diálogo continúa abierto”, sostuvieron.
En el Gobierno creen que la discusión en Extraordinarias falló por los egos políticos de algunos gobernadores, y sigue a flor de piel el resentimiento de la Casa Rosada hacia el peronista disidente de Córdoba, Martín Llaryora, con quien la relación quedó muy percudida y terminó en la remoción de algunos de sus funcionarios en el Gabinete; y el radical Maximiliano Pullaro de Santa Fe, que sentenciaron a muerte el final de la ley ómnibus con su tajante rechazo a la suba de retenciones, que derivó en la famosa quita del capítulo fiscal. Por eso apuntan a aquellos mandatarios que -consideran- están menos enfocados en la puja política y más interesados en la gestión.
Los intentos del Gobierno de abrir el juego hacia otros distritos dieron algunos frutos. Después de su breve conversación ayer, a bordo de una combi en su provincia con Milei, Valdés buscó aquietar las aguas en una entrevista televisiva donde minimizó el impacto de los exabruptos del Presidente en contra del conjunto de los gobernadores y sus diputados. Adoptó en cambio una postura pragmática, entre frases sorpresivamente compasivas con el primer mandatario. “Con total honestidad, Milei estaba dispuesto a cargar el costo político, pero eso lo tomaron como una debilidad y hubo que sacar el capítulo 4 y bajar la ley”, se lamentó. En la Nación tomaron nota y festejaron el apaciguamiento del correntino, que forma parte del fragmentado conjunto político de Juntos por el Cambio pero tomó distancia de las posiciones más intransigentes.
Las conversaciones del ministro del Interior con los gobernadores se producen en medio de ruidos en el Gobierno. La vicepresidenta, Victoria Villarruel, que mantiene una relación tensa con el jefe de Estado, también viajó a Salta en pleno conflicto con los gobernadores, pero su agenda no estuvo coordinada con la de Francos. De hecho, se reunió anoche con el grupo que luego recibiría al ministro al día siguiente. Según dijeron en su entorno, para “tranquilizarlos” en pleno proceso de recorte de fondos a las provincias.
Los libertarios aseguran que la estrategia de acercamiento está unificada y es monitoreada en todas sus aristas por el Presidente, pero hay lugar para las dudas sobre el nivel de sincronización interno. Por caso, Villarruel no participó en la cita de Francos, uno de los funcionarios más cercanos a Milei, y sólo tuvieron en común la participación en el acto por el aniversario de la batalla de Salta por la mañana.