El “nuevo” Milei pone a prueba su pragmatismo: cruce de discursos por la herencia y fragmentación política

Será determinante el mensaje inicial luego de asumir la presidencia. Desde el Gobierno que termina, buscan minimizar la crisis. En el arranque de la nueva gestión, resultará clave la capacidad para negociar acuerdos. Primera prueba: el paquete de leyes que irá al Congreso

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Javier Milei y Luis Caputo. La definición para Economía provocó alejamientos en LLA
Javier Milei y Luis Caputo. La definición para Economía provocó alejamientos en LLA

Javier Milei concluye el vertiginoso proceso de transición -apenas veinte días- con una imagen alejada del personaje cerrado, dogmático al punto de la exaltación, que lo convirtió en candidato y presidente. La imagen del “nuevo” Milei, al parecer sin problemas para los giros y sus consecuencias, fue construida con golpes de timón para armar su equipo: dejó socios iniciales en el camino y amplió su juego, aunque sin alianzas formales y claras. Mostró también desajustes y pasos en falso. “Mete la pata, pero la saca rápido”, dice un veterano de la política. Una manera ácida de reconocer un pragmatismo inesperado frente a la combinación de crisis económica profunda y fragmentación política.

El primer examen fuerte, de mayor impacto público que cualquiera de las designaciones en su equipo de Gobierno, será seguramente el discurso inaugural de gestión. A las expectativas poselectorales -y a diferencia de lo que fue el arranque de la etapa macrista-, se sumaron en las últimas horas señales sobre la batalla para exponer la real dimensión de la “herencia”. De hecho, será un contrapunto. Ayer mismo, se anotó el mensaje de Alberto Fernández, con su increíble visión sobre el “estado del Estado”. Más puntual y sin sentido de confrontación abierta, Economía difundió algunos datos sobre las cuentas de fin de año.

El mensaje de Alberto Fernández, adelantado por declaraciones propias y por información de voceros, fue grabado, duró algo más de treinta minutos y fue difundido por cadena nacional. Pero resultó pobre y hasta insólito, incapaz de conformar al frente interno, fuente inicial de su deterioro, y de ofrecer a la sociedad un balance ajustado a la realidad. Autoelogio de la gestión, alguna formalidad autocrítica y, en definitiva, un intento de evitar corresponsabilidad en el ajuste que asoma.

Resultaron llamativos el tono, el contenido y el telón de fondo. Eso último, el contexto, es dominante: operó como una virtual chicana, descalificadora por si sola. Unas horas antes, se había conocido el fuerte aumento de los combustibles, renglón alarmante en medio de la escalada de precios. Unos días antes, había circulado un nuevo informe sobre el agravamiento de los índices de pobreza. Todo, incluidos los números del mensaje grabado en Olivos, hace a la discusión que viene, pero nada podría avalar la idea de que el nuevo presidente recibe un país “potente”, bien encaminado.

Por supuesto, la despedida de Alberto Fernández no se ajustó a las conversaciones que de manera reservada se fueron dando en algunos ámbitos de la transición. En general, fuera de valoraciones generales en público, estuvieron centradas en cuestiones prácticas de la gestión diaria y a una primera aproximación al estado general de cada área. De todos modos, se descuentan tensiones próximas, contrapuntos entre números y objetivos de ajuste.

Economía evitó estridencias después de la derrota de Sergio Massa en el balotaje. Perfil bajo y contactos. El dato saliente fue el encuentro que mantuvieron hace pocos días el ex candidato y Milei, según se dejó trascender ahora. Deudas con organismos internacionales, las cuentas con las que cierra la actual gestión, las negociaciones con el FMI, se supone que fueron los temas abordados, aunque es probable que los significativo haya sido el gesto porque los temas en concreto corren por otros canales, algunos de los cuales podrían mantener al menos en el arranque de la nueva etapa.

Alberto Fernández, en cadena. Reivindicó su gestión y dijo que no hace falta un ajuste
Alberto Fernández, en cadena. Reivindicó su gestión y dijo que no hace falta un ajuste

De todos modos, y a la espera del primer discurso inicial de Milei, desde el ministerio de Economía difundieron un informe breve -una carilla y un cuadro- sobre el “Estado de situación financiera al cierre del año”, que asegura que quedan fondos suficientes para salarios, aguinaldos y otros compromisos “prioritarios”.

Fueron, en todo caso, maneras diferentes de pararse frente al cambio que expresa la llegada de Milei a la presidencia. La decisión de Alberto Fernández, como en otras oportunidades, opera en sentido contrario al esperado. Grabó una exposición que pareció dedicada al frente interno, a pesar de que en ese terreno cosecha facturas generalizadas, sobre todo de Cristina Fernández de Kirchner, fuente principal de su declive y desgaste.

De todos modos, el aspecto saliente sería otro. Agrega un ingrediente importante a la necesidad de un primer discurso fuerte que se plantea Milei. De entrada, eso mismo surgió como diferencia frente a la estrategia de Mauricio Macri en 2015, que prefirió no abundar sobre la herencia de CFK para evitar bajar expectativas. El contexto ahora es más grave, pero aún así la despedida de Alberto Fernández anticipa una batalla discursiva y política, al menos con el núcleo duro del oficialismo que va camino a ser oposición.

Eso mismo, al margen de la escasa gravitación del presidente saliente, ya se insinúa como parte del complicado mapa político, fragmentado territorialmente -surgen dos núcleos de gobernadores y un posible tercer jugador- y también en el Congreso. Será decisiva la capacidad de negociación del nuevo oficialismo.

Milei demostró en poco menos de tres semanas un significativo nivel de pragmatismo. Dejó fuera de juego a piezas que parecían centrales en su tablero. Estaba claro que iba a tener problemas para cubrir todos los casilleros de la administración que encabezará desde mañana, pero fue más que eso lo que motivó incorporaciones por fuera de su círculo. Resultaron heridos su vice, Victoria Villarruel, y de manera diferente, Carolina Píparo y, menos, Ramiro Marra. Además, se alejaron los integrantes de lo que aparecía como su equipo económico.

El nuevo presidente no parece afectado o al menos, se muestra decidido. Al margen de las movidas efectivas de Karina Milei y de las que le adjudican, fueron finalmente decisiones personales. “En sentido práctico, hasta puede ser una virtud”, dice con acidez el referido veterano en la política. No es un dato menor. Habrá qué ver el resultado del desembarco en la gestión y la determinación para profundizar o corregir decisiones y hacerlo en velocidad, como demanda de la propia crisis.

El triunfo por más de once puntos en el balotaje constituye un crédito significativo al menos en una primera etapa. Le permitió en estas tres semanas ampliar el paño con gestos y compromisos más amplios que los de sus primeros días en política. Señales al macrismo y a espacios del peronismo, lo más visible. El mensaje de este domingo y el envío inmediato del paquete de leyes, o ley ómnibus, serán decisivos para la evaluación del “nuevo” Milei y su relación con el voto que convocó hace tres semanas. Este domingo arranca esa historia.

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