(Enviado especial a Washington).- Javier Milei llegó anoche a DC cerca de las 21.00 (23 en la Argentina), subió a su habitación del hotel Hay-Adams y a la media hora ya estaba con su equipo trabajando en los próximos nombramientos y preparando la reunión que hoy protagonizará con Jake Sullivan, el consejero Nacional de Seguridad de Joseph Biden. El cónclave se extendió hasta la madrugada de la Argentina, y todo su staff -hambriento- compartió las hamburguesas y los snacks que lograron del room service.
Milei tiene un sistema radial en la toma de decisiones. Se apoya en su hermana Karina, hace consultas permanentes con Nicolas Posse y Santiago Caputo, y pregunta asuntos puntuales a sus probables ministros y embajadores. En ese scrum resuelve temas que después serán comunicados de manera oficial o con reserva de la fuente.
Hoy a la mañana convocó -de nuevo- a su círculo más cercano. Karina Milei, Posse (futuro jefe de Gabinete), Luis “Toto” Caputo (eventual ministro de Economía) y Santiago Caputo (asesor de confianza) desayunaron en la habitación presidencial para ratificar los conceptos básicos que se presentarán en las reuniones con funcionarios del Fondo Monetario Internacional (FMI), la Secretaría del Tesoro y el Departamento de Estado.
Cuando el desayuno de trabajo concluyó, Posse, “Toto” Caputo y el embajador de Estados Unidos en la Argentina, Marc Stanley, se fueron al Departamento de Estado. La reunión es importante para ratificar que Milei condena a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela, está alineado con la agenda geopolítica de Biden, repudia el ataque terrorista de Hamas a Israel, considera ilegal la guerra que Rusia libra contra Ucrania y afirma que China significa una amenaza para Occidente.
Las reuniones de trabajo de Milei también sirven para entender que toda acción causa reacciones inesperadas. Desde las cercanías de Donald Trump cuestionaron el almuerzo que el presidente electo compartió con Bill Clinton, y desde la Casa Blanca consideraron un error no forzado que en un comunicado de la oficina del presidente electo se haya omitido la presencia de Dodd en ese mismo almuerzo, cuando es una pieza clave de Biden para América Latina.
Asimismo, Milei exprime las horas en DC y resuelve asuntos vinculados a su próximo gobierno. Tiene que definir al futuro ministro de Defensa -hay tres candidatos que resolverá en una charla con Mauricio Macri-, y aún es incierta la designación del titular de la Cámara de Diputados, que también definirá con el expresidente.
En este contexto, cuando Milei se enteró que Kristalina Georgieva no lo recibía en el FMI, decidió adelantar su viaje a Buenos Aires. “No va al Fondo. No está Georgieva. Y con ella, Milei habló una hora. No tenía sentido que fuera a hablar con sus funcionarios”, resumió un vocero ad hoc de la delegación que acompaña al mandatario electo.
La explicación extraoficial esconde una razón política obvia: Milei no iría al FMI sin un cónclave con su directora gerente. Ya actúa como el futuro presidente de la Argentina y no veía el sentido de estar una hora con la burocracia del organismo multilateral.
En lugar del presidente electo al FMI llegarán Posse y Caputo, que en su momento renunció al Banco Central cuando Macri optó por privilegiar sus relación política con Lagarde. Para el probable ministro de Economía, su regreso a la negociación con el FMI tiene un gusto a revancha personal, que maceró durante cinco largos años.
Milei ha señalado en público que tomará medidas acorde al programa del FMI, y esa señal política facilitará las negociaciones con el board del organismo multilateral. La administración de Alberto Fernández incumplió las metas del programa y debió recurrir al swap de China y a la CAF para evitar un default ante la reticencia del directorio de aprobar los desembolsos previstos para julio.
El presidente electo no tiene intenciones de repetir esa crisis política y su objetivo es negociar con el FMI “un roll over” de la deuda y poner on track el programa que descarriló durante los últimos meses de la campaña electoral. El board apoya esta posición formal de Milei, pero ya ha escuchado muchísimas promesas de presidentes anteriores -desde Macri a Alberto Fernández, por caso- y se moverá con previsible cautela.
Las tres metas básicas del programa acordado -emisión monetaria, deficit fiscal y reservas del Banco Central- están incumplidas y su reperfilamiento dependerá de una decisión política que Milei deberá tomar acorde a su acumulación de poder en las cámaras parlamentarias. Sin los votos para el presupuesto nacional, es muy difícil cerrar un acuerdo con el FMI que implique un nuevo ajuste de las cuentas públicas.
Durante toda la mañana, Milei estuvo en su cuarto del hotel Hay-Adams. Y pasado el mediodía de DC bajará para tomar un auto oficial y entrar a la Casa Blanca. Allí será recibido por Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Biden. Será su reunión más importante en Washington.
Después regresará a Buenos Aires.