El sistema de partidos de Argentina todavía no terminó su reconfiguración después de las elecciones que llevaron a Javier Milei a la Casa Rosada. Por las características del diseño institucional, el país tiende al bipartidismo o, en su defecto, al bicoalicionismo. Fue la lógica que rigió la política local hasta 2023. Ese equilibrio se alteró con la irrupción de La Libertad Avanza. La composición del Congreso quedó fragmentada y el debate por la Ley Ómnibus expuso las dificultades de la oposición para mantenerse concertada. El Gobierno buscó apoyarse en los diputados aliados, pero la falta de un liderazgo claro entre los opositores imposibilitó la unidad. Es un escenario que profundizó las diferencias entre las bancadas “dialoguistas” y que desde el Poder Ejecutivo intentarán tributar.
El Presidente no ignora la debilidad parlamentaria de su partido y conoce que necesitará de consensos para impulsar su agenda política. No obstante, ejecuta una estrategia de confrontación con la oposición por no haber respaldado artículos sustanciales de la Ley Ómnibus. Catalogó a los gobernadores de traidores y a los diputados de delincuentes. Fueron declaraciones que azuzaron a las provincias y los legisladores dialoguistas. No sólo quedó dañado el diálogo entre el Gobierno y la oposición, sino que también al interior de los sectores aliados al oficialismo.
En la Cámara de Diputados hay cuatro bloques que votaron a favor en lo general a la Ley Ómnibus. Son el PRO, la Unión Cívica Radical, Hacemos Coalición Federal (HCF) e Innovación. El partido amarillo y los radicales son las bancadas más numerosas. Mientras que el PRO es el aliado más leal a Milei, la UCR busca dar gobernabilidad pero con reparos. Los otros espacios responden a un grupo de gobernadores del norte y el sur del país y, centralmente, defienden los intereses provinciales.
El PRO, aliado del Gobierno
El PRO reúne 40 diputados que son clave para el oficialismo, aunque insuficientes para alcanzar el quórum de 129 bancas para sesionar. Si bien hay matices internos, Cristian Ritondo, jefe del bloque, logra mantener cierta unidad. Influenciados por Mauricio Macri y Patricia Bullrich, los diputados amarillos sostienen una línea de apoyo a Milei. La ministra de Seguridad trabaja con sus operadores políticos para que el partido juegue como oficialista. Con una dinámica similar, el ex mandatario busca cierta equidistancia.
Bullrich es una ministra clave para Milei, por su alto perfil, por gestionar un área sensible y por ser una de las principales voces para defender al Gobierno. Macri habla semanalmente con el Jefe de Estado, aunque -por ahora- intenta no incidir en las decisiones oficiales. Después del debate fallido por la Ley Ómnibus, el Gobierno valoró el rol del PRO. De hecho, el propio Presidente le envió mensajes de agradecimiento a dirigentes como Macri y Ritondo.
Los radicales, con reparos ante Milei
En la UCR la situación es diferente. Rodrigo De Loredo, presidente del bloque, lidera un grupo de 34 diputados, pero no logra aún mantener la cohesión interna. El cordobés llegó al Congreso bajo la línea de Martín Lousteau y Emiliano Yacobitti, dentro del espacio Evolución. Pero en las últimas semanas, el diálogo entre esos dirigentes se enfrió. Los porteños tienen una mirada crítica de Milei, mientras que De Loredo se acercó a Alfredo Cornejo, gobernador de Mendoza, que tiene una sintonía más fluida con el Gobierno nacional. Además, Facundo Manes emergió como un opositor férreo a los libertarios y se movió para tejer una línea interna en su partido. Sobre ese telón de fondo, el radicalismo transitó la sesión sobre la Ley Ómnibus y esos matices se desnudaron en el recinto: siendo un partido muy orgánico, el bloque votó dividido, sin disciplina partidaria.
Pichetto y un bloque mixto
Liderados por el experimentado Miguel Ángel Pichetto, HCR es el grupo más heterogénea de los dialoguistas. Confluyen dirigentes de procedencias e ideologías diversas con una característica común: una tendencia a la moderación política. Eso le permite cierta flexibilidad táctica, que se refleja en la capacidad de diálogo tanto con el oficialismo como con los otros bloques.
Pichetto fue un aliado clave para el Gobierno y Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados. Puso al servicio del oficialismos sus cuatro décadas de experiencia parlamentaria para facilitar el funcionamiento de la sesión. Colaboró hasta que pudo. Tuvo un protagonismo sustancial en el recinto, como sostén de la Presidencia del cuerpo, pero se enojó en varias oportunidades cuando sintió que sus consejos no eran escuchados.
Además, el ex senador nacional quedó en medio del tironeo entre la Casa Rosada y los gobernadores, que disputaron los artículos más sensibles en materia fiscal, con el objetivo de pujar por recursos clave tanto para las cuentas fiscales del Gobierno como para las provincias. Martín Llaryora (Córdoba), Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Nacho Torres (Chubut) y Maximiliano Pullaro (Santa Fe) son los gobernadores con más incidencia sobre el bloque de HCF. No obstante, desde Balcarce 50 apuntaron centralmente contra el cordobés, porque los diputados que le responden ejercieron la mayor presión sobre temas clave del articulado, como la discusión sobre los fideicomisos y por la coparticipación del Impuesto PAÍS.
Dentro de la mixtura que lo caracteriza, el bloque de Pichetto conserva un buen diálogo interno. Emilio Monzó y Nicolás Massot son dos diputados de peso, con capacidad negociadora, que secundan al ex senador en la conducción del bloque, con la colaboración del cordobés Oscar Agost Carreño. Pese a la heterogeneidad, el bloque apunta a mantenerse unido. Prima un clima de respeto mutuo y, en un Congreso fragmentado, tienen un rol estratégico.
En esa bancada habitan otras figuras con peso propio, como Margarita Stolbizer, Ricardo López Murphy. Idéntica situación con los legisladores de la Coalición Cívica, entre quienes sobresalen diputados como Paula Oliveto, Juan Manuel López y Maximiliano Ferraro. El partido de Elisa Carrió fue uno de los que planteó disidencias en el dictamen y sobre algunos puntos de la Ley Ómnibus. Por ejemplo, respecto al apartado de facultades delegadas. Sin embargo, ese matiz no alteró la convivencia. En la CC consideraron que Pichetto respetó la postura del espacio, que está basada en principios y en una visión institucional histórica. En esos términos, de hecho, lo habló el presidente del bloque HCF con la propia Carrió en una llamada telefónica la semana pasada.
Innovación es un bloque de nueve diputados liderados por Pamela Calletti, ligada al gobernador de Salta, Gustavo Sáenz, constituido por legisladores que responden a cuatro mandatarios provinciales: Hugo Passalacqua -vía Carlos Rovira- (Misiones), Alberto Weretilneck (Río Negro), Rolando Figueroa (Neuquén) y el salteño. La bancada se mueve con intereses provinciales y tiene una cercanía estratégica con el bloque de Pichetto.
Guillermo Francos, ministro del Interior, articula puentes con esos cuatro bloques, y con los gobernadores que conducen esas bancadas, para fortalecer el brazo parlamentario del Gobierno. Es una tarea difícil por dos motivos: la negativa a asistir a las provincias con recursos y las constantes diatribas de Milei a los gobernadores. Pero sostiene la idea de componer.
Pese al enojo, idéntica postura adoptaron los gobernadores, que esperan que baje la tensión para reconstruir el diálogo con el Poder Ejecutivo y avanzar en la arquitectura de un pacto fiscal. El Gobierno apuesta a tributar la fragmentación opositora, porque conoce que la atomización de sus aliados les da mayor capacidad de presión y negociación que si articulara con un bloque uniforme y concertado.
Unión por la Patria es el sector más duro en la oposición al gobierno. El bloque de 99 diputados se mantiene unido -al menos en lo parlamentario- y actúa con disciplina táctica. Si bien no les alcanzan las bancas para torcer la voluntad del oficialismo, tienen suficiente poder de daño como para aprovechar cualquier desliz de La Libertad Avanza. En la sesión por la Ley Ómnibus esa situación quedó en evidencia.