En un gesto de distensión política, Xi Jinping aceptó en tiempo récord al embajador argentino en China elegido por Javier Milei. Se trata de Marcelo Suárez Salvia, un diplomático de carrera que está cumpliendo funciones en Trinidad y Tobago.
Desde Beijing ya habían adelantaron que no habrían demoras burocráticas. Milei y Diana Mondino explicitaron durante la campaña electoral su estrategia diplomática ante China. En ese contexto, el entonces candidato a presidente y su actual canciller aseguraron que respetarían los acuerdos comerciales entre privados y que tomarían una larga distancia del régimen comunista.
Xi había cerrado importantes acuerdos diplomáticos con Alberto Fernández que permitía a China desplegar su influencia geopolítica en América Latina a través de la iniciativa de la Ruta de la Seda. Con esos acuerdos apoyados en financiación blanda, el régimen chino podía construir represas hidroeléctricas en el sur, centrales nucleares en Buenos Aires, participar en la actualización del Belgrano Carga y montar emprendimientos de energía renovable en el norte.
La dependencia estructural de Argentina con China se profundizó con la crisis económica: sin el swap depositado en el Banco Central, no se hubiera podido pagar un vencimiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y financiar las exportaciones entre ambos países. A lo que habría que agregar la negociación con Beijing para comprar aviones de combate destinados a la Fuerza Aérea.
Milei y Mondino ratificaron en Casa Rosada, lo que habían anunciado en la campaña electoral. Y esa decisión de poder encendió todas las luces rojas en Beijing.
Xi no pondría a disposición del nuevo gobierno su swap de 5.000 millones de dólares hasta que el presidente argentino aclarara su mirada diplomática ante el régimen comunista y explicara su posición respecto a la existencia -o no- del Banco Central. Además de confirmar que seguían en pie las inversiones asignadas en la Ruta de la Seda.
Luis Caputo necesita el swap chino y planteó su posición a Milei. El presidente compartió la mirada de su ministro de Economía y aplacó su discurso de campaña: en una carta formal que ya llegó a Beijing, Milei le pidió a Xi que renovará el swap por 5.000 millones de dólares que administra el Banco Central.
Con la carta en manos del protocolo chino, la diplomacia de Beijing avanzó otro paso. Informó a Buenos Aires que era necesario un contacto directo entre Xi y Milei -reunión presencial o llamada telefónica-, y que el swap dependía de esa formalidad institucional.
Es decir: sin cónclave o call, China no renovaba el swap. Y en eso estaba la canciller Diana Mondino, cuando la relación sufrió un nuevo enfriamiento. Beijing se enteró que la Casa Rosada había congelado las negociaciones para la compra de aviones de combate y que había optado por una oferta que, con astucia comercial, había presentado Marc Stanley, embajador de Estados Unidos en Argentina.
En este contexto, apareció la designación de Marcelo Suárez Salvia, que satisface otro reclamo puntual de la Cancillería china. Sabino Vaca Narvaja, embajador argentino designado por Alberto Fernández, terminó su trabajo diplomático y regresó a Buenos Aires, quedando la representación argentina con una funcionaria de escaso nivel.
En Beijing leyeron que a Milei y Mondino no le importaban los vínculos bilaterales entre ambos países, y por eso no habían decidido que permaneciera Vaca Narvaja hasta nuevo aviso. En ese momento, el presidente y su canciller confirmaban embajadores en Estados Unidos, Brasil e Israel, y hacían silenzo stampa cuando se le preguntaba sobre el sucesor de Vaca Narvaja, que tuvo una excelente relación con el régimen de Xi.
Milei y Mondino ahora tratan de ajustar la relación diplomática con China, frente a la necesidad de contar con el swap que sirve para financiar el comercio entre ambos países y eventualmente pagar un nuevo vencimiento al FMI.
Ahora, para terminar de distender la relación, falta que regrese el embajador de China a la Argentina y que ambos presidentes acuerden qué obras financiadas por Beijing finalmente se construirán en el país.
Será una negociación compleja: Milei no quiere fondos chinos para obras públicas, y Xi exige que se cumplan los acuerdos que firmó con Mauricio Macri y Alberto Fernández.