El hasta hoy ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, otrora uno de los dirigentes favoritos de Cristina Kirchner, fue una figura controvertida dentro del Frente de Todos (devenido en Unión por la Patria). Su capacidad de gestión y despliegue territorial fueron puestos en duda por sus detractores dentro del mismo espacio oficialista, incluido el propio presidente Alberto Fernández, con quien confrontó desde la cuarentena.
Su estilo discursivo “sin bozal” y su perfil cada vez más independiente marcaron su gestión durante los últimos cuatro años, con una serie de escándalos y conflictos que nunca alcanzaron para que el gobernador Axel Kicillof le pidiera la renuncia a pesar de los reiterados pedidos en ese sentido que llegaban desde la Casa Rosada y varias intendencias propias y opositoras.
Sin embargo, el vínculo parece haber llegado a su fin: en el nuevo Gabinete que acompañará a Kicillof en su segundo mandato, Berni ya no ocupará la cartera de Seguridad. Será reemplazado por Javier Alonso, actual subsecretario de Formación y Desarrollo Profesional del ministerio. De todas formas, el ministro sostendrá su estructura en el ministerio, pues quedará como rector del Instituto Universitario Juan Vucetich; además de sostener su banca como Senador bonaerense.
Una de las marcas de su gestión fue el enfrentamiento con su par nacional, Sabina Frederic, que debió renunciar en 2021 por las políticas de seguridad. Durante su convivencia, Berni aparecía muy seguido en TV o radio criticándola con dureza en los programas de mayor impacto político, siempre con el aval de Cristina Kirchner. Berni solía repetir que no contaba con el apoyo del Ministerio de Seguridad de la Nación, que le faltaba información y efectivos.
Uno de los grandes reclamos a su par nacional era sobre los famosos 8.000 gendarmes que debían colaborar con la policía bonaerense. “No sabemos cuántos mandaron, ni qué hacen, quienes son o dónde están. Las que mandaron están ahí, como patrullas perdidas en la provincia”, dijo en una ocasión Berni, y remató: “En materia de seguridad estamos solos”.
Este tipo de declaraciones siempre le trajeron problemas con Alberto Fernández, que protegía a Frederic. En realidad, el enfrentamiento entre ambos titulares de Seguridad a nivel provincial y nacional tenía como trasfondo la pelea en la cúpula del Frente de Todos. Finalmente, el primer mandatario debió dejar ir a Frederic a instancias de Cristina Kirchner, mientras que Berni permaneció en su cargo durante todo el mandato de Axel Kicillof.
Berni también se peleó por distintos motivos con los intendentes bonaerenses. Una de las discusiones más llamativas fue por el uso de las pistolas Táser. En 2020, cuatro jefes municipales del conurbano bonaerense contaron que analizaban reglamentar la implementación de estas armas dentro de sus distritos. Todos pertenecían a Juntos por el Cambio: Julio Garro de La Plata, Néstor Grindetti de Lanús, Diego Valenzuela de Tres de Febrero y Jorge Macri de Vicente López.
Esa decisión en bloque de la oposición generó una fuerte reacción del ministro, quien aseguró que los jefes municipales no controlaban a sus policías locales y, por lo tanto, no podían disponer el uso de las pistolas electrónicas. En ese momento, inclusive, los llamó “ignorantes”, y finalmente en esas localidades no pudieron aplicar la medida.
Pero hubo otros varios conflictos con los intendentes por la seguridad en los municipios. Berni tuvo múltiples encontronazos y desacuerdos con los dirigentes locales, que terminaron en medidas drásticas como la implementación de varios desplazamientos en la cúpula de la bonaerense en La Plata porque los funcionarios habían sido recomendados por jefes municipales tales como el macrista Garro.
La actitud de Berni en el paro de la Policía bonaerense, que marcó un antes y un después en la gestión provincial, fue otra de las polémicas de la gestión de Berni. Durante varios días, los agentes protestaron por mejoras salariales con patrulleros apostados en las calles y desde las comisarías de distintos puntos de la provincia de Buenos Aires. El conflicto se solucionó con un anuncio de Kicillof de un aumento salarial para la fuerza, que llevaba el nuevo salario mínimo de bolsillo de los oficiales sa $ 44 mil, además de un aumento en la compensación por uniforme, que pasaría de $ 1.130 a $ 5000.
La intervención de Berni fue desafectar a 400 efectivos, y a posteriori, denunciar que había infiltrados, y amenazar con sanciones y la posibilidad de desafectar de la fuerza a otros 1500 policías que se habían manifestado frente a la residencia presidencial de Olivos. Las advertencias sobre la desafectación de policías para calmar las protestas generó polémica en la propia fuerza, y los roces siguieron incluso durante el año siguiente, porque Berni estaba decidido a tomar represalias contra los hechos que habían ocurrido meses antes.
Berni también enfrentó a otra dirigente del albertismo, Victoria Tolosa Paz, que había sido ungida como candidata a diputada nacional en 2021. Mientras afloraba la interna en el FDT, el ministro la cuestionó públicamente por sus frases de campaña. En particular, aquella donde la dirigente platense dijo que “en el peronismo siempre se garchó”. Berni usó un golpe bajo: “Si no hay justicia social, si hay inequidad social, por más garche que haya, el pueblo es infeliz”, dijo. Su frase provocó un tembladeral en el oficialismo, mientras Berni volvía a criticar a Sabina Frederic y al presidente Alberto Fernández.
Otro de los grandes temas fue la pelea con la madre de Facundo Astudillo Castro, el joven desaparecido en plena cuarentena cuando viajaba a dedo desde la localidad de Pedro Luro a Bahía Blanca, para encontrarse con su exnovia. Preocupado por defender su actuación y la de la Bonaerense, Berni insistía en que el joven había muerto en un accidente, mientras que la madre insistía en que habían tenido intervención la fuerza de seguridad y reclamaba que la Policía no colaboraba ni garantizaba la transparencia necesaria para llegar a la verdad de lo que había ocurrido.
Con la salida de Frederic, Berni no cesó los cuestionamientos con su sucesor, Aníbal Fernández. Uno de los momentos más tensos fue por la “crisis sanitaria” -como la denominó el Gobierno provincial- desatada por el envenenamiento por drogas en la provincia de Buenos Aires. El caso no sirvió para que ambos funcionarios coordinaran acciones.
Al contrario, apenas hubo diálogo entre los ministros de las carteras nacional y bonaerense. Y luego se cruzaron públicamente. Berni, calificó a su par de Nación de “patético” y lo acusó de “dejarlo solo en la lucha contra el narcotráfico” mientras se elevaba la cantidad de fallecidos e internados por consumo de drogas alteradas. Aunque hubo varios intentos para disimular el conflicto, las peleas sucesivas por otros temas demostraron que no había reconciliación posible.