Este domingo será el último día de Juntos por el Cambio tal como lo conocimos. Pase lo que pase en las urnas, nada será igual para la coalición opositora. La ruptura se instaló en JxC cuando Mauricio Macri y Patricia Bullrich sellaron su pacto con Javier Milei, en medio de agresiones inusitadas entre varios de sus líderes, pero el resultado del balotaje hará que las diferencias sean irreversibles.
Un triunfo del libertario derivará en una suerte de cogobierno entre La Libertad Avanza y el PRO, la primera manifestación en el poder de una nueva alianza de derecha entre esos partidos, y el resto de los socios de JxC se quedará en la oposición. Una victoria de Sergio Massa podría abroquelar a la mayoría de la coalición porque lo único que tiene en común es un fuerte sentimiento antikirchnerista, aunque la división será inexorable cuando el candidato oficialista capte a dirigentes de ese espacio para su gobierno de unidad. Sea como fuere, Juntos por el Cambio quedará reconfigurado.
Para Bullrich, “Juntos por el Cambio era un envase que ya estaba muy destruido”. Sin atisbo alguno de autocrítica, la dirigencia del espacio aún no asimiló la catástrofe política que vive. La candidata presidencial de JxC explicó que perdieron porque se dividió la oferta de la oposición. Otros dirigentes, como Horacio Rodríguez Larreta y Maximiliano Ferraro, pidieron perdón a los votantes por no haber podido estructura una opción política sólida y competitiva. En 2019, la coalición opositora perdió ante el Frente de Todos, pero logró el 41% de los votos. En 2021, ganó con el 42,75%. Ahora, en las elecciones generales, terminó tercera con el 23,85% (4 puntos menos que en las PASO).
En esa forzada unidad que mantuvo hasta la debacle electoral, Macri fue el primero en diferenciarse de sus pares. La última vez que se reunió con sus pares de la Mesa Nacional de Juntos por el Cambio fue el 27 de abril de 2022, cuando se discutió la incorporación de Milei a la coalición. Curiosamente, el ex presidente, que hasta ese momento defendía una alianza con los libertarios, desalentó un acuerdo electoral con el diputado de La Libertad Avanza. “¿Por qué vamos a hablar sobre un acuerdo con Milei si él no tiene interés en sumarse y nosotros tampoco queremos sumarlo a él?”, dijo.
Se anticipó a otros dirigentes que iban a plantear exactamente lo mismo: el día anterior, Gerardo Morales, Horacio Rodríguez Larreta y Elisa Carrió se pusieron de acuerdo en frenar la incorporación del libertario y en tratar de que “los halcones” no hablaran públicamente sobre esa posibilidad.
Bullrich llegó tarde a la reunión y participó de la redacción de un comunicado en el que se advirtió: “Hay actores de la vida política que buscan el quiebre de Juntos por el Cambio, entre ellos Javier Milei, que no forma parte de JxC e intenta quebrar nuestra unidad siendo funcional al oficialismo”. Al salir del instituto Hannah Arendt, en un viraje sorprendente, la titular del PRO cuestionó la decisión de nombrar a Milei en el comunicado: “Es un error total. Nosotros nos definimos por nosotros y no por el no a otros actores. Por otro lado, considero que la metodología no fue transparente”, señaló.
Fue el principio del fin. Por lo pronto, Macri no participó nunca más de las reuniones de la conducción nacional de Juntos por el Cambio y solo apareció en una videollamada del 9 de noviembre. No dijo ni una palabra. El fundador del PRO prefirió los almuerzos con otros referentes del partido, mientras daba señales de que su vínculo con la UCR y la Coalición Cívica estaba mucho más que deteriorado.
El resto de los integrantes de JxC tampoco pudo encontrar la forma de administrar sus diferencias. El símbolo de ese fracaso fue la redacción de un “manual de convivencia interna” que casi nunca se aplicó. De manera simultánea se declaró la lucha a todo o nada entre Bullrich y Larreta por la candidatura presidencial. Macri jugó a ser imparcial en esa pulseada, pero advirtió que no sería neutral: por eso insistió una y otra vez en la consigna “somos el cambio o no somos nada” como un guiño a Bullrich y se diferenció de la impronta dialoguista y moderada del jefe de Gobierno.
El enfrentamiento en el PRO derivó en infinidad de peleas, luego de las cuales hubo encuestas que demostraban que la marca JxC bajaba unos 4 o 5 puntos ante cada disputa. “La gente no quiere que nos peleemos”, admitían muchos dirigentes mientras no dejaban de atacarse. Algunos de los políticos más experimentados y con mejor asesoramiento que nadie descuidaron a la coalición porque estaban seguros de que Juntos por el Cambio iba a volver sí o sí al poder. La mala gestión del Gobierno los hizo pensar que no había opciones y creyeron que Milei no era un rival en serio. El balotaje entre el ministro de Economía y el líder libertario graficó una sucesión de errores garrafales.
Si gana Milei, la flamante alianza mileísta-macrista-bullrichista detonará el quiebre en la Cámara de Diputados: desde el 10 de diciembre, como anticipó Infobae, La Libertad Avanza tendrá un bloque de 38 legisladores y gracias al acuerdo alcanzado con los líderes del PRO sumaría entre 30 y 35 diputados más. Este nuevo grupo de “halcones” y “leones” rondaría los 70 escaños.
Del otro lado, los diputados del sector moderado prevén armar un sub-bloque en JxC para resistir el avance de sus adversarios internos: la iniciativa es piloteada por Emilio Monzó, el dirigente “antigrieta” que, junto con su aliado Nicolás Massot, del PRO, quieren estar lejos de Milei (¿y acercarse a Massa?). Dicen sumar por lo menos unos 10 legisladores y cuentan como socios a los diputados que responden a los gobernadores de JxC. Sin embargo, Rogelio Frigerio (Entre Ríos) e Ignacio Torres (Chubut), mandatarios electos del PRO, buscan armar un polo propio de poder con otros gobernadores. Se ven como ejes ineludibles de la recomposición opositora, legitimados por los votos, buscando mantener autonomía de la Casa Rosada: la necesidad de gestionar sus provincias los obliga al pragmatismo.
El escenario de una victoria de Massa congelaría la fractura legislativa: varios legisladores de JxC esperarán antes que nada alguna señal del líder del Frente Renovador para sumarse al gobierno de unidad. Larreta no tuvo ninguna oferta massista para ir a su eventual gabinete nacional, pero habló del tema con algunos amigos de la política. Uno le aconsejó que aceptara una posible propuesta de convertirse en ministro: “Tu fuerte es la gestión y tenés que reinventarte desde ese lugar”. El alcalde porteño no quiere y se lo anticipó a sus íntimos. Su imagen negativa creció desde la derrota en las PASO, pero aseguran que tiene en claro que será mucho peor si se termina abrazando a Massa. Sobre todo si éste no produce antes algún gesto contundente para sacarse de encima al kirchnerismo.
Cuando Macri casi le echó la culpa del revés electoral de JxC, acusándolo de haber desperfilado a la oposición con su estilo dialoguista, Larreta tenía decidido contestarle con una extrema dureza. No sucedió porque al ex presidente le contestó primero Gerardo Morales. El jefe de Gobierno no quiso ampliar la grieta opositora. Piensa en lanzar una línea propia en el PRO para dar el debate interno, mientras busca oficinas para instalar una fundación con la que tratará de reconstruir su poder.
María Eugenia Vidal está en la misma sintonía: “Gane quien gane, estaré en la oposición”, aseguró la ex gobernadora a su entorno. Ella también es partidaria de auspiciar una discusión en el PRO sobre cómo construir una mayoría para regresar al gobierno. Para eso no descarta disputar la presidencia del partido cuando venza el mandato de Bullrich, en febrero de 2024, aunque no le interesa liderarlo si la mayoría se inclina por aliarse a Milei. “Pero esa opción no es mayoritaria en el PRO”, alertó.
Diego Santilli subió sus acciones internas. Macri lo indultó luego de que saltó a la campaña de Bullrich a pesar de su derrota en las PASO ante Néstor Grindetti y por eso lo invitó a sumarse a la reunión secreta que mantuvo con Milei en su casa de Acassuso. Ese gesto, además, pareció un mensaje desafiante a Larreta de que le estaba sacando un aliado. Pese a que sigue siendo amigo del jefe de Gobierno, “El Colo” se muestra autónomo. Se acercó a Jorge Macri, el nuevo hombre fuerte del PRO tras su triunfo porteño, y, sin anunciar su voto, le cedió a Milei su estructura de fiscalización.
Para la UCR, el desafío que viene es enorme. Morales se encamina a un acuerdo con Massa, aunque no lo explicite, mientras se prepara para dejarle a su aliado interno Martín Lousteau la presidencia del Comité Nacional en diciembre próximo. Son dos enemigos declarados de Milei. Y, como anticipó Infobae, están enfrentados con gobernadores radicales, electos y en funciones, como Alfredo Cornejo (Mendoza), Gustavo Valdés (Corrientes) y Leandro Zdero (Chaco), quienes podrían disputarle al eje Morales-Lousteau la jefatura del partido y la conducción de los bloques legislativos.
Cuando Elisa Carrió vuelva de su “mini-exilio” en Uruguay para no votar a Milei ni a Massa, la Coalición Cívica tratará de “hacer todo lo que esté a su alcance para preservar la unidad de JxC en base a principios, valores y, por sobre todo, con identidad”, como dijo Ferraro, el jefe del partido. Y agregó: “La sociedad nos puso en un lugar: ser oposición; debemos aceptarlo y representarlo con humildad”.
Después del balotaje nada será igual para la coalición opositora. Gane Milei o Massa, una parte de Juntos por el Cambio estará de nuevo en el poder sin un presidente propio. No está claro si preservará su identidad y sus valores en esta reconfiguración que se perfila. Según el senador nacional Luis Juez, este domingo “hay que elegir entre Frankenstein y Drácula”. Como si fuera una película de terror, JxC se quedó más inmovilizada que La Momia y buscará reconstruirse para no terminar aullando en soledad como el Hombre Lobo. Son las paradojas de una época monstruosa para los votantes que creyeron en sus dirigentes y en sus propuestas.