Con la jura de los 130 nuevos diputados y la formalización de los bloques de la oposición, el nuevo Congreso comenzó a tomar forma.
En una sesión que terminó con algunas rispideces, Martín Menem fue electo presidente de la Cámara baja. Los libertarios, que tendrán a partir del 10 de diciembre una bancada con 38 integrantes, estaban lejos de tener la mayoría necesaria para imponer al riojano. Sin embargo, logró un amplio consenso entre todas las fuerzas ya que se privilegió la tradición de reservar ese lugar estratégico para un representante del oficialismo.
En los días previos, tanto Unión por la Patria, como el radicalismo y el PRO lograron mantenerse unidos a pesar de las fuertes turbulencias internas que sacuden a los tres espacios.
El peronismo tuvo algunas bajas encabezadas por el gobernador salteño Gustavo Sáenz, que busca que sus tres diputados conformen un espacio diferenciado más inclinado a negociar con el gobierno, y el jujeño Guillermo Snopek.
Ante ese panorama, el peronismo sumaría 101 escaños y seguiría siendo la primera minoría. Aunque se alejan aún más del quórum de 129 presentes, incluso si sumaran a los bloques provinciales y la izquierda.
Por su parte, el PRO logró contener al sector “neutral” que se inclina en el mismo sentido que los gobernadores y apuesta a ser una “oposición responsable” que de ninguna manera se debe confundir con un “co-gobierno”. El bloque de 40 diputados (“atado con alambre”, según uno de sus integrantes) podría perder 10 bancas si los “halcones” se acercan demasiado a los libertarios. Ese sector está liderado por María Eugenia Vidal y Silvia Lospennato.
Sin embargo, el dato político de la jornada fue la primera acción coordinada entre tres partidos que podrían terminar funcionando como un interbloque.
La vicepresidencia segunda de la Cámara le correspondía al PRO en base al tamaño de los bloques, pero en ese puesto terminó siendo designado Julio Cobos como fruto de un acuerdo político entre la UCR, la Coalición Cívica y el flamante bloque Cambio Federal (liderado por Miguel Ángel Pichetto e integrado por Emilio Monzó, Nicolás Massot y Ricardo López Murphy, entre otros).
El posible nuevo espacio, que sería el sucesor de Juntos por el Cambio pero con otro nombre y sumaría 50 bancas, podría terminar atrayendo a los diez diputados del PRO que quieren tomar mayor distancia de los libertarios y amenazaron con romper el bloque. Con 60 potenciales bancas sería un polo de poder considerable de cara a la negociación con los libertarios.
Aún es una incógnita cómo funcionará el pacto de gobernabilidad entre los halcones del PRO y La Libertad Avanza. No obstante, aunque no sea suficiente para aprobar todas las leyes que envíe el Poder Ejecutivo, conservar el acuerdo táctico con el macrismo será vital para los libertarios por otra razón: contar con más de 72 votos le permitirá al nuevo oficialismo frenar cualquier intento de Juicio Político que pueda impulsar el peronismo ya que para avanzar se requiere de dos tercios del recinto.
El lunes será la primera prueba de fuego para los libertarios con la llegada de la anticipada “ley ómnibus” (que en la práctica podría desagregarse en varios paquetes de normas). El contenido del proyecto se mantiene en el más absoluto hermetismo y los propios legisladores libertarios desconocen por el momento el texto final.
Durante la semana que viene también tendrán que conformarse las comisiones que trabajarán la letra chica del proyecto. Justamente sobre ese punto hubo conflictos al final de la sesión del jueves.
Un acuerdo entre el PRO, Unión por la Patria y el flamante presidente de la Cámara determinó que el reparto de las presidencias de las comisiones y sus integrantes se haga por bloque utilizando el sistema proporcional D’hont. Esta opción fue resistida sin éxito por el radicalismo, los “lilitos” y sus pares de Cambio Federal que proponían partir de la base de “sectores políticos” o “grupos de bloques”.