Las oficinas de Avenida Libertador 850 otra vez. En ese punto geográfico de la Ciudad de Buenos Aires Sergio Massa comenzará a reinventarse. Su vida política y su trabajo en el sector privado. Ambas vinculadas a la economía real y el mundo financiero. Asesoramiento en el exterior. Viajará por un tiempo pero estará radicado en la Argentina. Cuando pise suelo porteño pasará largas horas en esas oficinas históricas que lo abrazaron en llano. Allí funcionará la Fundación Encuentro. Vuelve al principio sin estar en el principio.
Los funcionarios más cercanos al actual ministro de Economía unirán la Plaza de Mayo con Recoleta, el Palacio de Hacienda con la fundación. En el primer piso de esas oficinas trabajarán el titular de la Aduana, Guillermo Michel; el secretario de Industria, Juan José de Mendiguren; el secretario de Finanzas, Eduardo Setti, el diputado Ramiro Gutiérrez; el secretario legal, Ricardo Casal y el secretario de Política Económica, Gabriel Rubinstein. ¿El jefe de asesores Leonardo Madcur? Existe la posibilidad de que siga cumpliendo funciones en el nuevo gobierno.
Desde ahí trabajarán con temas vinculados a la economía, el sector productivo y la seguridad. Los tres ejes de la agenda temática que Massa supo construir a lo largo de la última década. Será su centro de operaciones. Donde esté instalado el tablero político de relaciones, como ya sucedió durante el gobierno de Macri. Las oficinas de Libertador, el Instituto Patria, la sede histórica del Partido Justicialista (PJ) en calle Matheu y la gobernación bonaerense asoman como los lugares dónde se empezará a discutir el nuevo tiempo del peronismo.
“Yo no me retiro de la política”, le confesó el ministro a sus íntimos en esta semana que se termina, donde los funcionarios descuelgan los cuadros, guardan los portarretratos y ordenan los papeles de la gestión. El final anunciado que se aproxima. Su anuncio de “fin de ciclo” el día que perdió el balotaje había dejado flotando en el aire la idea de que se iba a alejar de la política. No es así. Aunque lo cierto es que no tiene pensado tener un gran protagonismo en el corto plazo.
El ex candidato presidencial de Unión por la Patria (UP) ya le dijo a los suyos que no piensa saltar al escenario político inmediatamente para liderar al peronismo. No tiene esa vocación. “No voy a tener el protagonismo que tuve hasta acá”, fue la frase que usó para dejárselo en claro a los dirigentes que le preguntaban por su futuro y su rol en el espacio político.
Va a aportar ideas, va a contribuir en la reformulación de la agenda política y económica del peronismo, pero no va a buscar con inmediatez aferrarse al liderazgo que tuvo durante los últimos cinco meses de campaña. En el oficialismo hay varios dirigentes que creen que Massa solo tiene que dejar pasar el tiempo para que se reacomode el tablero y después volver al ruedo. No hay demasiados nombres propios que aparezcan como opción para liderar el nuevo proceso político.
Mientras tanto, aspira a que el Frente Renovador (FR), que fundó en el 2013, tenga una renovación en conducción. Nuevos nombres al frente del esquema partidario, con el objetivo de que se revitalicen las filas massistas de cara al debate que se dará en el peronismo en los meses que se avecinan. Una cúpula nueva y no estar él al frente. Eso es lo que quiere en el comienzo de esta etapa donde hará política desde otro lugar.
El ministro de Economía cree que el peronismo tendrá muchas voces en el llano. No habrá una sola. Ni siquiera la de Cristina Kirchner, que es la dirigente más trascendente del espacio político. Entiende que habrá multiplicidad de discusiones sobre cómo reconfigurar la fuerza política y que para que eso ocurra primero debe empezar a rodar el gobierno de Javier Milei. Los pocos liderazgos que hay en pie son parciales y no tienen legitimidad sobre la mayoría de la fuerza política.
Massa no tiene pensado salir a plantear sus diferencias con las medidas que aplique el presidente electo. Ya lo hizo en la campaña. Sería insistir sobre una forma de solucionar los problemas económicos que no recibió el respaldo de la mayoría. Perdió por tres millones de votos. “Milei está legitimado para ajustar porque lo dijo muchas veces en la campaña”, aseguran cerca del ministro. La forma en la que reaccione la gente es una incógnita. Y el golpe que tenga en el bolsillo, también.
Está convencido que el peronismo debe reformular su agenda de temas porque existe una disociación grande entre la agenda de la política y la de gente. Una parte de la derrota electoral está apoyada ahí. La gente decidió inclinarse por un outsider con propuestas disruptivas. Lo supo con anticipación. El jueves previo a la elección las encuestas que le habían llegado a su teléfono avisaban la derrota. El domingo de la votación, a las 11 de la mañana, el primer corte de mesas testigo confirmó que la elección estaba perdida. Durante el resto del día tuvo margen para procesar el final del proceso electoral.
Considera que perdió por un cúmulo de motivos. Entre ellos la difícil situación económica, la unidad de Milei, Patricia Bullrich y Juan Schiaretti contra su candidatura, el enojo de la sociedad con la política, la sequía de este año y la frustración que está enquistada en muchos sectores de la población. El gobernador cordobés jugó fuerte en su contra durante la campaña, pero no le guarda rencor. Entiende que el “Gringo” se movió así para representar al electorado de su provincia. La relación entre ellos está cortada.
Ahora es el momento del gobierno de Milei. Tiene que empezar y desarrollarse. El impacto real de las medidas y el correlato en la sociedad es indescifrable más allá de los escenarios posibles que analistas económicos y dirigentes políticos en los últimos días. ¿De cuánto será la devaluación? ¿Hasta dónde será el ajuste? ¿Cuál es el margen de tolerancia del ciudadano? ¿Cuál podría ser la inflación de diciembre? ¿Y la de enero? En Economía estiman que la de noviembre rondará el 10%.
En ese contexto, Massa entiende que el peronismo debe dedicarse a representar al 44% que lo votó en el balotaje. Son 11 millones y medio de personas. Deben mostrar coherencia con el discurso de la campaña y no zambullirse en una discusión de poder partidaria. Y para hacer ese efectiva esa representación el lugar indicado es el Congreso, ya que hacía allí irá dirigida la “ley ómnibus” con reformas profundas en el Estado.
“Hay que mantener unido los bloques”, les dijo a los diputados de UP durante esta semana. El peronismo tratará de cumplir ese objetivo pese a las diferencias internas que acechan y el desgaste que existe en los vínculos entre los distintos sectores. Ese es el principal desafío en el comienzo del gobierno libertario. Gran parte de la discusión política estará concentrada en la Cámara de Diputados y la de Senadores. Funcionar en forma aceitada y sin grietas serán el primer paso para consolidar la fuerza política en el campo opositor.
Massa vuelve al llano político con la tranquilidad de haber explicado en la campaña el costo de las medidas de Milei. Una frase que expresó hace pocos días en una reunión de funcionarios, en el quinto piso del Palacio de Hacienda, quizás sirva para definir su parecer: “Los relatos se terminan cuando la gente no llega a fin de mes”.