En la madrugada del 10 de noviembre de 1938, como preludio de la Shoá, en distintos lugares de Alemania y Austria un grupo de fanáticos nazis incendió y destruyó cientos de sinagogas, saqueó los negocios de los comerciantes judíos, profanó cementerios, secuestró a miles de personas y mató a otras cuantas, en lo que se conoció como Kristallnacht o “Noche de los cristales rotos”. Unos 85 años más tarde, a pesar de todos los hechos que ocurrieron en el medio, el antisemitismo sigue presente en una parte de la sociedad y quedó visible con los recientes ataques contra Israel cometidos por la organización terrorista Hamas.
Esto es, precisamente, lo que quiso advertir la comunidad judía que se reunió este jueves por la tarde en pleno centro de Buenos Aires para conmemorar un nuevo aniversario de ese suceso y “alzar la voz contra el odio y la discriminación”.
A través de la agrupación Marcha por la vida Argentina, el acto se realizó en la Plaza Embajada de Israel, ubicada en la intersección de las calles Arroyo y Suipacha, en el barrio porteño de Retiro, hasta donde se acercaron decenas de ciudadanos para, entre otras cosas, reclamar por la liberación de aquellos que fueron tomados como rehenes en el marco del conflicto en la Franja de Gaza.
Los acontecimientos que se recuerdan en esta fecha fueron tan atroces que hasta tienen una palabra propia para describirlos, “pogromo”, que el diccionario define como “masacre, aceptada o promovida por el poder, de judíos y, por extensión, de otros grupos étnicos”.
El horror de lo que se vivió en aquella época en las distintas ciudades alemanas y austriacas, fue mostrado al público este jueves, a través de fotografías antiguas que se proyectaban en una pantalla gigante instalada en el centro de la plaza.
Estas imágenes eran puestas al lado de otras más recientes registradas en diversos puntos de Europa, como ejemplo claro de la discriminación persistente en el mundo: en ambos casos, se ven edificios demolidos, negocios vandalizados y casas con la estrella de David pintada en sus fachadas.
La plaza en donde se realizó el evento se llama Embajada de Israel porque es en ese mismo lugar donde funcionaba la sede diplomática de ese país, hasta que fue destruida en el atentado de 1992, el más grande que sufrió la Argentina hasta la voladura de la AMIA, en 1994.
Las personas comenzaron a llegar cerca de las 18:00 a este sitio, que hoy es un gran monumento a las víctimas de ese ataque, y empezaron a escribir diferentes frases en los carteles que estaban colocados en el suelo, aunque dos consignas se repetían en la mayoría de ellos: “Nunca más” y “am Israel jai (el pueblo de Israel vive)”.
Lugo, tomó la palabra Alejandra Tolcachier, una de las organizadoras de la jornada, quien recordó que “Kristallnacht fue el primer estallido de violencia generalizado organizado contra todas las comunidades judías que se encontraban dentro del Reich (Alemania, Austria y parte de los sudetes)”.
“El incendio de sinagogas, la rotura de los cristales de miles de comercios, la profanación de libros sagrados y el asesinato de 91 judíos, por el solo hecho de serlo, desató el odio y el fanatismo que ya venía creciendo desde el ascenso de Hitler al poder en enero de 1933″, explicó.
Tras mencionar los recientes bombardeos de Hamas en la Franja de Gaza, la mujer señaló que “1938, de pronto, parece ser hoy”, ya que “una vez más la humanidad demuestra que no aprendimos nada” y “nos enfrentamos al odio que resurge con más fuerza”.
“El mundo no debe callar. No dejemos que el miedo gane la batalla y el silencio sea cómplice. Ya sabemos a donde nos condujo el pogrom del 1938. Por eso, debemos defender más que nunca los valores de la convivencia pacífica, el respeto por las diferencias y la solidaridad entre todas las personas de bien”.
Luego de que la cantante Maia Escandarani interpretara Shemá Israel, una de las principales plegarias de esta religión, los organizadores le pidieron al público que encendieran las velas que estaban colocadas al costado de los carteles, “en homenaje a las víctimas de ayer y de hoy”.
Las cajas de fósforos circularon de mano en mano y el fuego de las velas comenzó a iluminar el lugar, mientras caía la tarde y el sol ya no era visible, al tiempo que otras personas hablaban entre sí o acomodaban los carteles en el piso.
En un rincón de la plaza, a pocos metros de la placa con los nombres de las víctimas del atentado contra la embajada, una madre se abrazaba con su hija, que la consolaba con caricias en la espalda, las dos en completo silencio.
La diputada de Juntos por el Cambio Sabrina Ajmechet fue la única política presente en este acto, que no fue de carácter partidario, ni contó con la supervisión de AMIA, DAIA, ni de ninguna otra entidad oficial, sino que fue una convocatoria de la comunidad para recordar la trágica noche del 9 al 10 de noviembre de 1938 y pedir el fin del antisemitismo.
*Fotos: Roberto Almeida.