Los gobernadores del PJ ya no tienen el poder del número de los últimos cuatro años. Tampoco un líder definido aunque hay dos que sobresalen del resto. Pero aún así son un bloque político con influencia directa en las negociaciones parlamentarias y con voz potente en el escenario político. Por eso el primer encuentro con el presidente Javier Milei sirvió para entender por dónde transitará la relación entre las provincias y la Casa Rosada.
La reunión en el salón Eva Perón del primer piso de la Casa de Gobierno sirvió para verse las caras. Para conocerse, para medirse, para pedirse ayuda mutuamente. La desconfianza sobrevoló todo el tiempo en esa extensa mesa que tuvo al Jefe de Estado en una punta y a todos los mandatarios provinciales a su alrededor. Hubo asistencia perfecta que sirvió como gesto de gobernabilidad.
Cuando los gobernadores peronistas pusieron un pie en la calle, se encargaron de distribuir un comunicado conjunto en el que criticaron al gobierno nacional y anticiparon que están en contra de la decisión presidencial de volver a instaurar el impuesto a las Ganancias que había eliminado Sergio Massa durante la campaña electoral.
Aunque están preocupados por el agujero fiscal que les generó la falta de esos fondos, dejaron en claro en un comunicado que la decisión del Gobierno no es la mejor en este tiempo de ajustes y recortes. Pretende discutir otros mecanismos que permitan compensar la pérdida de recursos de las provincias y que no afecten a los trabajadores. El apuntado por los peronistas y por un total de 22 gobernadores es la coparticipación del impuesto al cheque.
En el encuentro Milei insistió en que “la única forma” de que las provincias recuperen esos fondos sería mediante la caída de la modificación del impuesto a las ganancias. La discusión quedó trabada por la diferencia de posiciones. Lo mismo pasó con la denominada “Ley Ómnibus”, que el Gobierno enviaría al Congreso antes de que finalice la semana.
El Presidente pidió acompañamiento en el proyecto de reforma del Estado, pero no les clarificó el contenido. Les pidió apoyar reformas que no conocen, por lo que ningún mandatario pudo anticipar su posición. “Nadie puede apoyar o rechazar algo que no conoce”, se sinceró un experimentado gobernador, que visualiza una situación complicada en el comienzo del año como consecuencia de la combinación entre la devaluación y la alta inflación.
Los gobernadores destacaron que la reunión fue “amena” y “extensa”. Hubo buen clima. Nada de tensión ni de reproches. Demasiado temprano para arrancar un vínculo con el pie izquierdo. Lo que destacaron en público es también lo que dicen en privado. La convocatoria al diálogo es central y deja a un lado el discurso más chocante que ha tenido Milei a lo largo de la campaña.
El gran problema de los mandatarios es cuando los quieren llevar a los empujones. En cambio, si la negociación se abre de entrada, el clima suele ser mejor. Ellos - no solo los del peronismo - tienen como principal condición la negociación. Votos, fondos, recursos, apoyos, obras. Todo entra en la balanza. Milei les prometió más reuniones y más diálogo, y eso fue una buena señal en un contexto muy difícil.
La predisposición no deja de generarle a los gobernadores peronistas la necesidad de marcarle los límites del diálogo al Presidente. “El gobierno nacional comenzó a aplicar un plan económico que incluyó una devaluación del 118% - la más grande de la historia - sin medidas compensatorias para los trabajadores y los sectores medios”, indicaron en el comunicado que emitieron ayer. Claro y conciso.
Aseguraron también que el paquete de medidas de Luis “Toto” Caputo generó una aceleración del proceso inflacionario que afectó el poder de compra de la mayoría de los argentinos. “Una devaluación no es solamente un ajuste, sino que implica una descomunal transferencia de ingresos desde los sectores trabajadores que tienen sus salarios en pesos hacia los sectores empresariales concentrados y dolarizados”, fue la sentencia del mensaje que hicieron público.
Una de las provincias más comprometidas quizás sea La Rioja. El último viernes el gobernador Ricardo Quintela se reunió con sus ministros y les pidió que reduzcan en un 50% sus recursos para la gestión, porque a la provincia le están debiendo recursos coparticipables y si no llegan, la situación para pagar los sueldos de los empleados estatales comenzará a complicarse. Fotos de un panorama complejo.
Los mandatarios peronistas ajustaron sus presupuestos y frenaron obras que estaban sosteniendo con recursos propios. Se hicieron eco de la crisis y del pedido de austeridad de Milei, pero hay reclamos que no pueden ni quieren abandonar. El freno a la obra pública y la reducción de subsidios son de esos temas. Ambos son parte de los lineamientos centrales del plan económico libertario. Los gobernadores entienden que afectará, y mucho, las arcas provinciales.
Diálogo, seguro. Paciencia, también. Pero la negociación parlamentaria que se avecina no parece ser tan sencilla. Los gobernadores quieren hablar y acordar, pero la advertencia ya está hecha. Todos hacen política, más allá de los gestos de buena voluntad.