La reunión de Javier Milei y el heterogéneo conglomerado de gobernadores, convocada para el martes que viene, no fue pensada ni trabajada como una cita para la foto. Más allá de las formalidades, el encuentro es motorizado por la gravedad de la crisis económica y social. Por supuesto, demandó tratativas previas que, de hecho, arrancaron con los saludos formales en la transición. Y todo indica que superaría el tema convocante -el impacto de la menor recaudación de Ganancias en la coparticipación- y será, sin dudas, la primera prueba para el extraño mapa del poder que dejaron las elecciones.
El encuentro directo con el Presidente fue agendado una vez que Guillermo Francos completó la rueda de conversaciones previas con el grueso de los jefes provinciales. El ministro mantuvo el viernes un contacto colectivo: la mayoría se conectó por videoconferencia y cuatro gobernadores radicales asistieron a la Casa Rosada luego de participar activamente y a pocas cuadras de las negociaciones para elegir a la nueva conducción de la UCR. El compromiso de asistencia personal sólo dejó alguna duda sobre la actitud final de unos pocos distritos del peronismo.
El ajuste anunciado por Luis Caputo, la profundidad de la crisis y las dificultades de las provincias -algunas con podas propias de presupuesto o declaración de emergencia- exponen los trazos fuertes del cuadro general. El encuentro, a la vez, muestra un canal esencial para la negociación permanente que aparece como demanda de gestión. El otro eje es el Congreso, de relación más o menos directa con los jefes provinciales. La semana que viene, según la sucesión de trascendidos, sería presentado el conjunto de proyectos de ley impulsados por el Gobierno.
El envío de las propuestas, en lo formal, será acompañado de inmediato a la convocatoria a sesiones extraordinarias. Será en paralelo con el mecanismo de Decreto de Necesidad y Urgencia. En conjunto, se trata del paquete que supone la desregulación de la actividad económica y las modificaciones en materia de impuestos y otros temas sensibles y complejos, desde normas laborales a jubilaciones. Con el añadido, también prometido, de una modificación electoral que alcance a las PASO y despida a las listas sábana.
Los gobernadores llegan agrupados de distinto modo y con reclamos específicos. El nivel de convivencia y el grado de acuerdo o desacuerdo suele impactar en el Congreso, aunque no mecánicamente. Es, sobre todo en esta etapa política, un dato potente, porque se trata de un panorama fragmentado en el Congreso y en el plano territorial. El nuevo oficialismo nacional, se sabe, tiene bloques limitados en el Senado y en Diputados, y no cuenta con ningún gobernador propio.
El punto, además, es que la descripción de los dos grupos mayoritarios de gobernadores y el puñado por afuera de esa división tampoco es cerrada. Es un estado de cosas en movimiento.
El peronismo/kirchnerismo suma sólo ocho provincias, entre ellas Buenos Aires, con Axel Kicillof iniciando su segundo mandato. Salta, con Gustavo Sáenz, dejó de ser contada en ese lote. Y hay dudas últimas sobre el papel del santiagueño Gerardo Zamora, socio permanente, de antiguo origen radical. El PJ ve además que recuperan juego propio otros distritos aliados, como Río Negro, con Alberto Weretilneck otra vez al mando, y Misiones, con Hugo Passalacqua en segunda etapa.
La UCR y el PRO, con dos aliados, cuentan con diez gobernadores. Son en conjunto, y sin dejar de exponer diferencias, los que buscan sostener lo que hasta hora funcionó como Juntos por el Cambio. Es llamativo, porque JxC -y en especial el radicalismo- anotó el dato más fuerte en la sucesión de comicios provinciales, pero resultó derrotado en primera vuelta nacional. La posterior jugada de Mauricio Macri y Patricia Bullrich -con fisura entre ellos- en apoyo de Milei provocó o agudizó la crisis en la coalición. Los jefes provinciales buscan, de todos modos, mantener la “unidad”, por razones de gobernabilidad propias y nacionales.
Esa batalla por el complicado equilibrio se proyecta hacia el interior de cada espacio. Y también para extender su peso en los bloques. El radicalismo sufrió una sangría de bancas. Las negociaciones alcanzaron para reunificar el bloque en Diputados y mantenerlo en el Senado. El PRO, entre tanto, mantiene la tensión entre alineados con Macri, cercanos a Bullrich y diferenciados, como arrastre las primarias, que se referencian en primer lugar con Horacio Rodríguez Larreta.
La descripción, aún incompleta, muestra además otros reacomodamientos. Varios de las fuerzas provinciales están integrándose en bloques para mejorar su incidencia en el Congreso. Y se mantiene a la vez el espacio del peronismo no K, que expone en primera línea a Juan Schiaretti. Fueron, como los provinciales, piezas de peso en las pulseadas para renovar autoridades de Cámara -especialmente en el Senado, donde el peronismo/kirchnerismo quedó esta vez desairado, sin socios- y participan de las discusiones por la integración de comisiones.
En ese marco de rearmado político, se espera ahora que finalmente el Gobierno motorice las sesiones extraordinarias para tratar sus proyectos iniciales de gestión. La realidad, entre tanto, sigue sumando datos de la profundidad de la crisis. Los últimos datos conocidos y la trepada de la inflación en diciembre proyectan números alarmantes de deterioro.
Esta semana, casi inadvertido, pasó el informe del INDEC sobre la escalada de las canastas básica Alimentaria (CBA) y Total (CBT), que establecen la línea estadística de indigencia y pobreza: 15,2% y 13,1%. En los dos casos, por encima de la nueva marca de inflación, que fue del 12,8%. Desde julio, en el mejor de los casos empatan y casi siempre superan al IPC.
Dicho de otra forma, y sin contar diciembre, las perspectivas para el segundo semestre del año indicaban que la pobreza podría oscilar en el 45%. Marca, se ha dicho, el peor final para el gobierno que se fue y el mayor desafío para el que acaba de asumir.
Los anuncios de Luis Caputo, por supuesto, tensan la cuerda. El temario para la reunión de Milei con los gobernadores viene encabezado por la intensión oficial de revertir los últimos cambios en Ganancias. Ese afecta el reparto por coparticipación, pero no existe entre los jefes provinciales un criterio único sobre el remedio. No es, por lo demás, el único tema. Asoman claramente el manejo de los fondos discrecionales y los panes de obras públicos, dos rubros que el Gobierno incluye en renglones destacados del ajuste.
El martes, entonces, habrá temas económicos y políticos en la mesa.