Omar Yasín, el designado secretario de Trabajo de Javier Milei, todavía no asumió su cargo y ya enfrenta un clima enrarecido con el sindicalismo: algunos anuncios del presidente electo pusieron en alerta a la CGT e incluso obligaron a endurecerse al primer interlocutor sindical de Milei, el líder de la UOCRA, Gerardo Martínez, con quien se reunió en secreto en septiembre pasado y ahora advirtió en un comunicado que si se paraliza la obra pública, como anticipó el líder libertario, “se pondría en riesgo la continuidad laboral de 220 mil trabajadores constructores”.
No es lo único que le preocupa al sindicalismo: el proyecto de reestructuración del área de Salud que elaboró Eduardo Filgueira Lima, el referente libertario del tema, incluiría la desaparición de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), ente autárquico que administra los fondos de las obras sociales, que en La Libertad Avanza piensan dividir en dos estructuras nuevas y de menor categoría: la Dirección Nacional de Seguros de Salud y la Dirección Nacional de Medicamentos Excepcionales. Esta última absorbería el control del Fondo Solidario de Redistribución (FSD), el corazón del sistema de obras sociales, que se nutre del aporte de trabajadores y contribuciones patronales para financiar los reintegros de las prestaciones de alta complejidad y medicamentos.
En realidad, el organigrama del área sanitaria que se prevé instrumentar dentro del nuevo Ministerio de Capital Humano apareció reflejado en una filmina que se exhibió durante una jornada sobre salud organizada por AmCham en Mendoza con expositores del ámbito público y privado. Pero el dato ya le llegó a José Luis Lingeri, titular del Sindicato de Obras Sanitarias y secretario de Acción Social de la CGT, que es el gremialista que conoce como nadie el sistema de obras sociales y se ocupa de negociar la solución a sus problemas (y ahora sumó la preocupación por la anunciada privatización de Aysa).
Para los dirigentes gremiales, el pánico a tener que convivir con un gobierno libertario se incrementa cuando se dan cuenta, como ahora, de que no saben nada de las decisiones que afectarán a las obras sociales, que no tienen interlocutores en el área de salud y que nadie se tomó el trabajo de consultarlos, pese a que les dan atención médica a 14 millones de personas en todo el país.
Lo único que tranquiliza a los sindicalistas es que quienes aparecían allí como candidatos para ocuparse de los fondos de las obras sociales son viejos conocidos como José Pedro Bustos, considerado cercano al polémico Héctor Capaccioli, implicado en la causa por la “mafia de los medicamentos” y amigo de Alberto Fernández, y David Aruachán, actual gerente de la SSS y candidato de la CGT desde 2019 a pilotear ese organismo tan codiciado por el gremialismo.
En este escenario de inquietud sindical en ascenso, se espera que Yasín inicie la semana próxima una ronda de contactos extraoficiales con líderes gremiales para establecer un canal de diálogo que será clave para la gobernabilidad de Milei. El futuro responsable de la política laboral del gobierno libertario tendrá como número 2 a una figura decisiva para su gestión: Horacio Pitrau, un abogado experimentado que en la gestión de Jorge Triaca en la cartera laboral fue director nacional de Asociaciones Sindicales y llegó a ser secretario de Trabajo luego de que Mauricio Macri desplazó a Ezequiel Sabor, con fluidos lazos con el gremialismo, cuando la CGT hizo su primera protesta, en 2017.
Yasín y Pitrau formaron parte del equipo que rodeó a Bullrich para elaborar sus propuestas laborales de gobierno, junto con Julio Cordero (UIA), Diego Goldman y Ernesto Rona (de Techint). Lo conoce a Macri, pero el futuro secretario de Trabajo no debe su nombramiento a su relación con la jefa del PRO ni con el ex presidente: es amigo personal de Sandra Pettovello, la futura ministra de Capital Humano, desde que eran estudiantes y compartieron la militancia en la Ucedé desde la agrupación universitaria liberal UPAU, de donde salieron dirigentes que después tomaron caminos muy disímiles como Carlos Maslatón, Amado Boudou, Ricardo Echegaray y Alejandro Finocchiaro, entre otros.
Por eso cuando Pettovello recibió la confirmación de Milei de que dirigirá el nuevo superministerio que agrupará a Trabajo, Educación, Salud y Desarrollo Social, lo llamó a Yasín para decirle que lo quería en su equipo. Esa decisión hizo tambalear a Gustavo Morón, ex superintendente de Riesgos del Trabajo de la gestión macrista cuya designación había sido anunciada por Milei para Trabajo.
Yasín ya le habría presentado a Pettovello la nueva estructura de Trabajo: tendrá tres subsecretarías (Trabajo, Empleo y Seguridad Social) y un 40% menos de cargos. Pitrau será el subsecretario de Trabajo y manejará las áreas centrales: negociación colectiva, asociaciones sindicales y fiscalización. Esa enorme concentración de poder lo convertirá en el funcionario preferido de todo el sindicalismo y también del empresariado, con incidencia directa en las paritarias, el otorgamiento de personerías gremiales, las elecciones en los sindicatos y el control de la informalidad laboral en las empresas.
Para Empleo, la idea era nombrar a Miguel Angel Ponte, un ex directivo de Techint que fue secretario del área en el gobierno de Macri y se convirtió en el primer referente laboral de Milei, pero finalmente dijo que no. Están buscando un experto para ese puesto y también para Seguridad Social, un rubro que sufrirá fuertes recortes dentro del trazado que diseñan los libertarios para el gobierno. Morón seguirá en el equipo mileísta: volverá a su puesto de superintendente de Riesgos del Trabajo.
Yasín deberá llevar adelante el nuevo sistema indemnizatorio que quiere impulsar Milei, basado en el Fondo de Cese Laboral que tiene la UOCRA. El designado secretario de Trabajo ya elaboró un proyecto de esas características dentro del equipo bullrichista, pero, a diferencia de lo que impulsaba el larretismo, no se instrumentaría a través de los convenios colectivos sino desde un fondo general para armar un fideicomiso en el que se depositaría el dinero para indemnizar a los trabajadores.
Otro punto sobre el que habría consenso entre los libertarios es la modificación del sistema de multas laborales por trabajo mal registrado o no registrado. Es lo mismo que proponían Yasín y Pitrau en el bullrichismo y que también, con matices, planteaba el equipo de Horacio Rodríguez Larreta.
¿En el gobierno de Milei se reflotarán otras iniciativas laborales que confeccionaba Bullrich para aplicar si llegaba a la Presidencia? Uno de los más irritativos para el sindicalismo es el que buscaba limitar la ultraactividad de los convenios, con la idea de reducir su vigencia a 6 meses para obligar a que se renueven y si las partes no se ponían de acuerdo, preveía un arbitraje del Ministerio de Trabajo. El otro contemplaba la limitación del derecho de huelga en servicios esenciales, como educación y transporte, con la obligación de garantizar un 50% de la actividad para no paralizarlos de manera total.
Sin embargo, en La Libertad Avanza no creen en una reforma laboral drástica como la que impulsaban los “halcones” del PRO si volvían al poder. Ya se lo dijo Milei a Gerardo Martínez en su reunión secreta. En su reciente encuentro con Alberto Fernández en Olivos, según reveló el periodista Carlos Pagni, el presidente electo confesó algo que llenó de esperanzas a gran parte del sindicalismo: “Aclaro que yo soy un menemista. En eso me distingo de Mauricio Macri, que es un poco más gorila”. De esas pequeñas ilusiones se sostiene la expectativa gremial de que lo que viene no será su peor pesadilla.