“No sé cómo la gente va a resistir esto. Te sacan el subsidio a todo, más la suba de los alimentos y los combustibles. No sé qué va a pasar, por más de que Milei tenga caudal de votos. Cuando se empiecen a sentir estas medidas, esto va a ser tremendo”. La reflexión de un senador nacional es el fiel retrato de lo que piensan en gran parte del peronismo por estas horas. La postura no es combativa, sino de rechazo al paquete de medidas que anunció el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo.
Las nuevas medidas no fueron bien recibidas en la oposición. Lógico. Esperaban un ajuste fuerte, pero creen que la combinación de una profunda devaluación con la reducción de tarifas al gas, la luz y el transporte público modificarán el nivel de vida de la mayoría de los argentinos en unos pocos días. “Hizo un ajuste salvaje”, sentenció un gobernador opositor.
Algunos dirigentes creen que las medidas anunciadas son “solo el principio” de un combo que implicaría un ajuste más fuerte. Además, señalan que la duplicación de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y el aumento del 50% de la Tarjeta Alimentar no alcanzará para poder amortiguar el golpe al bolsillo que significa el sinceramiento del tipo de cambio que, tal como anticipó el presidente Milei, terminará con alta inflación en los próximos meses. El dólar oficial costará $800. El doble que ahora.
“Dijeron que hacíamos la campaña del miedo. La campaña terminó. Ahora el miedo”, aseguró, con cierta ironía, un funcionario del gobierno bonaerense, que se mostró muy preocupado por cómo golpeara a la clase media las medidas económicas. En la oposición está la idea instalada que, tal como sostuvo Alejandro Catterberg, “va a cambiar la ecuación cuando la gente se dé cuenta que va a pagar el ajuste”.
Es decir, que la gente que al día de hoy está ilusionada con el cambio que propone Milei, empezará a entender lo que votó cuando el costo de vida se encarezca a un nivel que no ha sufrido hasta en los últimos veinte años. Un cambio abrupto como parte de un plan para solucionar el déficit fiscal y mejorar el salario de los argentinos en comparación al precio del dólar. Así lo describen en el gobierno nacional.
Por el peronismo circula la necesidad de esperar que el Presidente efectivice sus primeras medidas y que el paquete de leyes que piensa mandar al Congreso empiece a ser tratado y negociado en los despachos opositores. La opción del principio no es bloquear ni plantar una resistencia a cualquier precio. Axel Kicillof lo dejó en claro cuando en su asunción buscó hacer equilibrio entre la legitimidad del libertario y sus diferencias sobre cómo encarar la crisis económica.
“Este es un ajuste tradicional que en Argentina siempre ha salido mal. Es una película que vimos muchas veces y siempre termina igual”, afirmó un importante dirigente social. En las filas opositoras no hay confianza de que el experimento económico de Caputo y Milei termine bien. Aun así, juran que no es momento de manifestarse en la calle. “Recién empieza. Es su momento”, repiten, trasladando toda la responsabilidad a Balcarce 50.
Otra de las teorías que corre por las filas peronistas es que una parte de la devaluación ya se fue a los precios en forma anticipada y que el impacto real podría ser menor que el que marca el ajuste de ayer. Pero también preocupa que falta la letra chica del porcentaje de quita de subsidios y que será determinante si hay una liberación del precio del combustible o no. Faltan precisiones para ver hasta donde llega cortar la tijera del Gobierno.
En el massismo fueron muy duros con los anuncios. “Es la receta ortodoxa. En vez de aplicar hormonas de crecimiento a la economía, que es lo que Massa proponía, apelan a enfriar y llevarnos a una recesión. Son las prácticas antiguas”, resaltó una voz histórica dentro el esquema que lidera el ex ministro de Economía, quien no está dispuesto a confrontar con Milei porque cree que todo lo que está sucediendo ya lo avisó en la campaña.
Los dirigentes de la oposición advierten que lo que se aplicó fue “una receta financiera anti productivista” y que por delante “hay una catástrofe social”, una vez que comiencen a aplicarse las medidas y, tal como adelantó Milei, caiga la actividad económica, aumente la inflación y el desempleo y, en consecuencia, crezca la cantidad de pobres, superando el techo del 45% actual.
En el peronismo reconocen que la situación hasta el 10 de diciembre era muy frágil, pero que estas medidas que tomó el ministro Caputo terminarán dinamitando a la clase media y generando un espiral inflacionario. “Esto empeora todo. La gente no tomó noción de lo que esto implicará”, aseguró un ex funcionario de la primera línea del gobierno anterior. La preocupación es un síntoma de este presente peronista.
Las medidas de shock que prometió Javier Milei empezaron a llegar. La oposición mide el tiempo, el momento y el contexto frente a los anuncios. No quieren que los acusen de no dejar gobernar, teniendo en cuenta que hasta hace solo unos pocos días el poder de mando estaba en manos peronistas. “Vamos a ver hasta cuándo aplauden el ajuste”, fue la sentencia de un intendente del conurbano en referencia a las personas que ovacionaron el discurso del presidente electo en su asunción.
Ahora es el turno de Milei, que siente que tiene el respaldo electoral necesario para avanzar con medidas de alto impacto. En el peronismo advierten que el ajuste puede calar tan hondo que el entusiasmo del cambio se disuelva con cierta rapidez. Casi todo está por verse. Es momento de esperar.