La derrota electoral duele en todos los rincones del peronismo, que ya empezó a prepararse para ser oposición. En las oficinas de la Casa Rosada y en la mayoría de los ministerios los empleados arman cajas con sus pertenencias y materiales de trabajo, mientras piensan y analizan dónde seguirán su vida laboral. Un cambio de gobierno siempre es traumático para los trabajadores del Estado y de la planta política.
Si bien ya no estará al frente del gobierno nacional, el actual oficialismo -que no se sabe hasta cuando seguirá estando abroquelado bajo el mismo techo- tendrá una importante representación en el sistema político nuevo, que tendrá a Javier Milei en la cúspide del poder nacional, al mando de la presidencia
Después de las últimas elecciones el peronismo se quedó con seis gobernaciones puras. Es decir, que son parte del Partido Justicialista (PJ). En esa lista están Axel Kicillof (Buenos Aires), Gildo Insfrán (Formosa), Ricardo Quintela (La Rioja), Raúl Jalil (Catamarca), Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Sergio Ziliotto (La Pampa).
A ese grupo se acoplaron durante los últimos años Gerardo Zamora (Santiago del Estero) y Gustavo Melella (Tierra del Fuego), que son de origen radical, y Gustavo Sáenz (Salta), de base peronista pero que en su provincia armó una coalición heterogénea y supo mantener distancia de los pedidos de Alberto Fernández y Cristina Kirchner durante la gestión del Frente de Todos.
Unión por la Patria (UP) tendrá 108 diputados y 33 senadores, números que suelen ampliarse con socios esporádicos de fuerzas provinciales. A eso se le suman los sindicatos agrupados en la CGT y los gremios kirchneristas que se concentran, en su mayoría, bajo el techo del Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona).
Esas serán las bases de poder del oficialismo, aunque sea imposible poder determinar si la estructura que se mantuvo durante los últimos cuatro años va a mantenerse o va a implosionar, dando lugar a un proceso más anárquico, como el que peronismo ya vivió en el 2016, después del triunfo de Mauricio Macri en las elecciones presidenciales.
En cada terminal política la mirada es distinta respecto a los días que se aproximan, donde Milei copará la agenda con medidas económicas de alto impacto. El ajuste que anticipó mantiene en alerta al peronismo, donde entienden que la sociedad no está en condiciones de aguantar medidas de shock como las que el libertario asegura que tomará ni bien comience su gobierno.
En paralelo, hay una mirada política a mediano plazo que tiene algunos actores principales ya seleccionados. Gran parte de la dirigencia empezó a mirar a Axel Kicillof como un potencial líder del espacio político y el sucesor de Cristina Kirchner a largo plazo. Los tiempos son determinantes porque hoy nadie cree que la Vicepresidenta se corra de la política, aunque estiman que no ocupará un lugar de centralidad plena.
Una parte del peronismo ve que el mandatario puede ser quien tome un rol preponderante en los meses que vienen, donde la fuerza política empezará, probablemente en forma gradual, a reorganizarse y discutir posicionamientos nuevos.
“La única manera de que el peronismo pueda reencontrar un camino es que la provincia de Buenos Aires intente una construcción colectiva con otros peronismos de la Argentina productiva. Córdoba es un ejemplo de eso”, aseguró un legislador bonaerense que no está identificado con el kirchnerismo. Esa mirada es compartida por varios dirigentes, que creen que debe haber un giro identitario y la construcción de un espacio nuevo.
Esa idea tiene un límite bastante marcado en el inicio del proceso de discusión renovadora. El peronismo cordobés no está dispuesto a hacer una alianza con el kirchnerismo. Es una postura que parece no modificarse en el tiempo. “El kirchnerismo es un discurso que está oxidado para la sociedad. Hay que construir un nuevo relato del justicialismo del futuro”, sintetizó un importante dirigente del peronismo cordobés.
Desde Córdoba saldrá una propuesta concreta para reconstruir la fuerza política con una base nueva en el interior del país. Juan Schiaretti tiene decidido ponerse al frente de ese proceso. “Tiene tiempo y ganas”, dicen en la provincia respecto al margen de acción que tendrá una vez que traspase el mando a Martín Llaryora.
“Hay que armar un espacio federal. ¿Qué van a hacer los gobernadores? ¿Se van a sumar o van a aliarse al kirchnerismo otra vez? Eso lo tienen que decidir ellos”, sostuvo un dirigente muy cercano al ex candidato presidencial. La definición es una señal de que si existe alguna posibilidad de que haya una convergencia entre el peronismo bonaerense, donde se conserva la identidad K, y el peronismo cordobés, es necesario que Kicillof, que aparece, a priori, como potencial referente de ese sector, amplíe su mirada política por fuera de los límites del mundo K.
Uno de los principales problemas que tendrá Schiaretti por delante para encausar ese proceso está atado a una designación que Javier Milei hizo ayer. El presidente electo confirmó el desembarco de Osvaldo Giordano en ANSES. El nuevo funcionario, del círculo chico del gobernador cordobés, al día de hoy está a cargo del ministerio de Finanzas de Córdoba.
Quedó a la luz una alianza entre Schiaretti y el libertario. Pocos días atrás, en el tramo final de la campaña, el mandatario cordobés rompió la neutralidad que había anticipado y buscó desgastar la candidatura de Sergio Massa. Con los hechos consumados, quedó claro que el cordobés tenía la intención clara de que Milei sea electo presidente.
“Nadie que sea funcional a Milei puede encabezar una renovación del peronismo. Si alguien pensó que jugar en contra de Massa para que gane Milei era la plataforma para meterse a renovar el peronismo, está completamente fuera de foco”, fue la sentencia de un legislador bonaerense de larga trayectoria en el espacio político.
En el gobierno bonaerense no se suben a las proyecciones de renovación que emanan de las entrañas oficialistas. “No podemos prestarle atención a la discusión política. ¿A quién le importa ahora si Axel puede ser el líder del peronismo, si la gente está mal económicamente y puede empeorar con las medidas de Milei?”, advirtió un funcionario de extrema confianza del Gobernador.
En el corazón del kicillofismo no quieren caer en la tentación aunque saben con claridad cuál es el lugar que ocupa y que puede ocupar el economista en el tiempo que viene. “En este momento la gente no nos perdonaría si nos ponemos a ver quién está mejor posicionado para liderar el espacio político. Sería una mala decisión porque es un tema fuera de época”, advirtieron en el entorno de Kicillof.
El Gobernador tiene por delante la tarea de encausar una relación institucional con Milei que es determinante para su gestión. Si el presidente electo recorta fondos de la provincia, Kicillof empezará a verse asfixiado por los compromisos que tiene por encima del pago de sueldos. Una provincia convulsionada no es negocio para nadie, mucho menos en el comienzo de la gestión. Ambos deben llegar a un entendimiento protocolar que les permita encausar el vínculo económico y financiero.
En otras terminales la situación en estas horas está vinculada a la espera. Sergio Massa bajó rotundamente su perfil. Es un incógnita cuál será su futuro en el mediano plazo. En su entorno aseguran que es momento de dejar actuar al nuevo presidente: “Que Milei sea Milei”. Creen que si no modera las medidas que anunció en la campaña, la situación económica y social puede volverse muy delicada en pocos meses.
Los gobernadores, siempre pragmáticos y necesitados de un buen diálogo con el libertario, sostienen que es momento de dejar que se acomode el escenario político. Es demasiado temprano para actuar en la discusión política interna del peronismo y también para plantarse como opositores acérrimos de un gobierno que aún no arrancó. “Ya nos tocó ser oposición con Macri y demostramos que siempre actuamos con responsabilidad y garantía de gobernabilidad”, anticipó un gobernador oficialista.
En el kirchnerismo saben que serán parte de la resistencia en el Congreso, donde la fuerza política tiene una interesante cantidad de legisladores, y seguirán escuchando con atención las palabras de Cristina Kirchner. Nadie tiene claridad del rol que tendrá la Vicepresidenta en el tiempo que viene, pero en la dirigencia K y de la provincia de Buenos Aires está instalada la idea de que, con más o menos presencia pública, jugará un rol importante en el reacomodamiento del peronismo.
Los sindicatos y los movimientos sociales ya dieron una señal de que estarán en la trinchera política en poco tiempo. Anticiparon que si Milei avanza con medidas que perjudiquen raudamente a los trabajadores y los sectores más vulnerables, entonces saldrán a copar las calles. Un anticipo de un clima social complejo para los primeros meses de gestión del nuevo presidente.
El peronismo se irá reacomodando mientras pasen los días, las medidas y los gestos de Milei. En base a su gestión se definirán los adversarios políticos. Hoy la dirigencia está a la espera de esos primeros movimientos de un presidente disruptivo y un paquete de medidas de shock que pueden darle lugar al primer conflicto del gobierno libertario.