La asunción de Javier Milei será la primera evidencia del nuevo encuadre geopolítico de la Argentina: el presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, participará de la ceremonias oficiales en el Congreso y la Casa Rosada, mientras que no fueron invitados los dictadores de Cuba, Venezuela, Nicaragua e Irán, acusados de violar los derechos humanos y apoyar a organizaciones terroristas como Hamas y Hezbollah.
Zelensky nunca estuvo en América Latina, y abandonará su bunker blindado de Kiev para recorrer 12.800 kilómetros y llegar a Buenos Aires con el objetivo político de participar en la asunción de Milei.
El líder ucraniano siempre cuestionó la posición dubitativa de Alberto Fernández ante la invasión de Rusia y la llegada de Milei a Balcarce 50 es una ventaja regional que Zelensky no tenía frente a los gobiernos Bolivia, México y Colombia.
El presidente electo respalda la resistencia de Ucrania contra Rusia y sus sueños imperiales, se comprometió ante Zelensky a organizar una cumbre para apoyar la resistencia frente a Vladimir Putin y su Ejército Rojo, y no descarta viajar a Kiev durante 2024.
En fuerte contraste con la invitación personal a Zelensky, Milei decidió excluir a los dictadores de Cuba, Irán, Nicaragua y Venezuela, acusados de violar los derechos humanos y apoyar a los grupos terroristas Hamas y Hezbollah.
Miguel Díaz-Canel, Ebrahim Raisi, Daniel Ortega y Nicolás Maduro no fueron invitados a la ceremonia oficial, y ese gesto geopolítico implica futuros cambios de Argentina en relación con América Latina y Medio Oriente.
Milei no tendrá una posición conciliadora con Nicaragua y Venezuela en la Organización de Estados Americanos (OEA), tomará distancia de Cuba y ya decidió renunciar a los BRICS, adonde Irán participará en la estrategia de simular su régimen fundamentalista y ocultar su sistemático apoyo a Hamas y Hezbollah.
El presidente electo planteó su coincidencia geopolítica con Estados Unidos y ratificó su cercanía ideológica con Donald Trump, que no participará de la ceremonia de asunción. Sin embargo, Milei ya aprendió los conceptos básicos de la realpolitik y coronó un viaje relámpago a New York y Washington para acercar posiciones con la administración de Joseph Biden.
Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, recibió a Milei en el Ala Oeste y explicitó el apoyo de Biden al futuro gobierno de La Libertad Avanza. En este contexto, respetando todas las formalidades diplomáticas, Estados Unidos envía una delegación importante a la jura del sucesor de Alberto Fernández.
La comitiva estará integrada por Jennifer M. Granholm, Secretaria del Departamento de Energía, el embajador Marc Stanley y Juan González, consejero de Seguridad Nacional para América Latina, entre otros funcionarios del gobierno demócrata.
No es un hecho fortuito que estos funcionarios representen a Biden: Estados Unidos considera al litio argentino un recurso estratégico y apuesta a las gestiones de Stanley y González para fortalecer una relación con Balcarce 50 que en épocas de Alberto Fernández se tiño de cierta desconfianza por sus coqueteos con China y Rusia.
Durante la campaña electoral, Milei embistió contra Lula da Silva y elogió la perspectiva ideológica de Jair Bolsonaro, su enemigo político en Brasil. Esa posición del presidente electo decantó en la decisión de Lula de esquivar la ceremonia de asunción del líder de La Libertad Avanza, que tiene decidido recibir a Bolsonaro y su aliados con infinita cortesía diplomática.
Bolsonaro arribará a Ezeiza con una comitiva integrada por más de 60 dirigentes brasileños, entre gobernadores, diputados, senadores y miembros de su familia. Da Silva, en cambio, enviará al canciller Mauricio Vieira, que se reunió con Diana Mondino y Daniel Scioli para enmendar las declaraciones electorales de Milei.
La cita del canciller de Brasil con la futura ministra de Relaciones Exteriores y el embajador argentino fue un simple movimiento protocolar. Lula da Silva está ofendido con Milei, y el futuro presidente tendrá que hacer múltiples gestos para cerrar el abismo que abrió frente al líder del Partido de los Trabajadores (PT).
Brasil es clave para la economía de la Argentina y es organizador del G20, una cumbre multilateral de asistencia obligatoria. Si hay distancia política entre Buenos Aires y Brasilia, al margen de las diferencias ideológicas, se resiente el comercio exterior, la seguridad en las fronteras, la estrategia común en la OEA y la ONU, y la posibilidad de enmendar el acuerdo Mercosur-Unión Europea (UE).
Los presidentes Luis Arce (Bolivia), Gabriel Boric (Chile), Daniel Noboa (Ecuador), Nayib Bukele (El Salvador), Santiago Peña (Paraguay) y Luis Lacalle Pou (Uruguay) tambien participarán de la ceremonia, mientras que los mandatarios Gustavo Petro (Colombia) y Dina Boluarte (Perú), enviaron a sus cancilleres Álvaro Leyva y Javier González Olaechea, respectivamente.
Javier Milei comparte agenda global con Noboa, Bukele, Peña y Lacalle Pou, tiene profundas diferencias ideológicas con Arce, Boric y Petro, quien en su cuenta oficial de X (antes Twitter) comparó al presidente electo con los dictadores Jorge Rafael Videla y Augusto Pinochet.
Será inevitable que Milei choque con Arce, Boric y Petro cuando se trate la situación de Nicaragua y Venezuela en la OEA. Es el nuevo encuadre geopolítico de la Argentina: Alberto Fernández se apoyaba en el principio de autodeterminación de los pueblos para apoyar a Maduro y Ortega, una posición diplomática que no se repetirá con su sucesor de La Libertad Avanza.
El mandatario electo tiene una posición firme de respaldo a Israel y de condena absoluta al acto terrorista ejecutado por Hamas a principios de octubre. Milei dialogó con el presidente israelí, Isaac Herzog, y el premier Benjamin Netanyahu, y ya anunció que prepara un viaje relámpago a Tel Aviv y Jerusalén.
El canciller israelí Eli Cohen y un grupo de familiares de secuestrados por el grupo terrorista Hamas, que permanecen cautivos en los túneles secretos de Gaza, estarán en la ceremonia de asunción de Milei. Y en las próximas horas, el presidente electo recibirá a la delegación que llegó desde Israel para participar de los actos oficiales en el Congreso y la Casa Rosada.
Milei y el jefe del Gobierno de España, Pedro Sánchez, exhiben miradas diferentes sobre el tablero global. En este contexto, Sánchez rompe el protocolo español y envía a Buenos Aires una representación de menor nivel diplomático, si se compara con las asunciones de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner, Néstor Kirchner y Fernando de la Rúa.
Juan Fernández Trigo, secretario de Estado para Iberoamérica y el Caribe, representará a la Moncloa. Fernández Trigo viene en lugar de Juan Manuel Albares, ministro de Relaciones Exteriores, que optó por un encuentro de cancilleres de la Unión Europea en Bruselas.
Pedro Sánchez, obvio, prefirió quedarse en Madrid a la espera de su amigo Alberto Fernández, que llegará antes de Navidad dese Turín.
El rey de España Felipe Vi también participará de la ceremonia oficial, así como el arzobispo Alberto Ortega Martín, actual nuncio apostólico en Chile, quien viaja a la Argentina en representación del papa Francisco. La decisión de enviar al nuncio desde Santiago de Chile está en línea con lo ocurrido en la jura de Alberto Fernández: en esa oportunidad fue designado el arzobispo alemán Martín Krebs, entonces embajador del Vaticano en Uruguay.
Milei además espera la presencia de Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría, y de Vahagn Jachaturián, presidente de Armenia. Tiene sentido que Jachaturián participe de la ceremonia de asunción: como sucede con Ucrania, Armenia está en permanente conflicto con Rusia, que apoya la agresión territorial de su aliada Azerbaiyán.