¿Pablo Moyano se convirtió, en los hechos, en el único titular de la CGT? El cotitular cegetista adquirió un fuerte protagonismo mediático en las últimas semanas y esa elevada exposición le permitió a Javier Milei tomarlo como el principal referente sindical para criticar a quienes se oponen a los cambios.
Sin embargo, si bien el secretario adjunto del Sindicato de Camioneros levantó su perfil en los medios, no hay ninguna decisión en la cúpula de la CGT de darle más poder para encarar la lucha contra el DNU y la Ley Ómnibus que impulsa el Gobierno. Fuentes oficiales admitieron a Infobae que las duras declaraciones de Pablo Moyano le permitieron a Milei usarlo como un “ejemplo negativo” de sindicalista. Un colega del camionero advirtió algo similar: “De aquí en más el Gobierno lo buscará y lo provocará. Será la imagen de la CGT para que represente el pasado que la sociedad deplora”.
Este escenario quedó en evidencia la semana pasada, cuando Pablo Moyano afirmó que el objetivo del gremialismo peronista es “voltear” el DNU y la Ley Ómnibus y Milei le contestó desde las redes sociales con un mensaje en el que lo calificó como uno de los “enemigos de la reforma”, de “los que quieren voltear la ley para que nada cambie, para mantener sus privilegios”.
Pocas horas después, el vocero presidencial, Manuel Adorni, se sumó al cuestionamiento al cotitular de la CGT: “Estas palabras de Moyano no hacen más que ratificar que estamos en el camino correcto y nos hacen ver quiénes están en el pasado y quiénes no lo están y quieren que la Argentina cambie”.
“Para nosotros -agregó-, esto deja en claro que los argentinos de bien apoyan nuestra iniciativa y, por suerte, somos mayoría quienes queremos una Argentina mejor. No terminamos de comprender por qué hay gente que quiere vivir en el pasado. No terminan de aceptar que son parte de una decadencia que incluye también a los trabajadores con salarios magros. Ni hablar de que el gobierno anterior terminó con una Inflación histórica y descomunal”.
Adorni incluso fue más allá en sus críticas al sostener: “No podemos entender cómo gente que calló durante años, representando a trabajadores, nunca dijo nada y cuando proponemos empezar a salir de todo esto nos muestran una cara que a nosotros nos parece al menos irracional”.
Pablo Moyano no sólo se convirtió en el principal vocero de la CGT con sus ataques contra el Gobierno sino que también avanzó contra los máximos dirigentes del peronismo como Cristina Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa por no acompañar al sindicalismo en las acciones que llevan adelante en rechazo a las medidas de desregulación de la economía que promueve Milei.
“Yo no tengo compromisos con nadie y digo lo que siento como militante y no como dirigente -resaltó-. ¿Dónde está Alberto (Fernández)? ¿Dónde está Cristina (Kirchner)? ¿Dónde está Máximo? ¿Dónde está Sergio (Massa)? Todos los máximos referentes hasta las últimas elecciones tenemos que estar todos juntos viejo. Creo que tendrían que reaccionar, convocar y estar en la calle”.
El dirigente camionero calificó a la CGT como “el último muro de contención en defensa de los trabajadores” porque “el Partido Justicialista está acéfalo”, ya que su titular, Alberto Fernández, sigue en España. Y aseguró: “No veo a un dirigente político que se haya puesto al frente de frenar esta locura que es el DNU y la Ley Ómnibus sino la CGT, muchas veces criticada y vapuleada. Hoy siento que los laburantes se sienten contenidos y representados por esta CGT”.
Pese a su sobreexposición mediática, Pablo Moyano sigue siendo un dirigente resistido por la mayoría de sus colegas de la cúpula cegetista, donde mantienen su predominio los miembros de la alianza sindical que conforman los Gordos” (Héctor Daer, de Sanidad, y Armando Cavalieri, de Comercio), los independientes (Andrés Rodríguez, de UPCN; Gerardo Martínez, de la UOCRA, y José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias) y los barrionuevistas (Carlos Acuña, de estaciones de servicio), además de aliados como Sergio Romero (UDA), Rodolfo Daer (Alimentación) y Jorge Sola (seguro), entre otros.
Desde que se renovaron las autoridades de la CGT, en noviembre de 2021, el hijo mayor de Hugo Moyano se integró con Héctor Daer y Carlos Acuña al triunvirato de conducción, pero se diferenció del estilo moderado y dialoguista de sus colegas, profundizando su acercamiento al kirchnerismo.
Luego de muchos cortocircuitos internos, Pablo Moyano se alineó con el resto de la CGT cuando Sergio Massa confirmó su candidatura presidencial de Unión por la Patria. Poco antes había tenido su último gesto de autonomía al respaldar la fugaz postulación del camporista Eduardo “Wado” de Pedro, postura que no acompañó su padre Hugo, quien apoyó el proyecto de Daniel Scioli.
Cuando Milei ganó las elecciones, Pablo Moyano se mantuvo prácticamente en silencio y avaló la estrategia de la mayoría de la CGT, que comenzó a tener charlas secretas con Guillermo Francos, actual ministro del Interior, para negociar una reforma laboral moderada. Todo cambió cuando se conoció el DNU 70, que incluyó cambios en la legislación laboral que no fueron anticipados por Francos, y la CGT pasó a la ofensiva con la impugnación judicial de la norma y el anuncio del paro de 12 horas con movilización al Congreso para el 24 de enero. En esa etapa, el dirigente camionero comenzó a tener más protagonismo en los medios con duras declaraciones contra la Casa Rosada.
Aun así, Hugo Moyano, líder del Sindicato de Camioneros, quien no habla con los medios desde antes de la asunción de Milei, dio una señal de alineamiento con la pauta salarial del Gobierno: a fines de diciembre cerró su primer aumento salarial en el gobierno libertario al acordar un 12,5% en enero y un 21% en febrero. Fue una recomposición en sintonía con la política salarial de la Casa Rosada, que alienta acuerdos bimestrales o trimestrales con una proyección inflacionaria del 20%, con cláusula gatillo de actualización automática. Ese recurso que el Ministerio de Economía acepta que se incluya en los convenios para compensar la inflación, sin embargo, no fue utilizado por Camioneros.
Aunque Hugo Moyano confirmó a su hijo Pablo como secretario adjunto del Sindicato de Camioneros en las elecciones del gremio que se realizaron en septiembre pasado, la relación entre ambos sigue siendo tensa: desde hace 3 años mantienen una pelea que se originó por la aguda crisis de la obra social de la actividad, que contrasta con la prosperidad de la empresa que se ocupa de su gerenciamiento y que es propiedad de Liliana Zulet, la esposa del jefe de Camioneros.
Hoy, Pablo Moyano, ratificado en su sindicato y reconciliado con sus pares de la CGT, parece haber tomado las riendas de la embestida de la central obrera contra el gobierno de Milei. De cerca, sin embargo, algunos jefes cegetistas lo miran de reojo: creen que su postura le resulta “funcional” a Milei para corporizar la resistencia del sindicalismo a los cambios que propone la Casa Rosada.
El Presidente parece haber elegido al hijo mayor de Hugo Moyano como el símbolo del gremialismo que “se aferra a sus privilegios” y acentuó su postura intransigente contra el poder sindical: la última medida en este sentido fue haberle ordenado al Ministerio de Seguridad que le exija a los gremios que paguen el operativo desplegado en la protesta cegetista del 27 de diciembre.
Mientras, en el mismo sentido, el ala dura del Gobierno, encarnada por el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el asesor Federico Sturzenegger, forzaron el desplazamiento de Horacio Pitrau como número 2 de la Secretaría de Trabajo luego de exigir “la cabeza de alguien” que pagara el costo político de haber promovido una estrategia negociadora hacia la dirigencia gremial.
En realidad, Pitrau y el secretario de Trabajo, Omar Yasín, pusieron en marcha un plan para dividir a la CGT y debilitarla ante el paro general: quedó en evidencia al lograr que el poderoso líder mercantil Armando Cavalieri aceptara reunirse con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, para anunciarle su adhesión al nuevo sistema de indemnizaciones y pedirle una solución a las limitaciones que impuso el DNU a las cuotas solidarias, el sistema adicional de recaudación sindical a través de los convenios colectivos que alcanza a todos los trabajadores de una actividad, sean o no afiliados.
La idea, frustrada por el alejamiento de Pitrau y el freno de la justicia del Trabajo al DNU 70, era que cada sindicato que quisiera preservar la recaudación de las cuotas solidarias tuviera que pedirle a Trabajo un dictamen para que pudiera cobrarlas sin necesidad de contar con el “consentimiento explícito” de los trabajadores como establece el Decreto de Necesidad y Urgencia de Milei.
Hoy, en el conflicto por las reformas laborales que impulsa el Gobierno, parecen haber quedado frente a frente Milei y Pablo Moyano. Por ahora, por motivos distintos, les conviene a los dos.