Ayer cambió la lógica imperante los últimos años en las calles.
Después de más de 20 años de descontrol cada vez que organizaciones sociales, políticas o sindicales que decidían ejercer su derecho constitucional a protestar y manifestarse, Buenos Aires se transformaba en la Ciudad de la furia. Esta vez no fue así. Con excepción de minutos, dónde era inevitable que la multitud no podía circular por las veredas, el tránsito no se interrumpió. Y después de muchos años, un 20 de diciembre, la Avenida 9 de Julio no se cortó.
El despliegue de las fuerzas federales y de la Policía de la Ciudad fue impactante. Disuadieron con la parafernalia que portaban los uniformados. Sin ninguna duda, esa postura y los exigentes controles en los accesos a CABA y los controles en el transporte público u ómnibus que no estaban en regla desalentó a miles a movilizarse que no legaron hasta la Plaza de Mayo. También lo hizo el breve pero contundente mensaje de la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello: “El que corta no cobra”.
Los dirigentes piqueteros esperaban reunir a 50.000 personas frente a Balcarce 50. No llegaron a la tercera parte de esa cifra. Pero más allá de las cuentas, hubo un gesto político clave en una jornada que estuvo tensa desde que empezó: el presidente Javier Milei fue hasta el Cuartel Central de la Policía Federal y supervisó con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, la aplicación del protocolo.
Hubo una estrategia que pareció ser exitosa, de “encapsular” a los grupos piqueteros para aislarlos de otras columnas, y hacerlos circular en grupos “controlables” hasta el tramo final de Plaza de Mayo.
Los comercios a lo largo de Avenida de Mayo, Hipólito Yrigoyen, Moreno, Diagonal Norte y Sur, solo por nombrar los centros neurálgicos por dónde circularon los manifestantes, estuvieron abiertos. Y eso no ocurría desde hace años.
En algunos sectores lindantes a la Casa Rosada, había más uniformados por metro cuadrado que piqueteros. Estaban armados con armas no letales y cambiaron los gases lacrimógenos por gas pimienta.
Hubo incidentes aislados, tres detenidos según el Polo Obrero -dos dijo Bullrich- y un policía herido leve. Los detenidos intentaron a agredir a las fuerzas del orden público.
Para destacar, organizaciones de izquierda, como el Polo Obrero (PO) y el MST, reforzaron su propio cordón de seguridad. Este cronista observó como los chalecos blancos del PO evitaron fricciones entre gendarmes y policías federales con manifestantes que intentaban “quebrar” el cerco de las fuerzas federales.
Con megáfonos le pedían a la gente que deje Avenida de Mayo y se suban a Plaza de Mayo. Las fuerzas de seguridad federales se retiraron de las vías de desconcentración y dejó en poder de la Policía de la Ciudad el control de la desconcentración que se realizó, de manera masiva, sobre Avenida de Mayo. Las fuerzas de izquierda lo hicieron de forma rápida y efectiva.
La interrupción del libre tránsito fue mínimo si se compara con movilizaciones anteriores.
Los piqueteros evitaron movilizarse en grupo de más de 20 personas. Lo hicieron sin gorros y remeras que los identificaran. La gran mayoría llegó en transporte público. Las pecheras que llevaban puesta, junto con las banderas poblaron Plaza de Mayo, llegaron en flete, o en camionetas privadas.
El gobierno interpretó que el operativo fue exitoso y que se cumplió - en gran medida- el Protocolo Antipiquete, y tiene razón.
Eduardo Belliboni le dijo a Infobae: “Marchamos, nos movilizamos, luchamos, llegamos a la Plaza con miles, a pesar de las amenazas, los golpes, el amedrentamiento. Ganó la libertad, la libertad de manifestarse y de luchar por los derechos”.
En la primera marcha contra el gobierno de Javier Milei, protagonizada por los piqueteros de izquierda, parecen haber ganado la pulseada.
La segunda está al caer, la CGT ya llamó a una reunión de urgencia después de los anuncios del Presidente por cadena nacional; los movimientos sociales que integran la Unión Trabajadores de la Economía Popular, la mayoría de ellos que integran Unión por la Patria también se reunirán para analizar las medidas que tomarán, ya que interpretan que los anuncios “nos quita derechos”.