El tablero sindical se agitó en las últimas horas por un audaz movimiento que hizo Javier Milei: en medio de la protesta de la CGT contra el DNU que establece una reforma laboral, consiguió que un experimentado jefe sindical, que representa a 1.200.000 trabajadores, se haya reunido con dos altos funcionarios de su gobierno para dar un aval al nuevo sistema de indemnizaciones, acaso el punto que más le interesa al Presidente de todos los cambios que propone para el mundo del trabajo.
Armando Cavalieri, líder de la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS), quedó en medio del fuego cruzado del Gobierno y la CGT, cuyos dirigentes sienten que la foto del encuentro de este gremialista con la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, y el secretario de Trabajo, Omar Yasín, debilitó la estrategia cegetista contra la reforma laboral de Milei.
El jefe mercantil, en cambio, explicó que llegó al despacho ministerial para plantear un reclamo de su sindicato que podría servirle al resto de sus colegas: el pedido de que se corrija un artículo del DNU que afectaba las cuotas solidarias que pactan sindicalistas y empresarios en los convenios y que desde los años 90 se transformó en un formidable mecanismo de recaudación para los gremios al obligar a todos los trabajadores de una actividad a aportar a la caja sindical aunque no estén afiliados.
Aquí no existen los inocentes. El Gobierno quiso tener la foto de un dirigente de la importancia de Cavalieri reunido con una ministra de la que depende la Secretaría de Trabajo justo el mismo día en que la CGT salió a la calle para rechazar el DNU. El líder de Comercio buscó una solución a un problema que “pone en bancarrota a todo el gremio”, como dijo a Infobae, diferenciándose de sus pares para mostrar cómo se negocia. Y la CGT concretó una protesta moderada para no romper los puentes con Milei y su conducción podría quedar facultada este jueves para impulsar un plan de lucha, como amenaza latente destinada a presionar a la Casa Rosada para atenuar la reforma laboral.
La decisión de Cavalieri abre fisuras con su socio sindical del sector de “los Gordos” Héctor Daer (Sanidad), empeñado junto con Gerardo Martínez (UOCRA) y un pasteurizado Pablo Moyano (Camioneros) en una jugada múltiple: tratar de que la Justicia voltee el DNU de Milei o intentar que lo haga el Congreso mientras negocia reservadamente con el Gobierno aclaraciones en materia laboral que neutralicen los efectos negativos en las cuotas solidarias y la ultraactividad de los convenios.
¿Irá el sindicalista mercantil al Comité Central Confederal de la CGT, este jueves, a las 12, a explicar su postura? Sus colegas lo están esperando, aunque no para felicitarlo. “Nuestro plan es bajar el DNU y no tenemos Plan B”, admitió a Infobae un jefe cegetista. Por eso, además de insistir en la cautelar para frenar la norma (rechazada ayer por un juez laboral debido a que el decreto de Milei aún no está vigente) y de mostrar los dientes con amenazas de planes de lucha, la CGT buscará sumar más apoyos en el Congreso contra el DNU: tras reunirse con diputados y senadores de Unión por la Patria, quiere ver a legisladores de la UCR y gobernadores de Juntos por el Cambio que imagina como aliados.
Un gremialista curtido en mil batallas reconoció en voz baja que el gobierno libertario fue “astuto” en apuntarle a las cuotas solidarias para presionar a todo el poder sindical y buscar un aval a propuestas que Milei considera centrales para crear empleo, como las nuevas indemnizaciones: “Esto lo hizo alguien que sabe cómo es la estructura sindical y por eso fueron a buscar nuestra caja”, dijo.
Cavalieri confía en las promesas de Pettovello y Yasín de que la reglamentación del DNU o una resolución oficial despejarán las dudas sobre las cuotas solidarias para ponerlas a salvo. Pero, ¿esa alternativa tendrá alcance general o cada sindicalista deberá recurrir a los funcionarios para pedir algo semejante a lo que consiguió Comercio? La dirigencia gremial también reclama que se precisen el sostenimiento de la ultraactividad de los convenios colectivos, condición que obliga a mantener su vigencia hasta no negociar uno nuevo, y la protección de las obras sociales sindicales, afectadas por la desregulación del sistema de salud y la incorporación de las prepagas a ese mercado cautivo.
La cúpula de la CGT, dialoguista y moderada, quedó atrapada en un laberinto demasiado intrincado. Desde antes de la asunción de Milei negociaba en secreto con Guillermo Francos, actual ministro del Interior, y había recibido garantías de que la reforma laboral iba a ser módica e inofensiva para el sindicalismo. “A la CGT le aseguraron que no iban a tocar las cláusulas de los convenios, pero hubo un cortocircuito y finalmente ese punto apareció en el DNU”, reveló alguien que conoce del tema.
Ahora, la conducción cegetista golpea para negociar, al mejor estilo vandorista, pero quedó en una posición muy incómoda: el sector combativo de la CGT, los piqueteros y la izquierda reclaman un paro general a menos de 20 días de asumido el nuevo gobierno, mientras que uno de sus miembros más calificados, como Cavalieri, se cortó solo para acordar con el Gobierno una solución a la pérdida de recaudación sindical. “Tenemos 350 sindicatos del interior que tienen mutuales, farmacias, y 1 millón y medio de trabajadores que aportan todos los meses a las arcas gremiales y si de repente esto (por las cuotas solidarias) no lo tenemos más, desaparecemos como sindicato”, admitió a Infobae.
En el medio están los trabajadores, afectados por algunas medidas libertarias, pero, paradójicamente, responsables en forma mayoritaria con su voto de que Milei se haya convertido en presidente. Por eso la CGT no quería ni quiere pasar ya a la oposición. Pero el poder político siempre disciplina: el gremio de Comercio no sería el único que saltará el cerco para adherir al nuevo sistema de indemnizaciones, el emblema de la reforma laboral de La Libertad Avanza. Si hay una oleada de gestos de ese tipo, ¿qué hará la CGT? ¿Y qué postura adoptará si es convocada por Milei para tratar de llegar a un acuerdo y abrirle espacios que ni siquiera Alberto Fernández y Cristina Kirchner les dieron en sus gobiernos? Demasiados interrogantes aun sin respuesta para una época signada por los cambios profundos.