La vicepresidenta Victoria Villarruel homenajeó a los 9 militares y 2 policías que murieron durante el ataque al regimiento de La Tablada en 1989, hecho del que ayer se cumplieron 35 años.
El 23 de enero de 1989, un grupo armado del Movimiento Todos por la Patria intentó tomar el Regimiento de Infantería Mecanizada 3. En el ataque murieron 32 guerrilleros, 9 militares y 2 policías, mientras otros cuatro atacantes fueron desaparecidos por el Ejército.
A través de un mensaje en su cuenta de la red social X (antes Twitter), Villarruel calificó esos hechos como “crímenes de lesa humanidad” y reclamó que se termine con la “impunidad”.
“35 años del ataque al Regimiento de La Tablada por terroristas del MTP en plena democracia. Los militares, policías y soldados asesinados no tuvieron reparación, justicia ni verdad. Argentina no puede proteger más la impunidad de los autores intelectuales y materiales de estos crímenes de lesa humanidad”, escribió la vicepresidenta citando un posteo
El 23 de enero de 1989, cuando comenzaba el último año del Gobierno de Raúl Alfonsín, un numeroso grupo de militantes del Movimiento Todos por La Patria (MTP), conducido por Enrique Gorriarán Merlo, intentó tomar el Regimiento de Infantería Mecanizada 3, en La Tablada, en la Zona Oeste del Conurbano Bonaerense.
Si bien los atacantes lograron entrar y quebrar la defensa de la guardia, no pudieron lograr su objetivo y muchos de ellos quedaron encerrados en el cuartel. Resultaron muertos 32 guerrilleros, 9 militares y dos policías.
Como lo hacen todos los años, este martes hubo un acto en donde estaba el portón del puesto 1 del regimiento. Fue organizado por familiares de caídos y veteranos, por la Asociación Civil Soldados AN, Víctimas del Terrorismo y la Comisión de Homenaje a Policías y Ciudadanos Muertos por la Delincuencia.
En el ataque murieron el mayor Horacio Fernández Cutiellos; el teniente Ricardo A. Rolón; el sargento ayudante Ricardo Esquivel; sargento Ramón Vladimiro Orué, que además era veterano de Malvinas y que soportó la guerra en Puerto Yapeyú, donde sufrieron el peor aislamiento; el cabo primero José Gustavo Albornoz y los conscriptos Julio Domingo Grillo, Leonardo Martín Díaz, Roberto Tadeo Taddía y Héctor Cardozo y los policías comisario inspector Emilio García y García y el sargento Juan Manuel Soria.
Cuatro de los integrantes del grupo del MTP –José Díaz, Iván Ruiz, Francisco Provenzano y Carlos Samojedny - fueron detenidos-desaparecidos por fuerzas del Ejército durante la represión al ataque sin que el Estado argentino haya dado hasta ahora explicaciones. En 1997, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos dio por probado que el Ejército secuestró y torturó a varios de los detenidos, calificando a los hechos como delitos de lesa humanidad.
La acción sorprendió a todo el país, a excepción posiblemente de algunos pocos avisados, porque esos primeros cinco años de la democracia recuperada después de la última dictadura no habían dado el más mínimo indicio de que podía producirse una acción de un grupo guerrillero y mucho menos de esa magnitud.
Además, el Movimiento Todos por la Patria no se había manifestado hasta entonces como una organización políticamente militar, aunque en sus filas hubiese algunos antiguos militantes del PRT-ERP y su líder, Enrique Gorriarán Merlo, fuera un antiguo dirigente de la fuerza guerrillera creada por Mario Roberto Santucho.
En cambio, el gobierno de Alfonsín había soportado ya tres rebeliones de los llamados “carapintadas”, un sector de las fuerzas armadas -principalmente el Ejército- que había buscado y arrancado al Ejecutivo y al Congreso dos leyes que garantizaban la impunidad para la enorme mayoría de los militares que habían cometido crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura.
El Movimiento Todos por la Patria era una organización política relativamente nueva, con una tendencia de izquierda “movimientista”, integrada por antiguos militantes del PRT-ERP, militantes socialcristianos, peronistas de izquierda, radicales, intransigentes, socialistas y comunistas.
Su objetivo era constituirse en una corriente política que, en el marco de la democracia, recuperara las banderas sesentistas y setentistas de la liberación nacional y a la vez contribuyera a evitar un nuevo golpe de Estado, como los que se venían repitiendo cíclicamente en el país desde 1930.
Su dirigente más notorio -y quien realmente lideraba el MTP- era Enrique Gorriaran Merlo, que partía de la premisa que para profundizar la democracia y evitar una nueva asonada militar, era necesario crear un espacio que incluyera a los sectores más progresistas de los partidos tradicionales con los sectores ligados a la Teología de la Liberación -de ahí la presencia del sacerdote Antonio Puigjané- y fuera capaz de convocar a los sectores juveniles que actuaban en la política argentina.
Villarruel creó en 2006 el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (CELTYV), una asociación civil que brega por el reconocimiento de que los atentados cometidos por las organizaciones armadas en los años 70 configuran terrorismo y han dejado una secuela de muerte y dolor que merece reconocimiento.