El afamado periodista Jaime Bayly contó que, después de entrevistarlo, le susurró a Javier Milei que antes que cuidarse de sus enemigos debía prestarle atención a aquellos que están más cerca. “Los incondicionales son los más peligrosos”, le dijo. Ese consejo tomó por estas horas una actualidad superlativa, en medio de negociaciones e intrigas para armar un equipo que modelará su gobierno y mostrará la forma y el fondo de un oficialismo totalmente nuevo. El futuro presidente se encontró con motivos suficientes para desconfiar de su compañera de fórmula. El vínculo de Milei y la vicepresidente electa Victoria Villarruel atraviesa un momento crítico y los que conocen a ambos admiten que hoy la relación está casi rota.
Es un drama político inesperado, que le pone una presión adicional a la complicada tarea de construir toda una estructura política desde cero. Mientras define los nombres que lo acompañarán en el futuro gabinete y en el Congreso, Milei tuvo que lidiar esta semana con novedades que le llegaron a sus oídos y que encendieron las alarmas y la sospecha, incluso, de traición. Hace días que no aparecen fotos ni detalles de encuentros entre el próximo jefe de Estado y su antigua compañera de fórmula. Y ahora trascendieron los posibles motivos de ese distanciamiento.
En esa saga de desencuentros se inscriben la primera foto de transición con el área de Seguridad sin Villarruel, el ofrecimiento a Patricia Bullrich para que vuelva al Ministerio que la proyectó a una fallida candidatura nacional, y la singular visita de la actual diputada al Cuartel Central de la Policía Federal y a la sede de Gendarmería, entre rumores de todo tipo.
En medio de este panorama, aparece también la delicada tarea de elegir a quiénes van a asumir la conducción de Diputados y del Senado, que no sólo estarán a cargo de gestionar el lugar donde se debatirán los proyectos que envíe el presidente, sino que además deberán ocupar lugares de enorme trascendencia institucional. Milei es consciente de que ambos estarán a cargo de Cámaras en las que La Libertad Avanza estará en híper minoría y que serán nombres que en simultáneo integrarán la línea de la sucesión.
Esa definición adquiere una renovada importancia porque el presidente electo tomó conocimiento esta semana de que la vicepresidente electa mantuvo sin su conocimiento reuniones reservadas, entre ellas con embajadores. Villarruel presentó un equipo armado, con colaboradores, planes y proyectos para el área de Seguridad y Defensa y también para Inteligencia. Fueron encuentros que ocurrieron sin su aval y, encima, con nombres a los que el futuro jefe de Estado no le había dado el visto bueno.
Una de las claves que quedó expuesta esta semana del accionar político de Milei es que confía en muy pocos y que los nombres de los futuros ministros y colaboradores dependen de un círculo muy estrecho, que integran Nicolás Posse, su seguro jefe de Gabinete, y sobre todo de “El Jefe”, Karina Milei, que es la hermana y también la persona de mayor influencia en su entorno. Luego, están los brazos operativos, de Germán Ferraro (Infraestructura), Diana Mondino (Cancillería) y Guillermo Francos (Interior).
En esas reuniones secretas, incluso, Villarruel habría anticipado a sus interlocutores que Miguel Ángel Toma asumiría en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Ese nombre, al llegar a oídos del presidente electo, ya recibió bolilla negra.
Pero se trata de todo un universo, el de los servicios, que fastidia al mandatario electo. Milei no quiere saber nada de espionaje en general ni de espías en particular, al punto que tiene entre sus ideas que, en vez de que dependa directamente de la Presidencia, la oficina sucesora de la SIDE pase a reportar directamente a la Jefatura de Gabinete. Es la alternativa menos radical. Hay otra, posible pero remota: nombrar allí a su hermana.
Es otra lógica que empiezan a asomar en la dinámica que rodea las definiciones importantes de la futura administración. Con Javier y Karina, los hermanos Milei, aparece una diarquía que distribuye las tareas más delicadas y que requieren para resolver problemas y encontrar soluciones un insumo que en la alta política es escaso: la confianza ciega.
El futuro Congreso
Mientras los corrillos del poder se alimentan de ese desencuentro, se acrecientan las urgencias para definir quiénes van a estar en los dos cargos más importantes que tiene el Congreso: el presidente provisional del Senado y el presidente de la Cámara de Diputados. Ambos, que también se anotan en la línea de sucesión, están en plena negociación política y hasta el fin de semana no estaba claro el rumbo que tomará Milei para definir esos nombres.
En el caso de los senadores hay un agravamiento, porque el futuro presidente provisional deberá ser una figura que al mismo tiempo sea de su confianza, tenga el consenso de sus pares y pueda llevar adelante la conducción de la Cámara. Es el cuerpo donde Milei está en máxima desventaja, al tener sólo 7 de 72 bancas. Son Bartolomé Abdala e Ivanna Arrascaeta (San Luis), Ezequiel Atauche y Vilma Bedia (Jujuy), Francisco Paoltroni (Formosa), Juan Carlos Pagotto (La Rioja) y Bruno Olivera Lucero (San Juan). A algunos de ellos apenas los vio apenas un par de veces. ¿Quién puede ocupar la estratégica Presidencia Provisional?
En el Senado hay una figura que puede ser clave: la peronista Alejandra Vigo, que es representante por Córdoba, tiene predicamento entre sus colegas, es una voz crítica del kirchnerismo y, además de todo eso, es la esposa del gobernador Juan Schiaretti. La variante mediterránea tiene un peso importante en el futuro gobierno. El hombre que manejó la economía y los números de esa provincia los últimos ocho años, Osvaldo Giordano, fue uno de los dos únicos nombres que confirmó oficialmente la cuenta en X (antes Twitter) de la Oficina del Presidente Electo.
En Diputados, en cambio, hay una certeza. Cristian Ritondo, que era empujado con insistencia por el propio Mauricio Macri, recibió en las últimas horas el pulgar abajo de Javier Milei. Aunque el jefe de Estado electo tenía al tope de sus preferencias al peronista bonaerense Florencio Randazzo, que compitió en las últimas elecciones como vice de Schiaretti, está abierto a otras alternativas si no consigue el aval de la mayoría del cuerpo.
Al igual que en el Senado, en Diputados depende de conseguir los 129 votos para elegir al presidente del cuerpo, que tiene la característica de ser la Cámara de origen para el Presupuesto y los proyectos que modifiquen impuestos. La ausencia de definición sobre las autoridades del Congreso expone de manera clara y precisa que Milei continúa en la ímproba tarea de construir la nueva mayoría.