Solo queda esperar. Más allá de las encuestas y los números que giran por el universo electoral, en el peronismo saben que es imposible descifrar cómo votará la gente en el balotaje de mañana. En el comando de campaña de Sergio Massa sienten que el trabajo de persuasión no tuvo fisuras y se logró comunicar cuáles son las principales diferencias entre votar al candidato de Unión por la Patria (UP) y a Javier Milei.
Massa cerró una campaña prolija, sin contratiempos, despojada de la identidad kirchnerista que condujo al peronismo en los últimos años y con un mensaje claro sobre la necesidad de que la intervención del Estado permanezca activa en la gestión, pero que exista un ordenamiento de la estructura de gobierno para ganar dinamismo y efectividad.
El concepto más importante que resaltó hasta último momento fue la conformación de un gobierno de unidad nacional. Si es electo, propone un esquema gubernamental que tenga a dirigentes de la oposición en sectores importantes. De esa forma le daría vida a una coalición más amplia y heterogénea que la de la de UP. De antemano sabe que los primeros meses de una eventual gestión serán duros en términos económicos y debe tener una importante base de sustentación política.
“Es difícil que haya un dirigente político de la Argentina que no esté en el WhatsApp de Sergio en los últimos ocho meses. Habla con todos y eso es importante para gestionar un acuerdo”, sostuvo un importante dirigente peronista que está inmiscuido en los pormenores de la campaña electoral y que conoce la cantidad y variedad de vínculos del tigrense. En UP posicionaron a Massa como el presidente de las propuestas viables y el diálogo como método de negociación. Fue el contraste claro con el estilo de conducción del candidato libertario.
En el peronismo llega al balotaje con la seguridad de que la elección será extremadamente reñida. “Un punto abajo o un punto arriba”, advirtió un funcionario nacional cercano al ministro de Economía. No imaginan que ninguno de los dos candidatos pueda despegarse ampliamente del otro y creen que habrá que esperar que el escrutinio provisorio esté casi terminado para que haya claridad plena sobre el resultado.
Si hiciera falta, incluso, habría que esperar al escrutinio definitivo, lo que generaría que no haya un ganador en la noche del domingo. Proyecciones y suposiciones que emanan de las diferentes terminales oficialistas y que se entrecruzan con la ansiedad de las horas previas al balotaje. “Es una elección dura pero ganable”, deslizó un gobernador del norte ante la consulta de Infobae. Palo a palo, así lo sienten.
Las encuestas que van y vienen por el universo peronista están divididas en dos. Un grupo adelanta que habrá un empate técnico. Es decir, que la diferencia es menor al margen de error del 3%. Otras lo dan como ganador a Javier Milei con una diferencia mayor al 4%. Los aciertos y desaciertos de los trabajos de consultoría de los últimos años le dan a la dirigencia oficialista un margen para no apegarse exclusivamente a los números. Pueden que tengan razón como puede que no.
“La calle te dice que gana Massa y las encuestas que gana Milei”, fue el retrato de un intendente del conurbano de larga trayectoria, que sostiene que hubo cambio en la gente respecto a como recibía la candidatura del ministro dos meses atrás. Ahora es mucho mejor. Tiene que ver con el claro contraste que quedó manifestado en la campaña electoral y el debate, que parece haber llegado a una parte del electorado. Pese a los duros datos económicos de la actualidad, en el peronismo entienden que la campaña del miedo sobre un posible gobierno de Milei hizo efecto. Aunque no lo dicen en esos términos.
“Hay que esperar”, repiten en el búnker peronista. Con la elección tan pareja nadie quiere emitir sentencias. Lo que hacen los dirigentes es sacar cuentas aproximadas de cómo le va a ir a Massa en las distintas provincias, poniendo en foco las que tienen mayor cantidad de electores y son determinantes para poder inclinar la balanza en una elección.
En esas proyecciones en el peronismo saben que ganarán en el sur del país sin demasiados problemas; que en el centro hay provincias como Entre Ríos y Santa Fe donde pueden tener un resultado parejo con Milei: que en Buenos Aires necesitan sacar un mínimo de ocho puntos más respecto a la elección de 45 puntos que obtuvo Axel Kicillof el 22 de octubre: que en el norte grande quizás pierdan por una diferencia mínima y que en el nordeste ganen con un margen amplio sobre el libertario.
Además, advierten que pueden hacer una elección mejor que la esperada en la Ciudad de Buenos Aires y que las dos provincias más difíciles serán Córdoba y Mendoza. Allí saben que los números serán negativos. El objetivo central es perder por menos. En ambos distritos le jugaría a favor que haya menos movilización de votantes.
“El peronismo de Córdoba va a terminar votando a Massa. La izquierda llamó a votar por él y el radicalismo está dando buenas señales. No veo a Milei llegando a los 70 puntos. Tenemos fe en que vamos a estar arriba de los 30 puntos”, analizó un dirigente cordobés que trabaja en la campaña de UP.
En el tramo final de la campaña el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, decidió inclinar la cancha hacia Milei aunque no haya llamado a votarlo. ¿Cómo? Cuestionando con dureza a Massa y pegándolo al kirchnerismo, espacio político que tiene un alto nivel de rechazo en la provincia. En sus redes sociales y discursos públicos lo llamó, en reiteradas oportunidades “el ministro del gobierno kirchnerista”. No hubo neutralidad, como había anticipado.
Si el candidato oficialista logra romper la barrera de los 30 puntos y Milei no llega a los 70, las posibilidades de ganar la elección nacional crecerán durante la tarde del domingo. Córdoba es el segundo distrito electoral más importante del país. Lo mismo sucederá si pueden romper un piso similar en Mendoza, donde a Milei le fue muy bien en las elecciones generales. El resultado en ambas provincias tendrá una influencia determinante en el resultado total.
Durante el último tramo de la campaña Massa buscó dar señales sobre cómo sería un eventual gobierno suyo. Decidió incluir a su trabajo electoral diario a Juan Manuel Urtubey y Sergio Uñac, y recibió las adhesiones de Natalia de la Sota, Graciela Camaño y Alejandro “Topo” Rodríguez, todos parte de un peronismo distinto al que está actualmente al mando del oficialismo. También recibió el apoyo del socialismo y de algunos sectores del radicalismo.
Se terminó una extensa campaña en un año con un contexto económico muy complejo para las mayorías. La moneda ya está en el aire. Los candidatos son dos expresiones bien diferentes de cómo gestionar la Argentina. Blanco y negro. Negro y blanco. Ahora es el turno de la gente.