Jorge Argüello, embajador designado por Alberto Fernández en Estados Unidos, tiene una mirada amplia sobre las relaciones internacionales y siempre condenó a los regímenes dictatoriales. Carlos Raimundi, representante de la Argentina en la OEA nominado por Cristina Kirchner, defendió a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela cada vez que participó de los debates en el foro regional. En Washington, adonde Argüello y Raimundi convivieron durante casi cuatro años, se preguntaron muchas veces cómo era posible que el Presidente avalará esa profunda contradicción en su política exterior.
Antes de asumir en la Cancillería, Diana Mondino mantuvo una sucesión de reuniones con Javier Milei para definir una lógica de política exterior al momento de designar a los embajadores en los países clave del tablero internacional. El jefe de Estado definió que habría un mix entre diplomáticos de carrera y representantes políticos (”Artículos Quinto”, en la jerga del Palacio San Martín) y que las referencias geopolíticas serían Estados Unidos e Israel.
Milei había pagado su inexperiencia política cuestionando al papa Francisco, a China, Rusia y Brasil, pero con el correr de las horas en Balcarce 50, el Presidente atemperó sus opiniones respecto a los gobiernos de Xi Jinping y Lula da Silva.
Con Francisco ya había cerrado las desavenencias ocurridas durante la campaña electoral y Rusia -durante esta administración- será un enemigo perpetuo de la Casa Rosada. Milei invitó a Volodimir Zelensky a su asunción y para Vladimir Putin ese gesto será inolvidable.
En este contexto, la prioridad del gobierno es designar a embajadores en países clave que compartan idéntica perspectiva ideológica y geopolítica. Milei y Mondino pretenden una diplomacia coral que respete su mirada sobre el mundo y que las excepciones a la regla puedan explicarse desde la capacidad de trabajo y los contactos de poder. Daniel Scioli es un ejemplo de esta norma tácita del jefe de Estado y su canciller.
Gerardo Werthein será embajador en Washington y Sonia Cavallo (hija) ocupará la representación de la Argentina en la Organización de Estados Americanos (OEA). Estas designaciones terminan con la contradicción permanente que exhibían Arguello y Raimundi. Frente a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, Milei no tiene doble estándar: siempre habrá una condena a Miguel Díaz -Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro.
Mariano Caucino fue designado en la India, mientras que Darío Raimondi -vice canciller de Mauricio Macri- será embajador en la Unión Europa. Los dos hacen una defensa blindada de Occidente y tienen suficiente experiencia para enfrentar esos nombramientos atados a una agenda de diplomacia y comercio exterior.
Jorge Faurie, ex canciller de Macri, se trasladará al Reino Unido, y Federico Pinedo -ex presidente- actuará como sherpa del G20 del presidente. Son designaciones claves y con volumen político: Faurie lidiará con la reivindicación perpetua de las Islas Malvinas, en tanto que Pinedo negociará en nombre de Milei la posición de Argentina en el documento final del G20.
Eduardo Zuain, a pedido de CFK, fue designado por Alberto Fernández en Rusia. Vinculado a las negociaciones secretas que desembocaron en el Memo con Irán, Zuain se alineó con Vladimir Putin y fue un proxy del Kremlin en la defensa de la invasión rusa a Ucrania. Su posición diplomática hizo daño a la Argentina en las relaciones con Estados Unidos y Europa.
El embajador de CFK será reemplazado por Martín García Moritán, que tiene una larga experiencia diplomática. Participó en las negociaciones por el acuerdo con Chile por el Canal de Beagle y representó a la Argentina en las Naciones Unidas. A la ONU, en una designación que ratifica la mirada de política exterior de Mondino, irá Ricardo Lagorio, que fue embajador ante la Federación Rusa.
Javier Milei decidió que su rabino Axel Wahnish pida el placet ante el estado de Israel, en tanto que Ian Sielecki será embajador en Francia. Aún no están definidos los nombres de los representantes para China, México, Chile, Uruguay, España e Italia, pero la pulseada palaciega y el lobby diplomático funcionan las veinticuatro horas del día.