Antes del traspaso de mando, del discurso inaugural en las escalinatas del Congreso y de que Javier Milei desembarcara en la Casa Rosada, La Libertad Avanza montó su centro de operación técnica en el bajo Retiro, sobre la avenida Libertador, en el estudio del ministro Mariano Cúneo Libarona. En una de las oficinas del bufete, Federico Sturzenegger, el ex presidente del Banco Central macrista -renunció en junio del 2018 en medio de fuertes internas-, se instaló junto a un grupo de colaboradores a tomar examen. Así lo hizo, al menos, con una lista de futuros funcionarios, que tuvieron que pasar por ese despacho para que el ex titular del Central los indagara sobre los planes en cada una de las áreas que irían a ocupar.
Sturzenegger es uno de los tantos funcionarios sin designar. Uno de decenas que esperan novedades en el Boletín Oficial, pero su influencia en la mesa chica libertaria es mayor a la de otros, sin contar las obvias excepciones de Karina Milei, Santiago Caputo -cada vez más influyente-, Nicolás Posse o Luis “Toto” Caputo, por mencionar solo a algunos: el ex presidente del Banco Central estará a cargo en lo formal de la “desregulación” del Estado. Está abocado, en ese sentido, a una revisión de las estructuras de la administración pública y a los planes de gestión en todas las áreas. Quedaría, según trascendió, directamente bajo la órbita de la Presidencia, es decir, de Milei.
Este miércoles, todavía de manera informal, Sturzenegger participó por segunda vez de la reunión de gabinete encabezada por el Presidente. Después del encuentro trascendió que el gobierno avanzaría con la “desregulación” de la economía por decreto, y que se preparaba el envío de un paquete de “reformas estructurales” al Congreso, aún sin demasiadas precisiones.
Es que el desembarco de la nueva administración todavía se produce de forma lenta, aunque en el seno de La Libertad Avanza están muy confiados con la hoja de ruta y, en especial, con el contraste con la gestión saliente, uno de los puntos centrales del relato libertario, en el que se basa, por ahora, buena parte del guión oficial.
A pesar de las marchas y contramarchas de esta semana, por ejemplo con el supuesto decreto de rectificación de las custodias presidenciales que Alberto Fernández firmó antes de dejar el gobierno, que Patricia Bullrich publicó en sus redes y que luego borró, hasta anoche sin publicación oficial.
Hasta ayer, todavía no se había designado al secretario de Transporte. Hubo una serie de versiones, además, en torno al vínculo con la Iglesia y una hipotética visita de Milei a Roma en el verano. En la UIF, por caso, un organismo clave en la lucha anti lavado, circulaba ayer en el seno del área económica que nadie se quería hacer cargo de esa unidad. Son solo algunos casos que en la Casa Rosada desestiman, amparados en el resultado del balotaje y en la constante crítica a “la herencia”. Un operador del sistema lo analiza así: “Es el optimismo de la resaca, cuando volves a tu casa borracho tenes changüí para hacer cualquier cosa”. El problema, agrega, son las consecuencias posteriores.
Sturzenegger no será, de todos modos, el único colaborador de la nueva gestión dedicado a la revisión del Estado central que, por ahora, se achicó de 18 a 9 ministerios, de 106 a 54 las secretarías y de 182 a 140 las subsecretarías, una iniciativa para ratificar la promesa de campaña contra “la casta”, y para acompañar el ajuste del déficit fiscal anunciado este martes por el ministro Caputo con las primeras medidas que, como reconoció el propio gobierno, tendrán un fuerte impacto en los próximos meses en todos los estratos sociales.
Armando Daniel Guibert, ex funcionario menemista -estuvo poco tiempo en la función pública-, también trabaja desde hace semanas en la reestructuración de la administración pública: según confiaron, estaría a cargo de una oficina dependiente del jefe de Gabinete, vinculada a la “transformación” del Estado, y absorbería además todo lo relacionado al “empleo público”, uno de los rubros que más obsesiona a la nueva gestión. El miércoles, por caso, el propio Presidente posteó en su cuenta de Instagram la frase “el que no tiene presentismo no cobra...” con un montaje del Congreso abarrotado con miles y miles de personas en los techos, las ventanas y los alrededores.
El 6 de diciembre, cuatro días antes del desembarco, Milei presentó en un comunicado a Guibert como el hombre que “estuvo a cargo de la reforma de Estado del gobierno de Carlos Menem”. En 1996, fue designado en el área de “reforma y modernización” de Obras Públicas.
Guibert, según los registros públicos, sigue empleado por la firma Deloitte, en el área de relaciones gubernamentales: el lobby siempre fue su fuerte. Desde allí tejió con la política. El asesor libertario tiene un buen conocimiento de la cosa pública, a pesar de que no fue, como trascendió, uno de los arquitectos principales de la reforma del Estado impulsada por Menem.
El diseño de ese proyecto estuvo a cargo de Roberto Dromi, el primer ministro de Obras Públicas de Menem -estuvo 18 meses en el cargo, entre 1989 y 1991-, especialista en derecho administrativo, que llevó adelante ese proceso con un grupo de juristas, entre ellos Rodolfo Barra, designado Procurador del Tesoro, y Juan Carlos Cassagne. Cuando asume Domingo Cavallo, en el ‘91, convence al entonces presidente de avanzar con la ley de convertibilidad: el Tesoro y el Banco Central tenían suficiente respaldo por la privatización de las empresas públicas. Guibert llega años después, de la mano de Roque Fernández, tras la feroz pelea entre Cavallo y Menem.
Hasta hace algunos meses, Fernández y Dromi eran de consulta permanente del equipo libertario, hasta que dejaron de serlo. Fernández, según allegados, habría dicho: “Es momento de tomar distancia, y esperar”.
Según confiaron, Guibert -presidió una sociedad anónima, BHN Vendome Rome, que fue salpicada a principios del 2000 como coletazo de la privatización del Banco Hipotecario, una denuncia impulsada por Elisa Carrió y Alfredo Bravo, entre otros legisladores de la época- dependerá de Posse, que en el decreto con la nueva ley de ministerios sumó una serie de atribuciones, detallados en el artículo 16. La más notoria, en el inciso 21. “Intervenir en los planes de acción y los presupuestos de las sociedades del Estado, entidades autárquicas, organismos descentralizados o desconcentrados y cuentas y fondos especiales, cualquiera sea su denominación o naturaleza jurídica en su área; así como en su intervención, liquidación, cierre, privatización, fusión, disolución o centralización”, enumera dicho inciso.
En ese rubro, trasciende, Guibert tendría especial injerencia. Una especie de auditor, y posterior ejecutor.
En el caso de la revisión del empleo público, el Gobierno ya anunció que buscará dar marcha atrás con los trabajadores que pasaron a planta permanente el último año. En su campaña presidencial, la ministra Patricia Bullrich había prometido que revisaría los pases a planta de los últimos 5 años. Es decir, también del último tramo del gobierno de Mauricio Macri.
El otro futuro funcionario abocado al análisis de parte de la gestión es Alejandro Cosentino, uno de los creadores, en el 2008, de la fintech Afluenta. Fue, además, director de la reconocida cadena de disquerías Musimundo, en los ‘90. Nunca había estado en la función pública.
Cosentino llegó a LLA de la mano de Fernando Cerimedo, uno de los estrategas digitales del proyecto libertario que tuvo fuerte presencia en la campaña. Fue, de hecho, el que aconsejó que Cosentino se sumara al equipo de fiscalización durante la campaña. En el gobierno de Cambiemos había tenido algunos cortocircuitos con su empresa.
Según confiaron, tendrá bajo su órbita el área de “innovación”, también ciencia y tecnología, el rubro que lideró Daniel Filmus en la gestión saliente. “Está revisando todos los procesos tecnológicos y digitales del gobierno”, dijo una fuente. Por ejemplo, el GDE, Sistema de Gestión Documental Electrónica, el proceso por el que se registran todos los movimientos de todas las actuaciones y expedientes del Sector Público Nacional.
Cosentino fue uno de los que estuvo al frente de la transición con la Jefatura de Gabinete junto a Silvestre Sívori, el flamante interventor de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), que, como el resto, también está en proceso de revisión de la estructura y el funcionamiento del área de inteligencia.
Sívori llegó a LLA a través de Posse junto a José Rolandi, virtual número dos de la Jefatura de Gabinete.