Con sabor a poco por el triunfo a medias que representó la aprobación en general de la múltiples veces modificada y recortada ley Ómnibus, el Gobierno enfrenta con el Presidente fuera del país el tramo más complicado de la negociación con la oposición dialoguista por el proyecto fundamental de la administración libertaria. Javier Milei viaja a Israel mañana y se quedará durante seis días para afianzar las ya cercanas relaciones con el gobierno de Netanyahu en la guerra contra Hamas. Luego viajará a Italia para ver Giorgia Meloni. Y finalmente desembarcará en el Vaticano para reunirse con el papa Francisco. Volverá recién para el (eventual) debate en el Senado, que está sujeto al devenir de los próximos días en Diputados.
Con el jefe de Estado ausente, las negociaciones quedarán más que nunca delegadas en sus colaboradores de mayor confianza: el ministro del Interior, Guillermo Francos, que tomó las riendas de los diálogos con las otras bancadas esta semana; el principal asesor del primer mandatario, Santiago Caputo, que acaba de ser contratado bajo la órbita de Karina Milei; y el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem. También participarán el asesor de este último, “Lule” Menem, y el vicejefe de Gabinete, José Rolandi, delegado de Nicolás Posse, que tampoco estará en el país porque acompañará a Milei al viaje oficial junto a Karina Milei y la canciller Diana Mondino. Francos viajará recién el 12 para acompañarlos en la audiencia con el Papa, y para entonces espera que el proyecto haya pasado de Cámara.
Tras la votación del viernes, el Gobierno retomará desde mañana los diálogos con los bloques de Hacemos Coalición Federal y de PRO para intentar allanar el escarpado camino hacia la votación en particular. Ya hubo un principio de acuerdo sobre los polémicos artículos sobre las privatizaciones y las facultades delegadas cuando Milei, a pesar de mostrar intransigencia, aceptó reducir la cantidad de empresas y atribuciones. Pero el principal foco de conflicto reside en aquello que no quedó escrito.
Los gobernadores con representación en Hacemos, el bloque de 23 diputados que lidera Miguel Pichetto, no dejan de presionar para que se coparticipe el impuesto PAÍS o al cheque, o bien que se reincorporen los puntos que los favorecían en el capítulo fiscal que removió el Gobierno hace 10 días para coaccionarlos: el blanqueo, la moratoria, y, por fuera, la marcha atrás con la suba del mínimo de Ganancias. Y el aspecto recaudatorio será la prenda de negociación más importante.
Como tantas veces durante enero, en Balcarce 50 buscan plantarse y sostienen que no están dispuestos a devolver esos artículos o aplicar nuevas reglas en el aspecto fiscal. “Con el capítulo 4 les estábamos regalando un punto y medio del PBI, pero no les resultó suficiente, pidieron más y se pasaron de rosca. Bueno, lo perdieron. No lo van a recuperar”, dijo con evidente molestia un alto funcionario al caer la tarde del viernes, cuando la media sanción en general era un hecho.
“Preferimos perder a cambiar”, agregó un colaborador del círculo más íntimo de Milei, en una aseveración poco creíble si se tienen en cuenta todas las concesiones que hicieron hasta ahora a pesar de las muestras de inflexibilidad.
En el Gobierno saben que la etapa más áspera de la negociación está pendiente y que los opositores aún tienen poder de fuego. Las manifestaciones de indignación de los cordobeses que responden a Martín Llaryora en la tarde del viernes alertaron al oficialismo, que no dudaba del respaldo en general pero estaba preocupado de antemano por el martes siguiente, cuando los legisladores de todos los partidos se sentarían en sus bancas para continuar el debate. Antes se esperan más conversaciones secretas de Francos y Caputo (que dejó de ir al Congreso como la semana pasada, pero interviene aún en la rosca) con los líderes de los bloques dialoguistas.
Si bien niegan cualquier posibilidad de cambios, en la sede del Gobierno advierten que todas las diferencias deberían resolverse sin falta en la Cámara baja para evitar más dilaciones. Cualquier pedido de modificaciones en el Senado obligaría a que el proyecto retornara a la cámara original, lo cual los obligaría a prolongar la discusión mucho más de lo que están dispuestos a admitir y fracasar en la determinación de Milei de arrancar el año político el primer día de marzo con la ley Ómnibus en plena vigencia.
Hasta ahora los libertarios tuvieron poco éxito en la búsqueda de voluntades dentro de Unión por la Patria, una bancada tan numerosa como crítica de la ley. Pero no descartan sorpresas. Después de la independización de los diputados que responden al tucumano Osvaldo Jaldo, otros mandatarios peronistas insisten por lo bajo que estarían dispuestos a dar cierto apoyo en algunos puntos clave de la ley a cambio de una compensación distributiva, y dialogan cada vez más con los cordobeses.
Además, ayer hubo una señal innovadora desde el corazón bonaerense de la bancada, que contrastó con la postura de rechazo generalizado. La diputada por la Provincia, Victoria Tolosa Paz, que viene de una guerra con Cristina y Máximo Kirchner, deslizó un guiño muy sutil al Gobierno al mostrar acuerdo con las posiciones federales de su bancada. “El impuesto PAÍS no se coparticipaba porque no tenía un peso tan importante en la recaudación, y ahora lo va a tener. Estamos de acuerdo en que los gobernadores peleen y defiendan las cuentas provinciales”, dijo, también en un tiro por elevación para el bonaerense Axel Kicillof, que hasta ahora se mostró muy reticente a cualquier tipo de pacto.
Segundo tramo
Antes de viajar, Milei empezó a preparar el terreno para el debate en el Senado. El miércoles convocó a Victoria Villaruel en la Casa Rosada y publicó una foto con ella y los siete senadores libertarios. Fue principio de tregua con su vice tras meses de persistente tensión, frente a los desafíos que enfrenta La Libertad Avanza en la Cámara alta.
Villarruel deberá sellar el resultado de la batalla en Diputados, pero también frenar el embate del kirchnerismo contra el DNU de desregulación, que sufrió varios reveses en la Justicia con los fallos que suspendieron la reforma laboral y los aumentos sin control de las prepagas, y ahora está amenazado por los intentos para poner en funcionamiento la Comisión Bicameral. “Hay gente a la que le cuesta entender su rol. Veremos cómo juega ahora”, deslizaron en Balcarce 50. Aunque admitieron que el enfrentamiento político entre ambas cabezas del Ejecutivo probablemente continúe, de manera solapada, durante el resto de la administración, también remarcaron que la ayudarán para destrabar el proyecto y cuidar el decreto.
La agenda excluyente del Gobierno prácticamente desde el comienzo de la gestión gira en torno a la ley Ómnibus. El viernes por la tarde, mientras bajaba el sol en Buenos Aires después de la aprobación del proyecto en general, los libertarios empezaban a preparar la estrategia para el tramo más complejo de la negociación. Sin aires triunfales y, al contrario, con perceptible inquietud, cerca de Milei aún mostraban cierto optimismo y adelantaban que, si logran promulgar la ley, la prioridad será poner en marcha sin demoras las privatizaciones de las empresas que la oposición, esperan, haya admitido vender al mejor postor.