En el peronismo nadie esquiva la realidad, como sucedió en otros tiempos de la gestión, donde simulaban una paz interna que no existía. En el presente las divisiones son parte de una realidad indisimulable. Son la foto de un final de época y la apertura de un tiempo de reconstrucción del espacio político. Un punto de inflexión entre lo que ya fue y lo que será.
Bajo ese enorme paraguas el kirchnerismo está en pleno proceso de discusión sobre cómo va a afrontar este tiempo nuevo como oposición. Ya lo hizo entre el 2015 y el 2019, pero el contexto actual es diferente. Cristina Kirchner está presente marcando sus diferencias con el gobierno entrante -como lo hizo en los últimos días en sus redes sociales- pero en gran parte del peronismo creen que está cerrando un ciclo como dueña de la preciada lapicera.
“Cristina ya habló de darle lugar a una nueva camada de dirigentes. Lo que sucedió en la campaña fue claro en ese sentido. Hay un grupo de dirigentes que se tienen que hacer cargo del momento del peronismo y ponerse al frente de la organización”, señaló un importante funcionario nacional que en su agenda 2024 tiene anotado ser parte de una renovación de la fuerza política.
Más allá de los nombres propios que puedan ser parte de esa generación conocida pero que aún no estuvo al frente de la conducción, lo que sobrevuela en algunas terminales oficialistas en la necesidad de pensar un peronismo sin CFK marcando la agenda y el kirchnerismo volviendo a hacer girar las decisiones alrededor de la actual Vicepresidenta. Hay que dar el salto y cambiar. En palabras de Axel Kicillof, hay que tocar una nueva canción.
En ese reacomodamiento los gobernadores están procesando cómo moverse, cómo sostener la gobernabilidad, cómo gobernar las provincias con los recursos limitados y el ajuste que aparece en el horizonte, y cómo empezar a jugar en el tablero peronista, donde a partir del próximo lunes se formalizará el comienzo de una nueva discusión política. Hacia dónde ir, quiénes, bajo qué mandato y con qué objetivo.
Javier Milei mandará al Congreso la ya nombrada tantísimas veces “ley ómnibus”, donde planteará reformas políticas, impositivas y laborales. Desde la posibilidad de abolir las PASO hasta la privatización de las empresas estatales pasando por la restructuración del Estado, uno de los caballitos de batalla de la campaña libertaria. Es decir, el achicamiento de la estructura estatal. Menos ministerios, menos gasto.
El gran problema que tiene el presidente electo es que el Congreso está dinamitado, pero no lo suficiente para poder negociar la aprobación de las leyes con pequeños bloques. De esa forma, la negociación sería extensa, pero la posibilidad de concretarla también sería más fácil que si los bloques grandes se mantienen indemnes al cambio de gobierno y la presión que pueda surgir desde los nuevos inquilinos de la Casa Rosada.
“El oficialismo no termina de constituirse y en las últimas negociaciones quedaron muy daños algunos socios del PRO y el peronismo disidente. Enfrente van a tener un peronismo unido pese a sus internas. Ese es el camino más fácil de construir para nosotros”, aseguró uno de los diputados nacionales más influyentes del bloque de Unión por la Patria (UP).
En el peronismo son conscientes que tienen la necesidad imperiosa de mostrarse como un bloque político fuerte para convertirse en el principal partido opositor y frenar las leyes que consideren que pueden dañar el tejido social y económico de las mayorías. “Ellos van a poder avanzar en la medida que nosotros no nos deshilachemos o nos dispersemos. Y ahí reside la importancia de la unidad”, se sinceró un encumbrado funcionario del gobierno nacional.
El nuevo oficialismo tendrá 38 diputados y siete senadores. Una minoría absoluta que no le permitirá avanzar en las dos Cámaras sin negociar con la oposición. Incluso, si el PRO duro le prestara los votos de unos cuarenta diputados, ni siquiera tendría el número para alcanzar el quórum. La fortaleza que los votos le dieron a Milei en el balotaje es diametralmente proporcional a la debilidad que tiene en el Congreso.
En el bloque de diputados oficialistas se perjuraron seguir unidos cuando comience la era Milei pese a las diferencias en la forma de hacer política y las rencillas de un pasado inolvidable, pero lejano. Un experimentado legislador resumió el objetivo inmediato con un planteo simple y operativo: “El desafío nuestro es encontrar la conducción de un pensamiento que agrupe a los sin tierra y a los que responden a los gobernadores”.
El temor que atraviesa a la futura oposición es que algunos gobernadores negocien con el presidente electo en paralelo a la dinámica del bloque y la convivencia comience a tornearse compleja por un choque de intereses. Algunos diputados de renombre advierten que La Libertad Avanza (LLA) está tratando de generar negociaciones bilaterales para tensar la vida interna del peronismo y Juntos por el Cambio, y provocar una ruptura y una posterior diseminación de legisladores. Un Congreso atomizado que le quite poder a los adversarios políticos.
En el debate interno que se está dando en las múltiples reuniones del mundo peronista hay quienes entienden que es necesario no volver a caer en el lugar de la resistencia. No estar en la trinchera en forma permanente, aunque sí mostrar los dientes y los votos como condicionante de un gobierno nuevo y con propuestas demasiado ambiciosas para la debilidad legislativa que padecen.
“Lo que es un lugar débil y precario es el de la resistencia. No es un lugar de fortaleza. Ahí no hay que ir. No hay que caer en un esquema defensivo de putear al gobierno. Tenemos que construir”, advirtió un funcionario nacional con largo recorrido en las arterias del peronismo bonaerense. Incluso en algunas reuniones de La Cámpora, el sector más duro y combativo del actual oficialismo, hay dirigentes que sostienen que no es momento de resistir sino de construir una oposición. Tiempos nuevos a los que todos se deben adaptar.
En el peronismo creen que la clave para que Milei no avance en medidas antipopulares a través del Congreso es conservar la unidad del bloque y también del espacio político. Postergar las discusiones sobre el futuro liderazgo para más adelante y abroquelarse para que el presidente libertario no pueda lograr llevar a cabo con facilidad todo su programa de reformas. De la fortaleza y la cohesión del bloque político de Unión por la Patria (UP) dependerá, en gran medida, la capacidad del peronismo de ser una oposición robusta que no se pueda esquivar.