El viernes, cuando aterrice a primera hora de la mañana en Buenos Aires tras su paso por el foro económico de Davos, en Suiza, el presidente Javier Milei ya sabrá cuánto habrá cedido, qué artículos pudo sostener de su redacción original y cuál será el destino parlamentario de su audaz proyecto de Ley Ómnibus, la piedra basal de su gestión, que se discute desde la semana pasada en el Congreso y que mantiene ocupado a todo el sistema político en el verano más atípico de los últimos años.
Se trata, en definitiva, de una semana crucial en el proyecto político y de gestión de la administración libertaria que ofrece, en su primer mes de gestión, una estrategia dual: un presidente inflexible en la construcción del relato y un grupo de dirigentes que, desde hace unos cuántos días, tiene que hacer malabares en las negociaciones políticas con Juntos por el Cambio y un sector del peronismo no kirchnerista, entre los que sobresalen el ministro Guillermo Francos y el presidente de la Cámara baja, Martín Menem.
“Tienen que dejarse ayudar”, reflexionó en estas horas un encumbrado diputado del grupo de “Los 23″, Hacemos Cambio Federal, presidido por Miguel Ángel Pichetto, muy inquieto en estas últimas semanas. El ex senador rionegrino suele decir, en privado, que están dispuestos a tener “un gesto patriótico” con el gobierno a cambio de que la Casa Rosada acepte las modificaciones pedidas por ese grupo de legisladores que, en algunos rubros, actúa en tándem con parte de Juntos por el Cambio.
“Si Milei quiere, hay una porción enorme dispuesta a acompañarlo”, reflexionó, por su parte, un referente del PRO. “Nos están pidiendo subas de impuestos: solo pensar que ellos jamás nos hubieran apoyado para eso debería hacerlos reflexionar mucho más”, agregó.
En ese contexto, la estrategia presidencial de atacar de manera incesante a los legisladores, a los que trató de “coimeros” e “idiotas útiles”, resulta incomprensible para el grueso de los diputados de JxC que se amontonan, cambios mediante, para apoyar el proyecto oficialista. Milei está convencido de que, el próximo fin de semana, la ley tendrá media sanción en la Cámara baja. Lo que todavía se discute es a qué costo. En el Congreso hay dos bandos: los que creen que el estilo confrontativo de Milei obedece a una estrategia premeditada, y los que consideran que, por el contrario, es parte de la personalidad del jefe de Estado.
Es que el Presidente sabe que, 45 días después de su desembarco en la Casa Rosada, buena parte de la opinión pública respalda su estilo de gobierno. En ese marco refuerza su estrategia comunicacional.
El domingo, después del asado que el jefe de Estado compartió con el gabinete en Olivos, Menem conversó un larguísimo rato con representantes del bloque de “Los 23″. Según algunas fuentes, no de manera telefónica, si no en persona. El jueves pasado, el presidente de la Cámara baja había recibido en su despacho a algunos jefes de bancadas, a los que les prometió que, desde este lunes, se conformaría una “mesa de trabajo” con delegados del Poder Ejecutivo.
Ayer, finalmente, ese ámbito se materializó por primera vez: legisladores de JxC y del peronismo no K se reunieron tras el plenario de comisiones con Menem y con un par de técnicos enviados por el Poder Ejecutivo que, según confiaron, participaron en la redacción de la ley. No estuvo Federico Sturzenegger, uno de los cerebros del proyecto y del DNU que el presidente firmó como una de sus primeras medidas de gobierno.
“Se están dando cuenta que no es soplar y hacer botella”, dijo anoche un legislador que participó del encuentro en el que empezaron a repasar, de a uno, los primeros artículos de los más de 600. “El dictamen va a depender de la celeridad con la que contesten: si lo que se llevaron hoy vuelve el jueves, el viernes es difícil que haya dictamen”, abundaron.
La semana anterior, algunos legisladores se reunieron con el secretario de Energía, Eduardo Rodríguez Chirillo, y con José Rolandi, mano derecha de Nicolás Posse en la Jefatura de Gabinete. Un primer acercamiento que no volvió a repetirse, y que exhibió la inexperiencia y la apatía de ese grupo de funcionarios con el sistema política cuando Rodríguez Chirillo, en un apartado del despacho de Menem, le preguntó a Emilio Monzó: “Perdón, ¿cómo es tu nombre?”. “Emilio”, respondió sorprendido Monzó, y siguió con la charla. El resto de los legisladores presentes -Carlos Gutiérrez, Juan Manuel López y Pichetto- no sabían qué gesto hacer. Después de eso, las tratativas quedaron en manos de Menem y, en el caso del Ejecutivo, de Francos. “El hombre es Menem”, explicaron desde el despacho de un legislador.
Anoche, desde La Libertad Avanza buscaban apurar los tiempos legislativos y las negociaciones para intentar obtener un dictamen de mayoría entre el miércoles y el jueves, y sesionar entre el viernes y el sábado. Y no quedar a merced del kirchnerismo, que ya publicitó, en público y en privado, su rechazo total al proyecto de Ley Ómnibus. Es lo que trataron de explicarle desde Juntos por el Cambio a la Casa Rosada: la necesidad de exprimir al máximo los acuerdos para tener un dictamen de mayoría, alcanzar el quórum -entre LLA, el PRO, la UCR y Hacemos Cambio Federal suman 132 legisladores, 3 más que los 129 necesarios- y evitar una derrota legislativa en el debut del oficialismo en el Congreso en manos del kirchnerismo.
Con esas negociaciones en marcha, Milei partió ayer por la tarde a Davos en su primer viaje afuera del país, en su otro debut, en el plano internacional, ni más ni menos que en un foro que el capitalismo global sigue con especial atención. Viajó con una comitiva austera, y no tiene intenciones de socializar puertas afuera de LLA su paso por ese ámbito en el que, según confirmó Casa Rosada, servirá para que el mandatario se encuentre, por ejemplo, con Kristalina Georgieva, la directora del Fondo Monetario.
Milei va a fondo. A diferencia, por ejemplo, de Mauricio Macri, que en su primer viaje a esa ciudad suiza subió al avión a Sergio Massa, al que intentó moldear como su principal opositor hasta que la relación estalló por los aires. El ex presidente encaró en sus primeros meses de gestión un programa gradual de gobierno. El jefe libertario prefiere el shock.
Después de Suiza, el mandatario tiene en agenda viajar a Roma para visitar por primera vez al Papa Francisco, con la excusa de la canonización de la beata María Antonia de Paz y Figueroa, popularmente conocida como Mama Antula. Iría, según trascendió, después de pasar por Israel, un viaje sensible para el vínculo con el Vaticano: la decisión de Milei de mudar la embajada de Tel-Aviv a Jerusalén colisiona con la posición histórica de la Santa Sede, de otorgación de un estatus especial a esa ciudad, que el Sumo Pontífice tomó como propia.
Hasta anoche, uno de los pedidos en el que más insistió Juntos por el Cambio en esta última semana para acompañar el proyecto de ley aún seguía sin resolverse: la actualización de las jubilaciones que, según la iniciativa oficial, propone suspender la fórmula actual y que sea el Poder Ejecutivo el que ajuste de manera discrecional. Desde el PRO, la UCR el bloque de “Los 23″ quieren que el gobierno oficialice un nuevo cálculo con la mayor celeridad posible y que los ajustes jubilatorios no queden rezagados con la inflación. Hasta ayer seguían las negociaciones.
“El gobierno no quiere que se indexe por inflación de manera permanente: hay un intermedio”, abundaron ayer desde el bloque del PRO en la Cámara baja. Es que la Casa Rosada prevé que el IPC que mide el INDEC sea alto por unos cuantos meses.
En el plazo de la delegación de facultades del Congreso al Ejecutivo, la semana pasada desde el gobierno habían reconocido, al menos de manera extra oficial, la posibilidad de ceder a los reclamos de JxC, que pidió achicar a un año el período. La Casa Rosada ya había dejado trascender, después de que gobernadores, legisladores e intendentes pusieran el grito en el cielo, una marcha atrás en parte de la reforma política, en el rubro biocombustibles y en el régimen federal de pesca. Todavía se conversaba por el tema retenciones.
A contrarreloj, entre Davos y Buenos Aires.