Cuando Javier Milei era arquero de Chacarita, sus compañeros lo apodaban “el loco”, aunque con estima. Ahora suele repetir que la diferencia entre un loco y un genio es el éxito. Lo dice como argumento para responder al epíteto que le aplican sus rivales políticos para caracterizar despectivamente sus conductas. Quizás porque es impredecible, porque tiene reacciones disruptivas, porque reversiona un aria de La Traviata y lo convierte en una oda a la política fiscal. Tiene eso que cautivó al electorado al punto tal de convertirlo en Presidente de la Nación. Como culto irónico a ese calificativo, pidió que en el repertorio de la gala presidencial en el Teatro Colón con la que cerró su ceremonia de asunción incorporen “Balada para un loco”, ese tango inmortal que compusieron Astor Piazzolla y Horacio Ferrer en 1969.
Milei es una persona que se asume puntual. Hoy cumplió a rajatabla con el ajetreado cronograma de actos que incluyó la ceremonia presidencial que empezó cerca de las 11. Pero esa precisión suiza por el reloj se alteró en el último evento de la jornada. La gala en el teatro sinónimo de Ciudad de Buenos Aires estaba prevista para las 20:30. El Presidente quería inscribirle una tónica austera a todo el itinerario, así como a su gestión, según prometió. Por eso no hubo ágapes ni cocktails fastuosos. Apeló a que la indumentaria de su elenco de funcionarios sea discreta.
Sin embargo, entre la ceremonia interreligiosa en la Catedral Metropolitana y la gala en el Colón, Milei y su hermana Karina, su sombra y persona de mayor confianza, hicieron una escala para cambiar de look. Milei salió de la Catedral a las 20:38. Su hermana Karina lucía un vestido y un saco color beige, a tono con su cabello. Desde las 20:30 comenzaron a llevar los primeros invitados de una lista de alrededor de 1500 personas, entre las que sobresalieron presidentes y diplomáticos internacionales, dirigentes y celebridades de Argentina.
Ricardo Lorenzetti, juez de la Corte Suprema de Justicia, Daniel Scioli, embajador en Brasil, Diana Mondino, Canciller argentina, Ramiro Marra, legislador porteño y referente de La Libertad Avanza, Francisco De Narváez, empresario y ex diputado nacional, fueron de los asistentes reconocidos que desfilaron por la alfombra roja de la galería de la entrada frontal del Teatro Colón, sobre la calle Libertad.
En la entrada al teatro se ubicó Jorge Telerman, director del Colón, para recepcionar a los invitados. Ese rol lo intercaló con Jorge Faurie, ex canciller y diplomático cercano a Mauricio Macri que se ocupó de coordinar la organización del protocolo de toda la ceremonia de asunción. Los minutos corrían. El Colón se solazaba con personalidades como Jorge Macri, Jefe de Gobierno porteño que ofició de anfitrión, junto a su esposa María Belén Ludueña, Roberto García Moritán, ministro de Desarrollo Económico de la Ciudad, Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, los diputados libertarios Bertie Benegas Lynch, Lilia Lemoine, Marcela Pagano.
También ingresaron Patricia Bullrich junto a su esposo Guillermo Yanco, los diputados bullrichistas Damián Arabia y Hernán Lombardi, Luis Petri, ministro de Defensa, junto a su esposa Cristina Pérez. Se sumaron los funcionarios libertarios Guillermo Ferraro, Guillermo Francos, Belén Stettler, Eduardo Roust, Mariano Cúneo Libarona, Nicolás Posse y Manuel Adorni. También la actriz Fátima Flores, pareja del Presidente, que llegó más temprano por su cuenta. Los dirigentes libertarios Fernando Cerimedo, Iván Dubois, Santiago Caputo, Nahuel Sotelo, Sebastián Pareja.
A las 21:30 comenzó la preocupación acerca de por qué Milei estaba demorado. A esa hora arribó Victoria Villarruel, vicepresidenta de la Nación. Por la seguridad que la escoltaba, parecía que era Milei. Pero aún no. Finalmente, a las 21:40, el Presidente arribó al Teatro Colón. Como siempre, acompañado por su hermana Karina, quien lucía un espléndido saco negro con brillos tipo strass.
Milei y Karina Milei fueron recibidos por Jorge Macri y Ludueña, además de Faurie y Telerman. Al llegar, se dirigieron al palco presidencial, que compartieron con un selecto grupo de invitados, entre quienes sobresalió Viktor Orbán, presidente de Hungría, y Vahagn Jachaturián, presidente de Armenia. El flamante Presidente fue aplaudido de pie por los presente, quienes luego corearon “libertad, libertad”. La gala comenzó, como no podía ser de otra forma, con Balada para un loco. El reconocido cantante Raúl Lavié irrumpió en el escenario del Colón para interpretar el célebre tango.
Luego, hubo una hora con un repertorio que incluyó fragmentos de clásicos de la ópera de compositores italianos y franceses, como Giuseppe Verdi, Georges Bizet y Pietro Mascagni. Milei es aficionado a ese género musical. Especialmente de las piezas compuestas por Giacomo Puccini. Por eso deseaba escuchar Madame Butterfly, pero por no fue posible por la extensión de esa ópera.
A las 22:30, doce horas después de haber empezado la ceremonia, el Presidente regresó junto a su hermana al Hotel Libertador. Según pudo saber Infobae, se reunió con su Gabinete para organizar el lunes, primer día de gestión, y ejecutar las medidas con las que abrirá su Gobierno.
La campaña quedó atrás y el glamour de la ceremonia de asunción se desvanecerá pronto, con el vértigo diario de conducir el Estado. Milei empezará a saber en los próximos meses si el ejercicio del poder le da el éxito para desmarcarse de ese piantao que ve la luna rodando por Callao en Piazzolla y Ferrer, para hacerse, entonces, un lugar en el pedestal de los genios.